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‘El cristalero’, un capo de la droga en Euskadi seducido por las criptomonedas

La Guardia Civil desmantela una banda dedicada al blanqueo de dinero obtenido del narcotráfico

Mikel Ormazabal
Imagen cedida por la Guardia Civil de la operación contra una red de blanqueo y tráfico de drogas asentada en Bizkaia.
Imagen cedida por la Guardia Civil de la operación contra una red de blanqueo y tráfico de drogas asentada en Bizkaia.

La Guardia Civil ha desentrañado una trama de blanqueo de capitales que conducía a uno de los capos del narcotráfico de más solera en Euskadi. La vida de El cristalero —como es conocido en su entorno y a quien se ha conseguido atribuir por primera vez este tipo delictivo— transcurría en viviendas exclusivas, con vehículos de alta gama y productos de lujo, a pesar de que no tenía ninguna ocupación laboral conocida.

Las pesquisas han dado por desarticulada esta red que lavaba dinero simulando actividades empresariales, como comprar facturas de empresas de la construcción, pero que también coqueteó con las criptomonedas con la misma finalidad. La trama se asentaba principalmente en Bizkaia, de donde son la mayoría de los 11 detenidos, pero también tenía presencia en Valencia e Islas Baleares. El líder del grupo criminal disponía de un teléfono distinto para hablar con cada uno de sus miembros, y los cambiaba con frecuencia para no dejar rastro.

La operación, bautizada como Didaka, arrancó gracias a una alerta de la agencia estadounidense Homeland Security Investigations (HSI), encargada de investigar amenazas transnacionales. Las primeras sospechas de la Guardia Civil se remontan a finales de 2021, tras detectar una entrega de dinero en metálico para convertirla en criptomoneda. Ese dinero virtual tenía como destino “países sudamericanos productores de cocaína”, según una nota de la Guardia Civil con la que ha hecho público el final de la investigación. Los agentes identificaron entonces a todas las personas del entramado, vinculadas principalmente con el tráfico de drogas. Según la investigación, estaban organizados por jerarquías y contaban con roles diferenciados. Una amplia red de testaferros y colaboradores les permitía eludir el control policial.

Para camuflar los beneficios del narcotráfico, el grupo de El cristalero compraba facturas de empresas activas del sector de la construcción de Bizkaia que buscaban desgravar el IVA. Los miembros de la banda entregaban supuestamente dinero en efectivo a empresarios y, a cambio, les emitían transferencias económicas a una sociedad instrumental controlada por los arrestados. También se les investiga por simular la compra de bienes y servicios. Para ocultar la titularidad de los bienes que iban adquiriendo, utilizaban la identidad de terceras personas, a veces fallecidas, según informa la Guardia Civil.

Los miembros de la banda empleaban fuertes medidas de seguridad, entre ellas un lenguaje codificado con el que pretendían sortear el control policial. El líder disponía de un teléfono distinto para hablar con cada uno de los otros integrantes e iba cambiando los terminales móviles con frecuencia. Durante las labores de seguimiento, los agentes comprobaron que los sospechosos tomaban medidas de contravigilancia, como las contramarchas, una práctica habitual de los capos del narco: se paraban en mitad de un trayecto o daban varias vueltas a una rotonda para comprobar si estaban siendo perseguidos.

En la operación, en la que se han practicado diez registros, han sido bloqueados e intervenidos diversos inmuebles, cerca de 200.000 euros en metálico, dos armas de fuego, abundante munición de diverso calibre y una plantación de marihuana. Las pesquisas han estado dirigidas por el grupo de blanqueo de capitales de la Unidad Central Operativa (UCO), la Unidad de Policía Judicial del País Vasco y la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil de Bizkaia. El juzgado de instrucción número 9 de Bilbao ha asumido el caso.

El cabecilla de la organización criminal, I. A. M., de 38 años y vecino de Loiu (Bizkaia), tiene un amplio historial relacionado con el tráfico de drogas. En 2011 fue detenido por la policía de Rumanía con 150 kilos de cocaína que había sido enviada por barco desde Bolivia simulando un transporte de madera. En aquella operación policial intervino la agencia antidroga americana DEA. El traficante estuvo varios años en prisión en aquel país y cumplió la parte final de la pena en la de Basauri.

En febrero de 2020 volvió a caer en manos de la policía en una operación coordinada por la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Ertzaintza que concluyó con 32 personas detenidas (16 de ellos en Euskadi y 11 en Valladolid). A la banda se le incautaron 200 kilos de droga valorada en casi medio millón de euros, cuatro armas de fuego, 45.000 euros en metálico y 12 vehículos. I. A. M. era uno de los jefes de aquella organización que se dedicaba a transportar marihuana de gran calidad a Alemania y a Holanda, y aprovechaba el viaje de vuelta para importar speed y heroína a España.

El cristalero estaba en el centro de aquellas operaciones. Aprovechaba los contactos que tenía en el extranjero para “mover la droga” y, según las investigaciones de los cuerpos policiales, “no la tocaba”, actuaba “por encargo” y cobraba las operaciones con la ayuda de un exboxeador profesional, lo que dificultaba las investigaciones. En aquella operación, le requisaron 22.000 euros ocultos en varios lugares, entre otros en la depuradora de una piscina.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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