La derecha confía en que la legislatura descarrile
El PP no se plantea un cambio de guion y presionará esta semana con una ofensiva europea contra Sánchez
Una oposición al Gobierno de Pedro Sánchez con tentáculos y ramificaciones diversas. Nada ha pasado para que el PP cambie de orientación, toda vez que la sesión de investidura y todo el proceso constitucional del nombramiento del presidente del Gobierno no es reconocido por el primer partido de la oposición. Hasta el último minuto de la investidura, el líder popular, Alberto Núñez Feijóo, sostuvo su demanda de convocatoria de elecciones. Tras la votación, empezó la presión con la esperanza política de que la legislatura descarrile cuanto antes. En las Cortes Generales, en el Parlamento Europeo, con el apoyo de sectores relevantes del Partido Popular Europeo —en plena lucha en su propio seno—, en los gobiernos y parlamentos regionales con mayoría de PP y Vox, y en la calle. Con el diagnóstico y previsión de que el Gobierno será necesariamente fallido y, por tanto, corto, no existe en la cúpula del PP, hoy por hoy, un replanteamiento de cambio de orientación.
La próxima tramitación de una ley de amnistía es un acicate formidable para que el PP solo gire sobre sí mismo. Han sido cinco años de denuncia constante por la identidad política de los socios de coalición internos, Unidas Podemos, y los externos. El reproche o pecado original era más por el quién y mucho menos por el qué se llevaba a las Cortes, aunque el PP, en la práctica, no ha apoyado las principales leyes de esta legislatura. Ahora, el acuerdo con Junts, con su líder natural, Carles Puigdemont, fugado de la justicia española, y el pacto para amnistiar a los encausados por el procés, hace del todo prescindible que el PP se desvíe o malgaste energías en lo que no sea proclamar “el fraude” que ha cometido Sánchez y la tropelía que, a su juicio, se enseñoreará de la política española con la concesión de esta medida de gracia. El énfasis no se pondrá tanto en la eventual inconstitucionalidad de la ley, ante la diversidad de opiniones expertas, sino en “la traición” a los españoles. Bajo ese paraguas caben muchos millones de ciudadanos. ¿Para qué cambiar?.
Esta es la línea de la que nadie se desmarcará en el PP. No hay debate sobre cambios, todo acaba de empezar, pero sí existen dudas, no explícitas ni en alto, de que mantener el bullicio permanente sobre la denuncia por la amnistía sea suficientemente satisfactorio para la opinión pública, una vez que la legislatura comience, y el Gobierno plantee y apruebe medidas de calado social y económico. El líder de Vox, Santiago Abascal, no tiene dudas de que manifestarse solo los domingos por la mañana, como hace el PP desde hace cuatro semanas, es propio de blandos. La presión y la manifestación tiene que ser diaria. De todo ello quiere hablar con Feijóo, a quien le ha pedido una reunión. Nada extraño por parte de Abascal, dados los pactos que mantienen ambos partidos en gobiernos autonómicos y Ayuntamientos.
El éxito de las manifestaciones del PP, pacíficas, sin el menor incidente, pero con expresiones de extremada agresividad contra el presidente del Gobierno, animan a los populares a mantener las llamadas a salir a la calle. No hay una palabra contraria en el PP a que, durante 17 días consecutivos, se impida el funcionamiento de un partido político, el PSOE, al ser asediada su sede federal de Madrid por miles de personas. Ellos no son los incitadores, responden invariables. Del otro lado, socialistas, Sumar, nacionalistas e independentistas, tienen en el PP y Vox, la argamasa que cimenta su bloque, no exento de problemas. El PSOE no puede esperar de ERC, y mucho menos de Junts, gestos o palabras de complicidad. Todo lo contrario, avisos y advertencias continuas. En privado, los tonos son otros.
Asociaciones judiciales y colectivos profesionales, al mostrar su rotundo rechazo a favorecer a los independentistas catalanes, lanzan innumerables balones de oxígeno al PP para que mantenga su posición. Esta misma semana, en el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo, se escucharán voces españolas y de otras nacionalidades contra la medida del recién elegido presidente Sánchez. Los discursos más gruesos apuntarán a que España ha sufrido un golpe de Estado y que el presidente elegido pone en riesgo el Estado de Derecho. Europa, vigile a Pedro Sánchez, este es el mensaje que lanzará el PP en la Eurocámara.
“Help Spain”, con este cartel de auxilio el presidente del PP y su vicesecretario general, Esteban González Pons, recibieron a los corresponsales extranjeros en España, convocados para explicarles su punto de vista sobre los peligros que se ciernen sobre la democracia española. Un dosier de 126 páginas fue el material con el que cada corresponsal regresó a su oficina. Horas más tardes, el Gobierno trató de contrarrestar el mensaje.
Mientras el debate sobre la amnistía tenga buenos asideros, su paso por el Congreso, el Senado y, después, con la aplicación de la misma por los jueces, el PP seguirá con esa bandera. Si se produce la vuelta de Puigdemont a España, la protesta alcanzará la apoteosis. El tímido debate en el PP del pasado mes de septiembre, tras la fallida investidura de Feijóo, sobre la necesidad de pasar página y asumir que no gobernarán se ha ido debilitando. No se ve la necesidad de hacer el duelo, imprescindible tras una pérdida, sino de seguir en el combate.
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