Feijóo, en la telaraña catalana
El líder del PP ensaya una estrategia más flexible con el nacionalismo, pero tropieza con la derecha dura
Alberto Núñez Feijóo puede adoptar distintas versiones de sí mismo. El político gallego es la misma persona cuando advierte, en espacio de solo unos días, que los nacionalismos llevan a España “a un horizonte similar al de los Balcanes”, y después, también, la que defiende que hay que “normalizar las relaciones, desde la discrepancia, con el nacionalismo catalán”. El Feijóo que arenga a las masas que corean “¡Puigdemont, a prisión!” en los mítines del PP en la calle contra la amnistía es también el Feijóo que “respeta” al expresident de Cataluña porque “en los contactos, no personales ni directos, pero sí indirectos, no ha mentido” a su partido. El líder del PP ensaya un abordaje más flexible del problema catalán mientras pretende seguir cabalgando a lomos del fuerte rechazo de la derecha a la amnistía. Feijóo no quiere renunciar a ser ningún Feijóo; el representante de los moderados y el de los duros, para desconcierto del partido, dividido también sobre la estrategia.
No es fácil para Feijóo intentar la estrategia moderada. Al líder del PP le llovieron las críticas de la derecha después de expresar este miércoles en Barcelona su respeto a Puigdemont. Primero, de su referente en Cataluña, Alejandro Fernández. Después, los medios conservadores se llenaron de tribunas críticas y exdirigentes del ala dura se le echaron encima. “En la dirección del PP siguen sin tener ideas claras. Con Puigdemont no solo tienen diferencias políticas abismales, sino que como persona no merece el respeto de ningún español de bien. Huyó cobardemente, malversó grandes sumas y quiso destruir nuestra nación. Respeto, cero”, dijo el expresidente del PP en Cataluña Alejo Vidal Quadras, referente del ala más españolista del PP, que terminó en Vox, aunque se desvinculó de ese partido y volvió a acercarse al PP. Los barones del PP se esforzaron en no contradecir a su líder, incómodos, y Feijóo terminó matizándose a sí mismo. Argumentó que había querido decir que respetaba a todas las personas, y endureció el tono contra Puigdemont.
Detrás de la condescendencia de Feijóo con el expresidente catalán en Barcelona está el intento de su dirección, comandado por el vicesecretario Esteban González Pons, de construir puentes con Junts per Catalunya. El PP quiere salir de su aislamiento con Vox y abrirse a acuerdos con los nacionalistas catalanes y vascos. Otra cosa es que la derecha se lo permita.
Un dirigente de la máxima confianza del líder lo describe así: “Nosotros no debemos aceptar el marco de que el PSOE puede hablar con todos, mientras nosotros solo con Vox. ¿Pedro Sánchez puede hacerse una foto con Bildu y pactar con Junts y nosotros no podemos hacer nada?”, inquiere. Algunos miembros de la dirección popular llegan a decir en privado que “se podría discutir alguna fórmula para aliviar a los encausados y que los que están fuera pudieran volver”, en referencia a Puigdemont, teniendo en cuenta que “la actitud de la sociedad española no es justiciera”. No obstante, este dirigente cree que “no así, no a cambio de siete votos y sin hablar con la oposición”.
Feijóo querría volver a los tiempos del Pacto del Majestic, cuando José María Aznar pactaba con Jordi Pujol en 1996. Sin embargo, el líder del PP catalán, en abierto desafío a la dirección nacional, discrepa de que eso sea posible. “El problema es que no se puede, Junts no es Convergencia; lo que queda de Convergencia es el PDeCAT”, argumentan fuentes de su entorno. “Y tampoco se puede sorber y soplar al mismo tiempo. No puedes denunciar que hay una operación política hacia la autodeterminación y hacer actos todos los domingos contra la amnistía, y luego decir que quieres pactar con quien la lidera”.
En cambio, otros dirigentes del PP de Cataluña coinciden con la dirección en que su partido debe buscar una estrategia más flexible. “Si actuamos como Vox renunciamos a gobernar alguna vez en Cataluña”, defiende uno.
No es la primera vez que Feijóo se ve obligado a rectificar sus propias palabras sobre Cataluña. El proceso siempre es el mismo: la versión más moderada de Feijóo da un paso hacia delante, pero tras las críticas, la versión dura de Feijóo da un paso para atrás. “Nadie entiende la estrategia para Cataluña. Hay bandazos. Nunca ha habido un debate sobre la línea política, solo por asuntos orgánicos”, se queja un destacado dirigente del PP catalán. De momento, Feijóo se ha agarrado al rechazo a la amnistía como eje de su discurso para el problema de Cataluña, consciente de que la medida de gracia despierta recelos también en sectores progresistas. Por el camino han surgido también los primeros matices en el mundo conservador. La burguesía catalana, a la que el PP querría seducir electoralmente, se ha posicionado a través del Cercle de Economía a favor de la amnistía si el independentismo renuncia a la unilateralidad.
El PP lo ha probado todo en Cataluña y no consigue despojarse del estigma de nasty party (partido antipático). “Somos el anatema en Cataluña. Hemos intentado las dos estrategias: con Alejo Vidal-Quadras, la más españolista; con Josep Piqué, la más catalanista, y ninguna ha funcionado”, analiza una dirigente que lideró el partido varios años. “Lo único que resultaría es cambiar la marca, igual que hizo Convergencia con Junts”.
Otras voces del PP advierten también de que Vox se beneficia de que el partido apueste todo al marco de Cataluña. “¿Qué diferencia hay entre la amnistía y los indultos?”, se pregunta un importante dirigente de la etapa de Pablo Casado. “Yo creo que no existe, al final la gente ha perdonado los indultos y les ha vuelto a votar. La derecha necesita un proyecto, ¿qué opinamos del medioambiente?”, inquiere. Vox y el PP rivalizan hoy por capitalizar el rechazo a la amnistía con protestas en Madrid y en Málaga. Habrá duelo de capacidad de convocatoria, mientras Feijóo seguirá enredado en la telaraña catalana.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.