Un inquietante vídeo antes de matar a su novio con tres destornilladores y un grito de auxilio ahogado
Gustavo O. ha sido detenido en Madrid por asesinar a su novio Pedro en una casa llena de elementos religiosos y contó a los policías que su pareja estaba “maldita” y había intentado envenenarle
El vídeo dura apenas 24 segundos. En él se ve a un hombre que está a punto de asesinar a su pareja. Él es Gustavo O. y su víctima Pedro E. En la grabación sostiene dos palos cruzados y una imagen de un Cristo. Recorre un pequeño pasillo y llega hasta una sala de estar en la que no hay nadie más y está desordenada. Se enfoca a sí mismo y susurra: “Lo siento mucho”. Después muestra la imagen religiosa y vuelve a apuntar a su rostro y esboza una sonrisa. Poco después, los vecinos oyeron gritos y golpes, así que llamaron a la policía. La patrulla que entró en esa casa unos minutos después de ese vídeo encontraron una escena muy distinta a la que se ve en él. El salón ya no estaba vacío, sino que los agentes hallaron el cadáver de Pedro, de 54 años, con tres destornilladores clavados en distintas partes del cuerpo, encima de las butacas grises que se ven en el vídeo. “Un baño de sangre”, definieron los policías que acudieron a la escena.
Sobre las siete de la mañana de este domingo, varios vecinos se han despertado sobresaltados por el estruendo proveniente del segundo piso interior, al que se llega por una estrecha escalera. Media hora antes, la sala del 091 había recibido otro aviso en esa misma calle, porque la pareja estaba discutiendo en el exterior. El bloque en el que se ha producido el crimen se trata de una corrala humilde del barrio de Puente de Vallecas en el que cualquier ruido retumba en el patio y donde la mayoría de sus vecinos viven de alquiler. “Esuché un ‘auxilio’ que no llegó a acabar, es como si se le cortara la voz antes de terminar la palabra. Me asomé, pero ya no vi ni oí nada, además aún estaba oscuro así que volví a meterme en casa”, cuenta una vecina.
Otro residente en el bloque sí que llamó a los agentes por los ruidos provenientes de esa casa cuyos inquilinos nunca antes habían generado problemas. Una patrulla se presentó poco después en el domicilio y fue el presunto asesino el que abrió la puerta, despues de cinco minutos de negociación a través de la puerta. En el interior, Gustavo preguntaba insistentemente a los agentes que cómo podía estar él seguro de que de verdad eran policías y se enfadaba cada vez que la luz del rellano, automática, se apagaba. Cuando por fin abrió, recibió a los policías desnudo, con los dos palos que se ven en el vídeo en forma de cruz.
Allí mismo el detenido les ofreció un relato inconexo y atropellado sobre lo sucedido y sobre su vida con Pedro. Les contó que había consumido anfetaminas, que estaban manteniendo relaciones y que él no quiso seguir y que la víctima había intentado clavarle las jeringuillas con anabolizantes que el consumía. “¡Si entráis, podéis ver las jeringuillas!”, les gritó a los agentes. También les dijo que Pedro estaba “maldito”, que tenía “el demonio dentro” y que sabía que desde hacía mucho estaba tratando de envenenarle con la comida. Además, les explicó que su pareja traficaba con droga desde hacía mucho y que, a pesar de que se lo había prometido muchas veces, continuaba haciéndolo. Varios residentes confirman que el trasiego a altas horas de la madrugada era habitual en esa casa.
El cuerpo musculadísimo y perfectamente definido del ahora detenido aparece sin cesar en sus redes sociales, en las que además promociona fiestas y discotecas de ambiente gay para las que él vende entradas. De hecho, una de sus últimas publicaciones es un enlace a la venta de entradas de una fiesta que se celebra en Torremolinos (Málaga) y otra es la de una lista a su nombre en un local del barrio de Chamberí. Según él mismo ha explicado a los agentes, llegó a España hace varios años en un vuelo pagado por Pedro.
Las drogas han podido ser el detonante de este crimen, aunque hay que esperar a la autopsia de la víctima y a los análisis del detenido para determinar qué papel ha jugado el consumo en lo sucedido en esa casa. Según varios residentes en la finca, a Gustavo se le veía alterado en el momento de la detención. Estaba desnudo y completamente cubierto de sangre. De hecho, en el suelo del rellano han quedado varios restregones del momento en el que la policía le ha tumbado para ponerle las esposas. En ese momento, el presunto autor se ha quejado repetidamente de que tenía mucho frío y de que le dolían las muñecas con los grilletes.
Además de la imagen religiosa que sostiene el detenido en el vídeo, los agentes encontraron otros elementos espirituales en la vivienda: biblias, libros esotéricos y otras imágenes. En el salón había también un montón de sal esparcida por todos los rincones. Los agentes dieron el aviso al Summa, pero los sanitarios encontraron al hombre ya muerto cuando llegaron, no había nada que hacer. “Se han escuchado muchísimos golpes, muy muy fuertes, ha debido de haber una pelea gorda. Y me parecía entender a alguien gritando y diciendo algo de matar, pero no se entendía bien, era un balbuceo, como cuando alguien habla borracho o drogado”, relata un vecino.
Pedro y Gustavo eran pareja desde hacía varios años. La víctima era española y el detenido es un argentino de 34 años. “Siempre iban sonrientes. Gustavo iba todos los días al gimnasio y también hacía pesas en casa y Pedro decía que él ya no tenía edad para hacer tanto deporte”, resume uno de sus vecinos. Era habitual ver a la víctima en el rellano que comparten varios vecinos para tender la ropa en albornoz. Al final de la mañana de este domingo, los servicios funerarios han sacado su cuerpo del bloque, ante la mirada de varios viandantes. El cadáver y las bolsas repletas que se ha llevado la policía científica darán respuesta a todas las preguntas sobre qué pasó tras esa puerta y esas ventanas tapadas siempre por cortinas marrones.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.