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Pedro Sánchez a Abascal: “Si ustedes gobernasen, sería la muerte de Europa”

El presidente carga contra el líder de Vox y sus aliados de la extrema derecha continental: “No se saldrán con la suya”

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de control este miércoles en el Congreso de los Diputados.Foto: ANDREA COMAS | Vídeo: QUALITY
Xosé Hermida

La crisis del PP ha descabezado a la oposición en el Congreso y ha abierto una rendija para Santiago Abascal. Por ahí apareció este miércoles en la sesión de control al Ejecutivo el líder de Vox, menos estridente que nunca, con el tono grave de quien empieza ya a asumir responsabilidades de gobierno y con la energía de quien intenta presentarse a sí mismo como la auténtica voz del pueblo llano. “Salga ahí fuera, hable con los autónomos, pare en un bar de carretera, pasee por un mercado…”, recomendó Abascal al presidente del Gobierno. Lo que se encontró fue una reprimenda. Pedro Sánchez entró al combate, recurrió a los lazos ahora repentinamente rotos entre la extrema derecha europea y el régimen ruso, y acabó haciendo del líder de Vox parte de la batalla que se libra en el continente: “Europa prevalecerá y usted, Salvini, Le Pen y Putin no se saldrán con la suya”.

En las primeras legislaturas de la democracia, cuando se debatía la situación económica del país, Manuel Fraga se subía a la tribuna del Congreso y, mientras los demás discutían de grandes cifras, él recitaba el precio de los garbanzos. Era el termómetro que utilizaba el entonces líder de la oposición para medir cómo iban las cosas en el país. Este miércoles nadie llegó a mentar los garbanzos, pero los discursos de los que preguntaban al Gobierno fueron por ese mismo patrón. Sánchez hablaba de la guerra, de las cumbres europeas, de su ambición de promover un gran pacto de Estado para hacer frente a la crisis económica. Y los diputados, a derecha e izquierda, le replicaban con la factura de la luz, con el coste del gasóleo industrial y del forraje para los agricultores, con los nombres de las empresas que han tenido que paralizar su actividad, con los apuros de las familias para llenar el carrito del supermercado.

Por ahí entró en primer lugar Cuca Gamarra, la contrincante con la que se ha quedado Sánchez tras la decapitación de Pablo Casado. Con menos decibelios que en la época anterior, el renovado PP ha cogido un solo tema, la situación económica, y por ahí van todos los ataques. Fue significativo que los populares rescataran a la exministra Elvira Rodríguez ―una de sus voces económicas con más experiencia y relegada al ostracismo por el equipo anterior― para medirse a la vicepresidenta Nadia Calviño. Antes, Gamarra se había ceñido al mismo temario para atacar a Sánchez, con líneas argumentales muy del gusto de su futuro líder, Alberto Núñez Feijóo: acusar al Ejecutivo de “despilfarro”, considerar una “inmoralidad” que mantenga tres vicepresidencias y 21 ministerios en la situación actual y exigir al presidente que “elimine el gasto electoralista improductivo” y baje impuestos. Sánchez se atuvo al guion de los socialistas desde que se fue Casado, esa idea de que nada ha cambiado en la línea del primer partido de la oposición, y se quitó de encima a Gamarra con una perla envenenada: “No sé si estoy hablando con el viejo o con el nuevo PP”.

Vox no se ocupó del precio de los garbanzos, pero sí del arroz, la harina, el aceite o los alimentos infantiles. El partido de Abascal dejó de lado sus fragorosas batallas culturales para presentarse como el portavoz del ciudadano que sufre. Iván Espinosa de los Monteros lo ejemplificó con claridad: de un lado está la “España real”, esa que padece la carestía de productos básicos, y del otro “la España de Pedro Sánchez, donde lo que suben son las subvenciones”. Esa fue también la bandera de Abascal para medirse al presidente, al que acusó de dirigir una “fábrica de miseria” y de causar la “ruina de la clase media” con su “fundamentalismo verde”.

Sánchez, que antes había rebajado las hostilidades con Gamarra, se lanzó a por el líder de Vox. Le reprochó que su grupo pretenda agitar protestas en la calle y lo acusó de hacerle el juego a Vladímir Putin con “manifestaciones no contra la guerra, sino contra los gobiernos que están contra la guerra”. “Si en Italia gobernara [Matteo] Salvini, si en Francia gobernara [Marine]Le Pen y si en España ustedes tuvieran al menos alguna responsabilidad gubernamental, sería la muerte de Europa”, insistió Sánchez, antes de terminar con ese “no se saldrán con la suya” que levantó de sus escaños a los diputados socialistas. Mientras estos ovacionaban, en la bancada de Vox estallaron protestas y el propio Abascal se lanzó a gritar: “¡Tramposo! ¡Mentiroso! ¿Y la luz, y el gas?”.

Como Sánchez se ha quedado sin líder de la oposición, las sesiones de control anuncian un protagonismo mayor de sus vicepresidentas. La primera, Nadia Calviño, hace ya tiempo que se deshizo de su traje de tecnócrata para fajarse con dureza ante la oposición. Como la diputada del PP Alicia García le había restregado las diferencias en el Gobierno sobre la respuesta a la invasión de Ucrania, Calviño sacó el estilete: “No deja de sorprenderme que viniendo de su partido me hable de problemas internos”.

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Otra diputada del PP, Carolina España, se estrenó ante la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y lo hizo remedando la frase que esta hizo famosa en sus duelos con el dimitido secretario general de los populares Teodoro García Egea: “Le voy a dar un dato…”. Tras extenderse denunciando la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores, España se encontró con que esta vez Díaz no le iba a dar un dato, “sino una cita”. Eran unas palabras de la propia diputada, en la época del Gobierno de Mariano Rajoy, en las que aseguraba que la cuantía de los salarios era responsabilidad exclusiva de los agentes sociales.


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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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