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Sánchez viaja a Jordania, Arabia Saudí y Qatar tras prometer el reconocimiento de Palestina

El presidente busca reforzar la solución de los dos Estados y ganar una mayor influencia en el mundo árabe

Israel-Hamas war
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, durante la cumbre El Cairo para la Paz, el 21 de octubre.Borja Puis (Pool/Moncloa)
Carlos E. Cué

Pedro Sánchez se ha convertido en el presidente europeo con una posición más nítida ante la guerra de Gaza al exigir abiertamente a Israel un alto el fuego inmediato. El presidente español rechaza de forma clara los bombardeos indiscriminados ordenados por Benjamín Netanyahu que después de seis meses de guerra han dejado ya 32.500 muertos y 1,1 millones de personas en una situación de auténtica catástrofe alimentaria. Esta línea, que según el jefe del Ejecutivo tiene un gran apoyo social en España, tanto en la izquierda como en una parte de la derecha, le ha acercado no solo a líderes latinoamericanos como el brasileño Lula o el chileno Gabriel Boric, a los que ha visitado recientemente, que son muy críticos con el Gobierno de Netanyahu, sino también a los países del mundo árabe, en los que Sánchez busca una influencia cada vez mayor. Y también le ha provocado una tensión creciente con Netanyahu, como se pudo ver en el viaje que hizo el español a Israel, Palestina y Egipto acompañado por el primer ministro belga, Alexander De Croo.

En este contexto, el presidente inicia este lunes una gira de tres días que le llevará a Jordania, Arabia Saudí y Qatar, tres países árabes que juegan un papel decisivo en la crisis de Gaza. Con los encuentros con sus máximos líderes, Sánchez buscará aumentar su influencia en la región y reforzar la solución de los dos Estados. El líder español dio la semana pasada un salto importante en el marco de la cumbre de la Unión Europea, cuando lideró un acuerdo con Irlanda, Malta y Eslovenia por el que los cuatro países se comprometen a reconocer al Estado palestino en cuanto sea posible. En Bruselas, Sánchez explicó que no hay una fecha fijada para ese gesto decisivo, aunque se está buscando el momento adecuado para que sea útil a la solución del conflicto.

En la capital belga, Sánchez insistió en que la solución de los dos Estados —Israel y Palestina— solo será viable si a la vez que los países occidentales reconocen a Palestina —España está dispuesta a encabezar ese camino—, los árabes lo hacen con Israel, algo que solo han hecho unos pocos. Este reconocimiento de Israel estará sin duda encima de la mesa en su viaje a Arabia Saudí y Qatar, dos países que aún no lo han hecho, mientras Jordania sí lo hizo. De hecho, la guerra de Gaza ha llegado justo en el momento en que había un cierto acercamiento entre Israel y Arabia Saudí, un horizonte que los 32.500 muertos en Gaza a manos de Israel han alejado por completo. Tanto Arabia Saudí como Qatar mantienen abierto el diálogo con Israel y de hecho este último es decisivo en los intentos de mediación para buscar treguas o salidas a la guerra.

La cuestión de Gaza no forma parte solo de la agenda internacional de Sánchez, a la que le pone mucho foco, mucho más que sus dos predecesores, Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero. En La Moncloa ven también Gaza como un asunto de política nacional, porque la opinión pública española sigue muy de cerca esta cuestión y, según Sánchez, reclama una posición nítida de su Gobierno. De hecho, el PP, que criticó a Sánchez por sus tensiones con Israel, no ha hecho de esta cuestión una gran bandera de oposición al Gobierno. Las encuestas señalan una gran empatía en la sociedad española con el sufrimiento palestino más allá de cuestiones ideológicas. De hecho, el PP también defendió el reconocimiento de Palestina en una proposición apoyada en el Congreso por los dos grandes partidos en 2014.

Sánchez se ha comprometido a hacer efectivo ese reconocimiento en esta legislatura, para lo que le bastaría una decisión en el Consejo de Ministros que no parece inminente pero sí está comprometida públicamente para cuando se antoje el momento adecuado. Esta posición firme de Sánchez en la cuestión palestina también le acerca a su socio de coalición, Sumar, que siempre ha exigido el reconocimiento de este Estado.

En Bruselas, Sánchez reivindicó la semana pasada que “es importante que países distintos de distintas familias políticas y distintas zonas” como España, Irlanda, Malta y Eslovenia se sumaran a la iniciativa del reconocimiento de Palestina. Bélgica no lo hizo porque no hay consenso dentro de la coalición de gobierno, pero Alexander De Croo está muy cercano a las posiciones de Sánchez, como se pudo comprobar en la rueda de prensa conjunta que ambos ofrecieron en Rafah, en la frontera entre Egipto y Gaza, y que provocó una reacción airada de Netanyahu por las críticas a sus bombardeos indiscriminados. Sánchez condena en todo momento y de manera rotunda la masacre de Hamás el 7 de octubre, y exige la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes, pero reclama a Israel una respuesta proporcionada y respetuosa con el derecho internacional y cree que no lo está siendo.

Lo cierto es que varios países europeos importantes, encabezados por Alemania, mantienen un fuerte apoyo a Israel y rechazan los términos más directos para exigir el alto el fuego que defienden Sánchez y estos otros países. Esto ha provocado que incluso EE UU, tradicional aliado de Israel, esté utilizando un lenguaje más rotundo que la UE para exigir que cesen de inmediato los bombardeos. Con su viaje a Jordania, Arabia Saudí y Qatar, Sánchez muestra que su apuesta por la posición de los dos Estados y del reconocimiento de Palestina es firme, y tiene especial interés por reforzar su influencia en el mundo árabe aprovechando que encabeza en la UE la línea más clara de rechazo a los ataques de Israel sobre Gaza. La gira se produce además en pleno Ramadán, un momento especialmente simbólico en todos los países musulmanes.

Sánchez se verá en Amán con el rey jordano, Abdalá II; en Riad con el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salmán, y en Doha con el emir catarí, Tamim bin Hamad Al Thani. El objetivo principal del viaje es político, con el interés centrado en la guerra en Gaza, pero Sánchez también tiene una agenda económica que tratar con estos líderes y es seguro que no desaprovechará la ocasión. Con Bin Salmán, el polémico príncipe saudí al que informes de inteligencia de EE UU sitúan detrás del asesinato en 2018 del periodista crítico Jamal Khashoggi en el Consulado saudí en Estambul, Sánchez podrá hablar de la entrada del grupo Saudí STC en Telefónica, donde ha adquirido un 9,9%, un movimiento al que ha respondido La Moncloa con la decisión de que la SEPI compre el 10% de la compañía para ser su primer accionista, lo que ya ha empezado a ejecutarse. Qatar también tiene intereses económicos fuertes en España —sobre todo en Iberdrola, IAG, Colonial y El Corte Inglés— y ha anunciado su intención de aumentar otros 5.000 millones de euros sus inversiones en el país, algo que sin duda también estará en la agenda de las reuniones en Doha. El viaje, en cualquier caso, tiene el objetivo principal de buscar una salida a la guerra en Gaza después de seis meses y reforzar la posición española en una región decisiva a la que Sánchez ha dedicado especial atención desde que llegó a La Moncloa en 2018.

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