Los familiares de los dos jóvenes argentinos desaparecidos en Málaga cuando practicaban pádel surf: “No nos vamos a ir sin los chicos”

La que iba a ser una jornada de diversión se ha convertido en una pesadilla que, de momento, no tiene final. Los amigos Emmanuel Soria, de 34 años, y Maximiliano Ludvik, de 29, madrugaron el pasado domingo 27 de agosto para practicar pádel surf y ver amanecer mientras disfrutaban de un mate. Nunca volvieron. Nada se sabe de su paradero desde entonces y solo se encontró su tabla a 36 horas después a 15 millas al sureste de Málaga, ciudad de la que partieron. “Queremos seguir con fuerzas hasta aparezcan. No nos vamos a ir sin los chicos”, asegura Ignacio Soria, hermano de Emmanuel, uno de los familiares de ambos jóvenes que han hecho 10.000 kilómetros desde Mar de Plata, en Argentina, hasta la provincia malagueña para seguir de cerca el operativo de búsqueda. Están tristes, nerviosos, llenos de incertidumbre. “Ojalá haya resultado lo antes posible”, añade otro de los hermanos, Pancho Soria, mientras medios de Salvamento Marítimo, Cruz Roja y Guardia Civil rastrean cada palmo del Mar de Alborán.

Emmanuel llegó a Málaga hace seis meses y trabajaba junto a otro de sus hermanos, Santiago, en labores de pintura y mantenimiento. Su amigo Maximiliano llegó después, hace algo más de dos meses. Juntos habían visitado lugares como Puerto Banús en Marbella o las calas de Maro, a las afueras de Nerja, donde también habían practicado pádel surf. El domingo 27 de agosto planearon ir temprano al mar para ver salir el sol. Quedaron a las siete y media de la mañana en la playa de Huelin, al oeste de la capital malagueña. Llevaban un termo y una bombilla de mate. Se subieron a su tabla y navegaron. Un turista inglés los captó con su móvil y el vídeo se difundió días después. Se les ve todavía cerca de la orilla, casi de noche. En las imágenes se observa la acción de las rachas del viento sobre el mar. Aquel día la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) había activado la alerta amarilla por oleaje y fuerte viento. La noche antes un hombre también pidió ayuda desde su kayak algo más al oeste, en la zona de Guadalmar, que consiguió llegar finalmente a tierra tras un buen susto y mucho esfuerzo.

No hay ninguna certeza sobre qué pudo ocurrirles o qué llevó a los desaparecidos a abandonar su único medio de flotación, la tabla. “Quizá les entró pánico al verse tan lejos de la costa o cualquier otra cosa. Es imposible saberlo”, cuentan fuentes conocedoras de la práctica de pádel surf. Los jóvenes habían dejado sus teléfonos móviles en casa, así que no pudieron avisar. Sus familiares les echaron de menos a media mañana. A mediodía los socorristas de la playa de La Misericordia, junto a la de Huelin, tuvieron que subir a sus motos de agua para rescatar a tres niños que se encontraban a más de 700 metros de la orilla con una tabla de pádel surf. “Nos llamaron los padres. Ese día el mar te llevaba rápidamente hacia adentro”, cuenta uno de los profesionales que este miércoles vigilaba esta zona de costa. Aquel domingo había terral —viento cálido— que en este litoral sopla fuerte de norte a sur. “Esos días es muy raro que venga gente a la playa, pero nosotros ponemos especial vigilancia en los objetos flotantes, porque es lo que más riesgo conlleva”, cuenta otro guardacostas, que recomienda siempre llevar el móvil en una funda estanca de plástico para avisar en caso de emergencia.

La preocupación sobre el paradero de estos amigos creció después de las tres de la tarde. A esa hora Maximiliano debía entrar a su puesto de trabajo en la heladería El Barrio, en la zona de Carlinda, en el noroeste de la capital malagueña. “Es muy responsable y nos extrañamos mucho de que no llegara. Pensamos que se habría quedado dormido o que se podría haber confundido con los turnos. Cualquier cosa menos esto”, cuenta Rocío, una de sus compañeras en el negocio, escondido entre pequeños bloques de seis plantas de una barriada humilde. “Todavía no me lo creo”, sostenía la chica desde el mostrador mientras se acordaba de los familiares de los desaparecidos. Otra de las hermanas de Emmanuel, Camila, ponía una denuncia en la Policía Nacional. Lo hacía a las once y once de la noche. Poco después, de madrugada, Salvamento Marítimo recogía el testigo y arrancaba una operación de búsqueda con medios aéreos y marítimos que aún continúa.

El primer resultado se dio ya el lunes por la tarde. Tras los continuos avisos a las buques y embarcaciones que navegaran por la zona, un velero encontró la tabla con la que los jóvenes salieron al mar —con un termo para el mate a bordo—, que fue trasladada a tierra por parte de la Salvamar Alnitak. El martes una embarcación encontraba dos cadáveres, que resultaron ser de dos hombres de origen magrebí, se cree, que viajaban en una patera y en cuya identificación trabaja la Guardia Civil. Desde entonces, ningún hallazgo más. Mientras, poco a poco, los familiares han ido viajando hasta Málaga desde Argentina. El pasado domingo convocaron una concentración junto a la playa mientras otra tenía también lugar en Mar de Plata. El martes participaron en una rueda de prensa junto al alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre. “Sabemos que va a bajar la intensidad [de la búsqueda] y nosotros queremos que sigan buscando con la misma intensidad o más”, decía Jorge Ludvik, padre de Maximiliano. Las esperanzas de encontrarlos con vida son mínimas. “Es casi imposible”, señalan fuentes expertas.

Este miércoles, bajo las órdenes del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Tarifa, las embarcaciones Salvamar Alnitak de Salvamento Marítimo y la LS Cronos de Cruz Roja buscaban tanto al este como al oeste de la ciudad de Málaga con el apoyo de los medios de la Guardia Civil. “El operativo de búsqueda continúa”, añadían fuentes de Subdelegación del Gobierno, que destacaban los efectivos y los medios desplegados en la operación. “Sabemos que han gastado muchos recursos, más de lo normal, pero es importante que vuelvan los medios aéreos porque así es más viable que los encuentren”, señala Pancho Soria a EL PAÍS. “Seguiremos presionando, para algo hicimos 10.000 kilómetros”, añadía. Todos tienen billete hasta el 20 de septiembre. “Y si hace falta quedarse más, lo haremos. Sin ellos no nos vamos a ir”, repite su hermano, Ignacio Soria.