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SESIÓN DE CONTROL

La oposición, un ‘pato cojo’ en el Congreso, sin líder que enfrentar a Sánchez

La crisis del PP ha dejado al Parlamento sin jefe de la oposición. Las normas de la Cámara limitan a Abascal en su intento de asumir el protagonismo

Santiago Abascal (izquierda) e Iván Espinosa de los Monteros, el pasado miércoles en el Congreso.
Santiago Abascal (izquierda) e Iván Espinosa de los Monteros, el pasado miércoles en el Congreso.Eduardo Parra (Europa Press)
Xosé Hermida

Enfrente de Pedro Sánchez hay ahora en el Congreso un escaño vacío. La oposición no tiene líder en el Parlamento ni lo va a tener hasta las próximas elecciones. Esa ausencia podría brindar una gran ocasión a Santiago Abascal, si no fuera porque las normas de la Cámara limitan el protagonismo del tercer partido. De modo que Sánchez seguirá sufriendo para salvar cada ley, pero en el debate parlamentario tendrá delante una oposición muy parecida a eso que la jerga política estadounidense llama un pato cojo.

En el PP todo es provisional hasta que llegue Alberto Núñez Feijóo, a partir del 2 de abril. La portavoz, Cuca Gamarra, ha cubierto la ausencia de Pablo Casado en los cara a cara de los miércoles con Sánchez, y los portavoces adjuntos se van turnando en el examen a vicepresidentas y ministros. ¿Y quién marca la línea política? Responde Gamarra:

—El consejo de dirección del grupo en contacto con el partido, donde hay una coordinadora general, que en este caso coincide que soy yo. Y además aún quedan vicesecretarios generales.

—Pero hablará con Feijóo…

—O no… [se rie].

No hayan hablado —o sí— con Feijóo, se ha percibido en los populares un cambio de tono en los debates. Sin rebajar el fondo de la crítica, toman distancias del vocabulario tremebundo de la época anterior. “Gamarra tiene un discurso menos hiriente”, admite un destacado socialista. Su mayor inconveniente —si Feijóo la mantiene, que nada está confirmado— es que le tocaría encarnar la flamante etapa tras haber sido una de las imágenes de la antigua. Y Sánchez ya demostró el pasado miércoles cómo está dispuesto a explotarlo. “No sé si estoy hablando con el viejo o con el nuevo PP”, infirió de entrada el líder socialista a su contrincante. “El PP es el PP y no vamos a dejarnos llevar por la dialéctica del presidente”, esquiva la portavoz popular, “lo importante es que se siga viendo que enfrente hay una alternativa fuerte”.

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El principal líder con el que Sánchez se medirá cara a cara será a partir de ahora Abascal. La pasada sesión de control ya mostró que, sin primera línea en el PP, los focos se volverán con más frecuencia hacia el jefe de Vox. El choque entre él y el presidente se llevó esta semana todos los titulares. Cierto que ese duelo tampoco va a exigir un gran esfuerzo a Sánchez, porque Abascal solo tiene derecho a una pregunta cada cuatro plenos. Vox lleva tiempo reclamando en la Cámara que se deroguen unas normas “de los tiempos del bipartidismo”. La desproporción para la extrema derecha es evidente: el PP, con menos del doble de sus diputados —88, por 52 de Vox— dispone de cuatro veces más oportunidades al poder interpelar al presidente en cada pleno.

El miércoles último, el primero en que se medía a solas con Sánchez sin la presencia de Casado, el líder de Vox rehuyó el cuerpo a cuerpo total. En lugar de dividir los dos minutos y medio de los que disponía en dos intervenciones, para así al menos dar una réplica al presidente, optó por consumirlos en un solo discurso al principio. Sánchez tuvo pista libre para zurrarle, mientras Abascal no pudo más que protestar airado desde su escaño. “Se ha visto con Abascal y antes con Casado: el presidente suele salir ganador de estos duelos”, afirma uno de los más curtidos diputados socialistas, “así que no tengo claro que esta situación vaya a ser una gran ventaja para nosotros”.

El PSOE ya lidió con lo mismo que ahora el PP. Sánchez renunció al escaño en 2016 para mantener su “no es no” a la investidura de Mariano Rajoy sin romper la disciplina de voto. Tras reconquistar el poder orgánico, ejerció un año fuera del escaparate del Congreso, al que volvió justo para encabezar la moción de censura que lo llevó a La Moncloa.

La consultora política Verónica Fumanal, que trabajó para el líder socialista en la oposición, no cree que sea un lastre estar ausente del Congreso: “Eso ya se lo dijeron a Sánchez y no le fue mal. Ahora los medios de comunicación están en todas partes y Feijóo siempre va a tener un foco infinitamente mayor, además sin la presión de estar obligado a dar la cara cada semana en el Parlamento. Si contraprograma actos, tapará las sesiones de control”.

Fumanal solo ve un inconveniente en que falte a los debates sobre el estado de la nación, una cita con gran cobertura mediática que permite confrontar posiciones en un formato más largo. Entre el frenesí de convocatorias electorales, hace siete años que se celebró el último. La oposición, con el PP al frente, venía exigiéndolo desde hace tiempo y el Gobierno remoloneaba. Ahora se acaba de comprometer a convocarlo antes del verano.

El futuro líder del PP no muestra gran preocupación por quedar fuera del Congreso, donde cree que los debates son “poco útiles”. Es más, en su entorno resaltan que tampoco tiene mucho interés en hacerse senador en representación de Galicia, como se ha venido especulando, para poder así enfrentarse una vez al mes a Sánchez en la Cámara alta. Está claro que a Feijóo no le va a suceder como a un remoto antecesor suyo, Antonio Hernández Mancha, otro que comandó la oposición sin escaño. Tanta prisa tenía por asomarse al Congreso que, al mes y medio de ser elegido líder de Alianza Popular, en 1987, lanzó una moción de censura contra Felipe González. No volvió a levantar cabeza.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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