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El anochecer de Equinoccio, el centro comercial fantasma de Valladolid

El cierre de los negocios de una gran superficie aboca a los dueños y al Ayuntamiento a buscar nuevos usos

Vestíbulo del centro comercial Equinoccio de Valladolid, el 11 de enero de 2024.
Vestíbulo del centro comercial Equinoccio de Valladolid, el 11 de enero de 2024.Emilio Fraile
Juan Navarro

Antes todo esto era gasto. Cines punteros con tecnología 3D, tiendas de todo tipo, comida rápida por doquier, multinacionales de pedigrí, un minigolf y todo el entretenimiento posible para las familias medias de principios de siglo un viernes por la tarde. Había que fajarse para encontrar aparcamiento y aguantar colas en los establecimientos punteros. Eran otros tiempos. El centro comercial Equinoccio yace entre las nieblas de Zaratán (Valladolid, 6.300 habitantes) como una enorme ballena económica varada por las mareas de las crisis, las estrategias empresariales y los cambios de hábitos de consumo. La gran superficie ha quedado casi abandonada, pues solo resiste una bolera, tras atraer hace no tanto a más de un millón de visitantes anuales. Casi nadie estaciona en esas plazas mientras sus propietarios evalúan nuevos usos y el Ayuntamiento ofrece su ayuda para darle sentido a la infraestructura.

El inmueble se inauguró en 2002, época boyante donde este modelo de ocio y compras se expandía sin visos de hundimiento. La parcela, a tres kilómetros de Valladolid ciudad, se sembró de grandes marcas y las firmas peleaban por conseguir un local en Equinoccio, entonces sin apenas competencia en la ciudad y el alfoz. La cosa funcionaba hasta que llegaron las estrecheces económicas y emergió un rival: el centro comercial Rio Shopping, en el cercano Arroyo de la Encomienda, otra ciudad dormitorio de Valladolid. Mismo concepto de enorme superficie, la mayor de Castilla y León, cerca de la urbe y con múltiple gama comercial. El pulso pronto se decantó hacia la novedad y Equinoccio vislumbró su atardecer. La tecnológica MediaMarkt y la especialista en bricolaje Leroy Merlin cambiaban de acera, la deportiva Sprinter tiraba la toalla, los vanguardistas cines hicieron lo propio y un supermercado los imitó. Las últimas inquilinas del espacio, una pista de karts, una sala de baile, así como el contiguo centro deportivo con pistas de pádel, claudicaron y dejaron sola a la bolera, único negocio activo en esa infraestructura. Los restaurantes donde rubricar la velada hace mucho que no reciben comandas. Hace no tanto había tanta oferta que hacían dudar.

La Bolera del centro comercial Equinoccio en Valladolid es el único negocio que no ha bajado la persiana.
La Bolera del centro comercial Equinoccio en Valladolid es el único negocio que no ha bajado la persiana.Emilio Fraile

La ficha del centro comercial, disponible en Altamira Inmuebles, su actual propietaria y parte del conglomerado del banco Santander, plasma la inmensidad del lugar: dos edificios con dos plantas y un aparcamiento subterráneo, zona para bolera, karts y minigolf, espacio para cines y supermercados y hasta 115 posibles comercios. Allá por 2018, cuando ya flaqueaba, acudieron 1,2 millones de visitantes. Entre la zona construida y los 3.000 aparcamientos exteriores suman 150.000 metros cuadrados, 66.000 de los cuales se encuentran prestos para su alquiler. Al alcalde de Zaratán, Roberto Migallón (PP), le apena y preocupa la situación de la gran superficie que tanta gloria laboral y financiera dio al municipio la década pasada. “Es una mala noticia, era un tejido comercial importante”, destaca, y ofrece el compromiso del Ayuntamiento para “ayudar en todo lo posible dentro de la legalidad a dar otro uso”, para lo cual se han reunido varias veces con la propiedad y sus asesores. Migallón habla con discreción para no entorpecer las conversaciones sobre futuras opciones para el espacio y cita “proyectos” de la propiedad para revitalizar Equinoccio. Ellos han planteado la construcción de un Palacio de Congresos, figura ausente en una ciudad con mucha vida empresarial como Valladolid: “Ellos no lo tenían en mente y podría ser una opción buena para Valladolid ciudad y Zaratán, los centros comerciales como antaño no tienen mucho sentido, tenemos que dar alternativas”. EL PAÍS se ha dirigido a la gestora que administra, pero no ha obtenido respuesta.

Uno de los últimos negocios en caer tuvo que cesar su actividad, pese a seguir siendo atractivo para la clientela. Meseta Karting, unas pistas interiores de karts, recibía aún a cientos de aficionados al motor cada fin de semana para culebrear por sus curvas y pelear por los mejores tiempos, pero el contrato firmado en 2013 terminó el pasado abril de 2023 y la propiedad de Equinoccio no quiso renovarlo. Mundi Castaño, la gerente del circuito ahora clausurado, aún se pregunta por esa decisión corporativa: “La empresa tiene una gerente muy agradable y cercana, pero es intermediaria. Más arriba hay una gestora con señores que no se avienen a nada, el propietario es el Santander, no dieron argumentos para no renovar y decían que era inevitable”. Meseta tuvo que despedir a varios empleados y decepcionar a sus clientes, al igual que tantos establecimientos víctimas del mismo criterio, según Castaño, pues “lo han ido dejando morir, a quienes les vencía el contrato no se lo renovaban”. Para la empresaria, “con Rio Shopping no se puede competir, pero este era un centro comercial muy bien montado”. Valladolid cuenta con otro centro comercial, Vallsur, más antiguo, no tan lejano y con frecuentes renovaciones para resistir al gigante periférico. A sus tiendas, cines o cadenas alimenticias se ha unido recientemente otra bolera, la tercera de la ciudad.

Entrada del centro comercial Equinoccio de Valladolid, el 11 de enero de 2024.
Entrada del centro comercial Equinoccio de Valladolid, el 11 de enero de 2024.Emilio Fraile
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Acceder ahora a Equinoccio, sin más destino que la solitaria bolera o curiosear entre persianas metálicas extendidas, ofrece una imagen fantasmagórica. El visitante camina prácticamente en soledad sobre azulejos brillantes, bien cuidados, junto a jardineras con plantas sanas y escaleras mecánicas a pleno rendimiento, sin apenas pasajeros sobre sus afilados peldaños. Al fondo, la bolera conserva cierto bullicio, aún sede de cumpleaños infantiles y competiciones entre colegas. Los zapatones resuenan sobre el suelo de parqué y las bolas corren, con mayor o menor fortuna, rumbo a los desprotegidos bolos de madera. Solo esas pistas impiden que Equinoccio haga pleno en desertificación comercial.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.
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