Ir al contenido
_
_
_
_

Guillermo Rossini, el primer imitador político del Perú, fallece a los 93 años

Pionero de la sátira política, voz emblemática de la radio y maestro del humor fino, deja un legado que marcó más de seis décadas de vida pública

Renzo Gómez Vega

No fue un vividor, pero se jactaba de que siempre había vivido de los políticos. No estudió artes escénicas, pero es considerado como una institución de la comicidad. No era muy amigo de aprenderse parlamentos, pero acostumbraba decir que los políticos eran los mejores libretistas. Guillermo Rossini González, pionero en imitar a presidentes, alcaldes, ministros y congresistas peruanos, falleció el sábado por la noche, en Lima, a los 93 años. A quien durante varias décadas se dedicó a satirizar el acontecer nacional, le tocó protagonizar una noticia tristísima que ha puesto de duelo al país.

En un medio, donde sobran los puyazos para acaparar pantalla, Rossini inspiraba respeto entre sus colegas. Caminaba de puntillas en el complejo oficio de hacer reír sin burlarse de los demás. Se esforzaba en no recurrir al chiste ocioso y en caricaturizar con altura. Las autoridades de turno le deben un carisma del que carecían y el haberlos hecho más memorables de lo que hubiesen sido. En ocasiones, los programas de Rossini fueron una válvula de escape: lanzaba dardos críticos, en clave de humor, en canales de televisión que eran afines al poder.

El larguirucho Rossini fue gesticulación, pero sobre todo voz. Una voz ronca, pendenciera y camaleónica que se adueñó del dial. Comenzó su carrera en radio Victoria, en 1959, imitando a un locutor hípico, en el programa de Augusto Ferrando, un conductor célebre por descubrir talentos y ridiculizar a los vulnerables. Pero, aunque siempre estuvo agradecido por la oportunidad, la chispa de Rossini casi siempre eligió otros rumbos. Tenía otra sensibilidad.

Durante más de 30 años, el Flaco Rossini fue visitador médico. Pero su labor no se limitaba a promocionar nuevos fármacos, sino a alegrar al personal médico e incluso a los pacientes. Contagió una terapia de la risa sin llevar en la nariz una bola roja. Heredó las ocurrencias y la actitud positiva frente a la vida de su madre, una gallega. Su padre, un arequipeño, quiso introducirlo en el arte de la escultura y trabajaron juntos, modelando mausoleos y lápidas. “En los cementerios recibo más aplausos. Allí me aplauden como cien mil almas”, dijo alguna vez.

Pero la comicidad se impuso y lo hizo pasearse por cinco canales de televisión. Teleloquibambia, El Tornillo y Estrafalario fueron los primeros espacios donde se curtió entre escenas en blanco y negro. Fue en Risas y Salsa donde creció su popularidad desde inicios de los 80 hasta mediados de los 90. Una época violenta, donde reír era una necesidad y un acto de resistencia. Un país destruido por la hiperinflación, la corrupción y un fuego cruzado entre el terrorismo y las Fuerzas Armadas. Rossini no volvió a pasar desapercibido desde entonces.

Aunque fue con su proyecto de Los chistosos —un programa que se emite ininterrumpidamente en Radio Programas del Perú desde hace 31 años— que se ganó el cariño unánime de la gente. El método parecía sencillo: leer las noticias del día con una gran pizca de ironía. Pero en la práctica se requería muchísimo más que gracia. Había que conformar un equipo que fuera capaz de perfeccionar un amplio repertorio de voces. Pero que improvisara a partir de la información. Así como Ferrando lo descubrió, Rossini tuvo el ojo para reclutar a comediantes jóvenes que ahora brillan en sus cincuentas: Fernando Armas, Hernán Vidaurre, Giovanna Castro y Manolo Rojas.

“Más de 60 años en la radio, todo un récord [...] Era rapidísimo, gracioso, nunca chabacano, siempre con el humor fino y elegante. Me enseñó mucho”, dice Vidaurre. “Es un golpe de verdad que algún día en la vida nos tiene que tocar, pero no pensamos que así fuera a ser, en estos momentos. Era como nuestro padre, nuestro ejemplo”, comenta Manolo Rojas. El 6 de septiembre, el día en que Rossini cumplió 93 años, Los chistosos se volvieron a juntar en una mesa de mantel largo y una ronda interminable de bromas. Con ellos, Rossini saltó al cine en el 2016, en El candidato, donde interpretó al padre de Ollanta Humala.

El Flaco Rossini se retiró de los escenarios a mediados del 2021, a un paso de la base nueve, después de la segunda ola del coronavirus. Hacer reír por videollamada no era lo suyo. Le costaba escuchar a sus compañeros y sentía que su voz no transmitía su chispa de la misma manera. No se despidió de sus oyentes porque no quiso llorar en vivo. Hasta allí llegaba su compromiso con el humor. Presumía que a pesar de llevar un marcapasos y tener en el pecho “más cortes que una carretera” por sus males cardiacos, su lucidez permanecía intacta. “Todavía no toco maracas”, decía en alusión a quienes padecen de Parkinson.

Queda en los archivos una colección de imitaciones entre los que se encuentran los expresidentes Manuel Prado, Francisco Morales Bermúdez y Pedro Pablo Kuczynski, así como los exalcaldes de Lima Alfonso Barrantes, Luis Bedoya Reyes y Susana Villarán. También los exministros Alfonso Grados Bertorini, Juan Carlos Hurtado Miller y, cómo no, la ex primera dama, Susana Higuchi. Guillermo Rossini convirtió el “oiga, caballero” —con el que imitó al exministro de Defensa, David Waisman— en su sello. No era tanto lo que decía, sino cómo lo decía.

Se curó de la política después de ser regidor en dos ocasiones del distrito limeño de Jesús María en los 80. Era hincha del Deportivo Municipal, un club de fútbol legendario que ahora transita lejos de la Primera División y cuyo uniforme es casi idéntico al de la selección peruana: camiseta blanca y franja roja. Un club de escasas alegrías con una hinchada leal. Incluso en esos terrenos, el ‘Flaco’ Rossini no despertó antipatías. Descansa el artista que nos obsequió seis décadas de buenos ratos. Un terapeuta del humor.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Renzo Gómez Vega
Periodista y escritor. Ha escrito en los medios peruanos 'El Comercio', 'La República', el semanario 'Hildebrandt en sus Trece' y 'Salud con Lupa'. Fundador de la revista digital 'Sudor'.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_