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El director de Protección Civil y Emergencias: “Cuando el bosque deja de ser un recurso puede convertirse en un gigantesco combustible”

Leonardo Marcos insiste en que los incendios “no son tanto un problema de medios de extinción como de abandono de los montes”

Leonardo Marcos, director general de Protección Civil y Emergencias.
Leonardo Marcos, director general de Protección Civil y Emergencias.
Patricia Ortega Dolz

Leonardo Marcos (65 años, León) afronta su cuarto año al frente de la Dirección General de Protección Civil, la institución que coordina el Sistema Nacional de Emergencias y que depende del Ministerio del Interior. Tras un verano pasado en el que 45 grandes incendios arrasaron más de 250.000 hectáreas de monte en España, los bosques de Teruel, Castellón, Lugo y Asturias han empezado a arder ya este mes de marzo y estos fuegos hacen presagiar lo peor.

Pregunta. Los incendios han empezado este año en el mes de marzo, ¿Qué podemos esperar este verano?

Respuesta. Siempre ha habido incendios en marzo, durante el invierno. Especialmente en la cornisa cantábrica. Vinculados, sobre todo, a determinados usos agrícolas. Lo que está ocurriendo estos días es que las temperaturas son más altas de lo normal, la humedad más baja, los vientos más fuertes, en medio de una sequía prolongada. Una primera idea que me gustaría enfatizar es que no debemos seguir hablando de “campaña de incendios”. La campaña es anual, permanente. Durante unos meses hay que hacer prevención, y en otros extinción.

P. ¿Puede ser un verano peor que el anterior?

R. Lo sabremos cuando termine el verano. Pero debemos acostumbrarnos a analizar este fenómeno en ciclos más largos.

P. ¿Y qué podemos hacer para evitar esos riesgos ahora? ¿Estamos a tiempo?

R. Hay que focalizar la prevención, las medidas tendentes a evitar que el riesgo se manifieste, o si ocurre, minimizar sus efectos. El forestal es un riesgo bien conocido en España. Y disponemos, en general, de buenos dispositivos de extinción, de intervención. Hay un gran campo de mejora en la prevención, en preparar los bosques para que haya menos incendios, o sean menos virulentos y controlables. Es ya un clásico decir que los incendios se apagan en invierno, que no quiere decir sino que hay que hacer gestión forestal integral, todo el año. En la prevención, además, hay un papel para todos los ciudadanos. Debemos cumplir unas reglas mínimas de seguridad: no acudir a los bosques en épocas de peligro, por supuesto, no hacer fuego, mantener sin maleza el entorno de las urbanizaciones y casas situadas en parajes forestales o con mucha vegetación, avisar a los servicios de emergencias en cuanto se detecte algún foco, etc.

P. ¿Hasta qué punto son determinantes los medios de extinción?

R. Este no es un problema de medios de extinción, sino de abandono: nos hemos ido del medio rural y lo hemos dejado solo, como mucho lo usamos como parque temático para un fin de semana. Es cierto que un dispositivo de extinción correctamente dimensionado, preparado y equipado es fundamental para enfrentarse a situaciones de emergencia, sea un incendio forestal o cualquier otro. Pero la extinción, la intervención, es sólo una de las fases del ciclo de las emergencias. El foco debemos ponerlo antes de la intervención, en la prevención. La cuestión fundamental no es si estamos preparados para la extinción, sino si estamos preparados para responder de manera integral a este y a otros riesgos.

P. ¿Y lo estamos?

R. En la medida en que el medio natural esté más o menos abandonado, no gestionado o gestionado deficientemente o con métodos que no se adapten a la realidad de ahora, los dispositivos de extinción estarán más o menos estresados y capacitados para dar una respuesta adecuada y segura. No hablemos de medios de extinción, o de intervención en sentido amplio, sino de capacidad de respuesta integral, que comienza mucho antes de la intervención. En general, podemos afirmar que en España tenemos un buen sistema de respuesta a emergencias. Y tenemos, además, recursos extraordinarios del Estado (como la Unidad Militar de Emergencias o los medios aéreos del Ministerio de Transición Ecológica que opera el Ejército del Aire, o la Guardia Civil, que es esencial para que las evacuaciones preventivas sean seguras) que están orientados a complementar los recursos de las Comunidades Autónomas cuando se vean superadas en su capacidad de respuesta. Que cada Comunidad Autónoma tenga bien dimensionados sus recursos a los riesgos que debe enfrentar es fundamental para no desequilibrar el conjunto del Sistema.

P. ¿Cómo contribuyen las nuevas tecnologías a la gestión de los incendios?

R. Afortunadamente, cada vez disponemos de más y mejores herramientas tecnológicas: un sistema de satélites europeo (Copernicus) que proporciona imágenes muy precisas, muy útiles no sólo para la recuperación, sino también para la intervención; este año tenemos ya plenamente operativo el sistema de alertas a teléfonos móviles (el sistema ES-Alert, que gestionamos en el Ministerio del Interior y que está a disposición de las Comunidades Autónomas y de Ceuta y Melilla); se ha generalizado el uso de drones, que permiten a los directores de las emergencias conocer exactamente la situación en tiempo real. Debo mencionar también la información que facilita la Agencia Estatal de Meteorología: abundante, precisa, actualizada, accesible.

P. ¿Qué le diría usted a esos bomberos a los que llamarán en pocas semanas para que luchen en primera línea de fuego después de haber estado desempleados durante meses?

R. Cada Administración Pública tiene que organizar sus recursos como mejor estime conveniente de acuerdo con sus prioridades. La gestión de los riesgos debe ser integral. En el caso de los incendios forestales, el trabajo es para todo el año. Cuando hablamos de invertir más en prevención, estamos hablando de gastar menos en intervención y en recuperación, y, sobre todo, estamos hablando de incrementar nuestro bienestar. Insisto, no es un gasto, es una inversión.

P. Entonces, ¿Qué le diría a esos bomberos?

R. El elemento fundamental en el sistema de Protección Civil y Emergencias son los profesionales, por tanto necesitamos profesionales bien formados, con empleos estables y bien remunerados.

P. ¿Y más largo plazo, que podemos hacer para evitar que se quemen nuestros bosques?

R. Las condiciones climáticas nos obligan a adaptarnos a ese nuevo escenario: con más gestión forestal, con mejor gestión del territorio, con una mayor cultura preventiva. Los incendios forestales han existido siempre, y forman parte del ciclo de la Naturaleza. No se trata de evitarlos (lo cual, seguramente, es imposible), sino de evitar que afecten de manera importante a nuestra seguridad, a nuestro bienestar y a nuestra forma de vida. Se trata de evitar que sean catastróficos.

P. Más allá de los incendiarios, la acción humana está detrás de la mayor parte de los incendios.

R. La cultura de la prevención es una parte fundamental de cualquier estrategia de seguridad. Todos podemos (y debemos) ser agentes de nuestra propia seguridad. Buena parte de los incendios llamados de invierno tienen que ver con prácticas agrícolas que se descontrolan. En pleno verano, no es infrecuente que graves incendios comiencen por la utilización en horario inadecuado de determinadas máquinas.

P. ¿Cree que un reproche penal más contundente serviría para evitar buena parte de los incendios?

R.El reproche penal debe dirigirse a los casos patológicos, a las conductas claramente dolosas o gravemente irresponsables. Pero lo fundamental, junto con la prevención, es la concienciación ante el riesgo.

P. Hay zonas de bosque como la que se ha quemado esta semana en Teruel y Castellón en las que no ha pasado nadie casi desde la Guerra Civil, de hecho los Tedax andaban por allí por si acaso, y no deben de ser las únicas de España. ¿Qué se debe hacer con esas masas forestales que rodean a nuestros pueblos y aldeas de la España vaciada?

R. El proceso de urbanización, o el abandono del medio rural, impacta directamente en la relación tradicional con las masas forestales, con el medio natural. Cuando el bosque deja de ser un recurso puede convertirse fácilmente en una acumulación gigantesca de combustible. Cuando el bosque está integrado en el ciclo económico, cuando es fuente de riqueza, medio de vida, es más fácil gestionarlo de una manera segura y sostenible. No podemos permitir que la naturaleza se convierta en una amenaza.

Más de 40.000 hectáreas quemadas en lo que va de año

ELIONA RAKIPAJ

El incendio de Castellón y Teruel del pasado 24 de marzo ha arrasado con 4.700 hectáreas. Es el peor en un mes de marzo desde el año 1992, según los datos del ministerio de Transición Ecológica. Y según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales, en lo que va de año se han quemado 41. 276 hectáreas. Cantabria ha cerrado el mes con un balance de 152 incendios forestales más que en el mismo periodo de 2022, cuando no llegaron a 200, informa el Gobierno de regional. Este marzo, uno de los peores meses del año para la lucha contra el fuego en la región, se han contabilizado en Cantabria 343 incendios y el año pasado fueron 191. Y Asturias ha cerrado marzo con 121 focos. En Lugo (Galicia) el fuego ha quemado más de 1.400 hectáreas. El mes pasado ha sido particularmente duro con los incendios. Las estadísticas del ministeiro de Transición Ecológica indican que en el úlitmo medio siglo, solo el 10,5% de los grandes incendios forestales (más de 500 hectáreas) se han producido entre noviembre y abril. 
Esta oleada ha coincidido con el mes de marzo más caluroso que en años anteriores. Las altas temperaturas, que han provcado la ausencia de lluvias y la sequía meteorológica de larga duración desde diciembre, son una de las causas que aumentan el riesgo de incendios. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ya alertó el pasado 26 de marzo de que el mes de marzo terminaría con “una situación realmente anómala en cuanto a las temperaturas”.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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