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Trastoteka, la biblioteca de cosas de Geltoki

En el servicio de préstamo por días triunfan los taladros, las caladoras o las muletas

Préstamo Herramientas Construcción
Aritz Chocarro y Lander Martínez en la Trastoteka de Pamplona, el 27 de noviembre de 2023.PABLO LASAOSA
Amaia Otazu

Quién no se acuerda de ese cuadro precioso que lleva años en una esquina, sin colgar, porque no tienes taladro y no quieres pedírselo a un conocido. O de ese partido de pádel al que nunca te animaste a ir porque no tienes pala. O de aquel fin de semana en un camping al que no fuiste porque no tienes tienda de campaña y, total, “para una vez que voy, no la voy a comprar”. Son objetos —taladro, palas de pádel, tienda de campaña— que la mayoría de gente utiliza en pocas ocasiones y que, si los acaba adquiriendo, terminan por convertirse en trastos que acumulan polvo en un rincón. Darles vida y utilidad es uno de los objetivos de la “trastoteka”, la biblioteca de cosas que ha abierto sus puertas en Pamplona y que está gestionada por Geltoki Kooperatiba —una cooperativa que fomenta, entre otros fines, la sostenibilidad económica o la alimentación ecológica—.

“Igual que hacen las bibliotecas, nosotros prestamos el material. En este caso, durante una semana”, explica Aritz Chocarro, responsable. El precio del préstamo oscila entre 1 y 3 euros por semana y hay posibilidad de prorrogarlo en función de las necesidades. Por ejemplo, para aquellos que necesitan una muleta, una silla de ruedas o un andador. El fin de este servicio es lograr que ese objeto dé de sí todo lo posible. La iniciativa ya existe en otras ciudades, si bien cada una tiene su propio modo de organizarse. “Teníamos una idea virgen de cómo podía funcionar, pero aprovechando la experiencia de otras, hemos ido cambiando algunos matices. No tenemos el sistema súper definido, queremos que conforme vayamos rodando, nos vayamos también dando permiso para variar las condiciones. Queremos adaptarnos a las necesidades que vaya teniendo la gente”, añade Lander Martínez, uno de los coordinadores del espacio que Geltoki gestiona en el corazón de la capital navarra, en la antigua estación de autobuses.

La trastoteka se dedica al préstamo y alquiler de material, desde tiendas de campaña a destornilladores, pasando por caladoras, reproductores de CDs, muletas o, incluso, una olla gigante para colectivos que quieran celebrar una comida y no dispongan de ella. Si bien, el ganador indiscutible es el taladro, que en dos semanas se ha prestado cuatro o cinco veces. “La clave está en aquellos objetos que utilizamos muy pocas veces. Si es algo que utilizas todos los días, tiene sentido que lo compres porque lo vas a usar; pero, por ejemplo, si te rompes una pierna, te la rompes solo una vez o dos en tu vida. No tienes por qué tener unas muletas en propiedad. Las usas y las devuelves”, apunta Martínez. Hay quienes acuden con necesidades muy específicas, añade Chocarro: “Nos ha pasado que vengan a por radiadores porque se les ha roto la caldera ahora que ha empezado el invierno”. Hay, incluso, el supuesto contrario: personas que se han acercado para interesarse por crear una red para compartir material. “Nos han preguntado: yo tengo mucho material, quiero compartirlo, ¿cómo podríamos llegar a hacerlo?”.

Chocarro explica que algunos de los objetos de la Trastoteka los han comprado directamente, pero otros proceden de donaciones privadas. Eso sí, no se puede donar cualquier cosa, solo lo que los responsables de la Trastoteka consideran que se va a necesitar. Con esa idea, van a habilitar un listado del material que aceptan y ofrecen un email para ponerse en contacto con ellos. “Muchas veces nos hacemos a la idea, simplemente, con el tipo de material que nos ofrecen. Siempre pongo el ejemplo en el orinal. Una persona nos trajo uno, pero le tuvimos que decir que eso no lo podíamos coger”, sonríe Chocarro.

Diferentes objetos en la Trastoteka de Pamplona, Navarra.
Diferentes objetos en la Trastoteka de Pamplona, Navarra.PABLO LASAOSA

Por el momento no han tenido problemas con los primeros usuarios, más allá de algún olvidadizo a quien se le pasó la fecha de devolución. Tampoco nadie ha devuelto el producto dañado. “Si algo vuelve en mal estado, habría que valorar si ha sido por un mal uso o porque el objeto ya ha dado de sí. Al final, hay que pensar que, si lo prestas mucho, eso se va a romper. Por lo menos, habremos conseguido que dé de sí todo lo que podía dar”. En este punto, tampoco abandonan. La trastoteka trabaja de la mano con Repair café, un taller de reparación gestionado desde 2020 por un grupo de voluntarios en Geltoki. En él ponen a punto objetos como tostadoras, radiocasetes o interruptores. Los usuarios del servicio llevan aparatos rotos y estas personas voluntarias les ayudan a repararlos. La idea es que, no solo se arreglen, sino que se aprenda a arreglarlos, matiza Martínez. Muchos de estos voluntarios son también usuarios de la trastoteka y, de hecho, han dejado algunos objetos que para ser prestados, como una caladora, una sierra de calar. Un objeto muy demandado por quienes acuden a la trastoteka, señala Chocarro.

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El Repair Café ha permitido crear una comunidad que colabora, que se ayuda y este es, en cierto sentido, otro de los objetivos de la trastoteka: crear una red de confianza, de colaboración. Ya hay indicios de ello, pues varias personas se han acercado ya para ofrecerse como voluntarias en este espacio de economía circular.

De cara al futuro, Martínez apunta que quieren avanzar en la adquisición de objetivos que, más que a individuos particulares, sean útiles para grupos: “Queremos pensar no solo en un consumo más individual, sino de comunidades, por ejemplo, para colectivos, para cuadrillas. Tener ollas grandes, fuegos, megafonías, un generador eléctrico, etc. Eso no lo tenemos cubierto y lo queremos tener, pero son cosas que tienen un coste más elevado y nos va a costar un poquito”.

La Trastoteka se financia a través de los fondos de la cooperativa y cuenta también con una subvención del Gobierno de Navarra. Además, han lanzado una campaña de crowfunding en la plataforma Goteo. Aspiran a llegar a 10.000 euros, a través de microdonaciones. En cualquier caso, insiste Martínez, “lo que queremos es que la gente utilice el servicio. Dinero realmente no necesitamos”. Los usuarios sí tienen que pagar un coste simbólico —de entre 1 y 3 euros por semana— por coger prestado un objeto, y “ese dinero se va a utilizar para reparaciones y para comprar materiales en el caso de que haga falta sustituirlos”. Dan incluso la opción de realizar una inscripción anual, una especie de “tarifa plana”. Es, repite Martínez, el planteamiento inicial, pero no descartan hacer cambios. A corto plazo están trabajando en su catálogo online para que, quien lo desee, pueda consultar primero en su web qué objetos hay o trasladar ideas que ayuden a la Trastoteka a adaptarse mejor a las necesidades de los usuarios.

Y no, de momento, no tienen decoración navideña, aunque no descartan, ríen los dos, tener que hacer una rotación estacional de objetos.

Una mujer coge un producto de la Trastoteka de Pamplona.
Una mujer coge un producto de la Trastoteka de Pamplona.PABLO LASAOSA
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