_
_
_
_
_

El incendio de la sierra de la Culebra se cobra una segunda víctima mortal

Las brigadas de extinción localizan el cadáver de un pastor cerca de la localidad de Tábara. El fuego ha obligado ya a evacuar 25 pueblos

Bomberos de las Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF) atajan un incendio en un campo de trigo en Tábara, Zamora.Foto: Isabel Infantes (Reuters) | Vídeo: EPV
Juan Navarro
Tábara (Zamora) -

El incendio que golpea la sierra de la Culebra, en la provincia de Zamora, ha sumado este lunes una segunda víctima mortal. Se trata de un pastor, cuyo cadáver ha sido hallado en las cercanías de la localidad de Tábara (900 habitantes), según confirman fuentes de los bomberos que trabajan en la zona. Supuestamente, la víctima salió de su domicilio por la mañana desoyendo las advertencias de las autoridades, que pedían a la población que no abandonaran sus casas e, incluso, que se trasladaran a localidades menos amenazadas por el fuego. Se trata del segundo fallecimiento registrado en esta catástrofe natural tras la muerte, el domingo, de un brigadista que se vio atrapado por las llamas. El incendio también ha provocado heridas a otros dos bomberos, que han sido hospitalizados, según las mismas fuentes.

La cortina de fuego que ha provocado ambas muertes avanzaba de madrugada por la zona sur de esta reserva natural tras el incendio que devoró 25.000 hectáreas del norte hace un mes. El frente tiene una longitud de 12 kilómetros y supone una lengua de destrucción que cambia de color según arrasa pinares. El naranja del suelo se funde con el gris de la humareda que despide el incendio que quema el entorno de Tábara, cuyos vecinos han sido desalojados preventivamente, aunque los focos están a una distancia aparentemente lejana. Pero todo puede cambiar, sobre todo el viento, como saben los ganaderos que esquivan a las autoridades y observan desde los caminos cómo arde su forma de vida. Durante la noche, el humo hace escocer los ojos y provoca tos áspera. Estas áreas se libraron del incendio anterior, pero el domingo se sumieron en la pesadilla de las llamas. Huele a humo y miedo. Manuel García, un ganadero local, mira al horizonte y musita: “Es un desastre para Zamora, es la puntilla”.

La historia se repite. Calor extremo, tormentas eléctricas y terrenos secos. El fuego engulle la vegetación y crece gracias a las intensas rachas de viento oscilantes. Los bomberos se fajan con las llamas desde que un rayo desató el infierno el domingo por la tarde. A las 13 horas de este lunes, ya eran 14 las localidades desalojadas por la cercanía de las llamas. Se trata de Olmillos de Castro, Tábara, Abejera, Riofrío de Aliste, San Martín de Tábara, Ferreruela de Tábara, Escober de Tábara, Sesnández de Tábara, Villanueva de las Peras, Bercianos de Valverde, Santa María de Valverde, Morales de Valverde, Pueblica de Valverde y Litos, según la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Castilla y León. En total, hay más de 1.800 personas desplazadas. En Ferreruela es donde se produjo la muerte del bombero forestal Daniel Gullón, de 62 años, a quien el incendio envolvió mientras intervenía con su patrulla. Sus compañeros, que siguen trabajando, hablan con dolor y rabia sobre lo sucedido a este veterano zamorano, respetado por los suyos y valorado en el gremio por su experiencia de manguerista. Por la noche, la cifra de municipios evacuados ascendía a 25.

García, de 50 años, explica que conocía al fallecido, procedente del cercano Ferreras de Abajo, y que de joven migró a Suiza. “Yo hoy he visto la muerte de cerca”, repite el ganadero sobrecogido al recordar la súbita irrupción del fuego cuando acudió con su viejo coche a San Martín para ayudar a desalojar a tres mujeres de 90 años de sus domicilios. Aún nadie sabe qué será de sus hogares. García asiste a la tragedia con su hijo Unai, de 18 años, absortos ambos ante el triste espectáculo. Imposible dormir. Pasan las horas de la madrugada y la tensión sigue intacta. “Estudio un módulo agrario y quiero quedarme aquí, tenemos cabras, ovejas y vacas. En un incendio las peores profesiones son bombero, ganadero y agricultor”, sostiene el joven mientras, al fondo, las llamas cambian de intensidad, color y altura si devoran grandes masas de pinos.

El ganadero Manuel García observaba en la madrugada del lunes el incendio en las cercanías de Tábara (Zamora).
El ganadero Manuel García observaba en la madrugada del lunes el incendio en las cercanías de Tábara (Zamora).Juan Navarro
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El panorama se complica recorriendo la carretera hacia Ferreruela, donde varias brigadas actúan con cortafuegos para intentar contener el incendio hacia las tres de la mañana. El crepitar y el chisporreteo de este infierno suenan como un soplete cuando apenas unos metros separan a las personas de los focos, mientras que al subir a partes elevadas y más distantes, parecen el rumor del mar, una hipnótica melodía de devastación allí donde se vive del campo, sus castaños, su caza, sus pastos o sus abejas. Padre e hijo debaten sobre la fuerza del viento, que amaina y refresca más que las noches anteriores, y se consuelan con que “al menos no ha sido provocado”. El chaval refresca con una manguera los terrenos que han arado con el tractor pocas horas antes para proteger su nave con animales, mientras el hombre enseña la orografía y paisajes afectados gracias a una aplicación del teléfono. “Antes no había estos incendios”, sostiene García, exigiendo más prevención en los montes y más recursos para los bomberos, más aún tras el episodio mortal que han sufrido.

Las estimaciones de quienes conocen Tábara y sus proximidades apuntan a una extensión quemada superior a las 25.000 hectáreas de hace unas semanas. Los brigadistas y los guardias civiles también ponen cara de pesar al calcular el impacto del incendio y admitir que, a falta de cifras oficiales, el inmenso perímetro invita a ponerse en lo peor. Varios autobuses y comitivas de coches salen de estas localidades hacia Zamora capital o localidades a salvo del fuego, que se ha vuelto a cebar sobre una provincia escasa de industria, muy envejecida y cuyos parajes naturales son una importante fuente de ingresos para muchas familias. La intensidad del incendio impide que la incipiente llegada del amanecer traiga consigo buenas noticias. Padre e hijo corren a llevar sus vacas a un lugar seguro. Allá por donde se mire se ve una marea roja vomitar nubes de humo, chispas y ceniza. Posar la vista en el retrovisor muestra que ahí atrás, a una velocidad lenta pero constante, sigue aumentando la desgracia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_