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La lucha contra el yihadismo después del 11-M: de los entornos de las mezquitas a las redes sociales

Son 15 los detenidos en lo que va de año por la Policía, que basa su estrategia en una única premisa: “Anticipación”

Yihadistas Melilla y Nador
Agentes de la Policía se llevan detenido a un supuesto yihadista en Melilla en febrero.
Patricia Ortega Dolz

Todo lo han cambiado las redes sociales. También la lucha contra el terrorismo islamista, que ahora, cuando se cumplen 18 años del peor atentado de la historia de España, se libra sobre todo en Internet y no tanto en los entornos de las mezquitas. “Antes del 11-M, los adoctrinamientos y la radicalización se producían cuerpo a cuerpo, en las teterías de los alrededores de los centros culturales islámicos, en fincas del extrarradio de las capitales... Ahora, la lucha se libra en la Red, un campo de batalla donde actuamos todos, los malos y los buenos”, señala un mando de la lucha antiterrorista. “La captación se realiza por Facebook, WhastApp, Instagram, Telegram, Tiktok... Son los canales por los que fluyen los mensajes, las consignas, por los que llegan los contenidos violentos de corte islamista, y son el principal foco de vigilancias”, señalan.

En lo que va de año son ya 15 los detenidos por los agentes de la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional, que aporta el 80% de los 108 presos por yihadismo que hay actualmente en las cárceles españolas por terrorismo yihadista, según los últimos datos de Instituciones Penitenciarias. El de los presos es un colectivo de especial seguimiento por su capacidad radicalizadora, dentro y fuera de los centros penitenciarios.

Las principales preocupaciones de quienes hacen frente a la amenaza yihadista son los combatientes retornados (unas 240 personas salieron de España para unirse a las filas del Estado Islámico entre 2014 y 2016), las células configuradas que puedan venir a España para atentar, los autoadoctrinados, los radicalizados en prisión, y la financiación. Y dos nuevos escenarios acrecientan la amenaza: los estados fallidos del Sahel y el nuevo Afganistán de los talibanes.

La matanza del 11-M, con 193 muertos y cerca de 2.000 heridos, precipitó una cascada de cambios, dentro y fuera de los cuerpos de seguridad españoles -entrenados principalmente hasta entonces en la lucha contra el terrorismo etarra- con un objetivo común: la anticipación, lo que en lenguaje policial se denomina “desarticulación temprana de la amenaza”. Esa sigue siendo la premisa que guía los pasos de los agentes especializados en esta materia.

“No es que ahora exista una amenaza más pronunciada, es que estamos trabajando más en profundidad; no es que exista una intensificación de la actividad terrorista en nuestro país, es que estamos potenciando todas las investigaciones”, justifican responsables de la lucha antiterrorista sobre la secuencia de operaciones de los dos primeros meses de este año.

Los quince detenidos en esas actuaciones corresponden a investigaciones que arrancaron en 2020 y 2021 y son todos hombres, de hasta 35 años, y la mayor parte de ellos por delitos de adoctrinamiento y autoadoctrinamiento; excepto tres, acusados de financiar a una milicia terrorista asentada en Libia. “Lo más difícil de demostrar es la financiación, porque utilizan métodos muy sutiles y complicados de detectar, como la hawalla (transferencias basadas en la confianza entre varias personas) o los correos humanos para enviar el dinero”, explican las mismas fuentes.

En lo que va de año ninguna de las operaciones antiyihadistas que se han realizado se ha llevado a cabo en las cárceles, pero en 2021 cuatro de las 12 actuaciones fueron en prisiones. “Mantenemos un contacto fluido con Instituciones Penitenciarias para conocer la situación de los reclusos y su grado de radicalización, sobre todo cuando van a salir, ya que la mayoría tienen medidas: libertad vigilada, expulsiones del país... En 2017 había más de 270 presos por yihadismo. Aproximadamente son repatriados entre cinco y ocho de los que salen en libertad cada año”, estiman fuentes de la lucha antiterrorista, en permanente contacto con la Comisaría Central de Extranjería y Fronteras.

Retornados

De momento, del centenar de combatientes que la Policía española tiene monitorizados en Siria, son tres los retornados detectados y detenidos. Abdel-Majed Abdel Bary, el rapero británico de 31 años apresado en abril de 2020 en un piso de Almería tras llegar en patera desde Argelia; y Marwan, argelino de 29 años que se subió a una patera el 24 de diciembre de 2020 y llegó también hasta la costa almeriense junto a un compatriota de 23 años. Ambos fueron detenidos en Barcelona, junto a un tercero que les dio cobijo en la ciudad condal, en enero de 2021.

Además, existe una Orden Internacional de Detención contra las tres mujeres yihadistas españolas que fueron localizadas en los campos para familiares del Estado Islámico (ISIS) en Siria con 18 menores a su cargo, de los que tres están en paradero desconocido desde febrero de 2020 tras la fuga organizada por sus madres, una de ellas, de origen marroquí y que residía en Ceuta. Pese a que otros países europeos han repatriado a algunas de sus mujeres y niños yihadistas, España sigue esperando a que se establezca una postura común en la Unión Europea al respecto.

Las reformas legales, con el endurecimiento de las penas y concretamente el establecimiento como delito del autoadoctrinamiento y el viaje a zonas de conflicto controladas por grupos terroristas, dotó de poderosas herramientas a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado empleados en esta causa. “Es cierto que nuestra clara apuesta por la anticipación conlleva que, algunas veces, vayamos más ajustados con la carga probatoria, pero en cuanto hay indicios suficientes o elementos de información de que una persona está muy radicalizada o de que un grupo puede suponer un peligro para la sociedad preferimos actuar”, señalan responsables de estas unidades. En los últimos tiempos, son numerosas las sentencias de la Audiencia Nacional que invalidan operaciones antiyihadistas y absuelven a acusados por terrorismo islamista.

No obstante, las nuevas unidades de lucha contra el yihadismo “se han formado, han aprendido idiomas, han interiorizado otra cultura, han incorporado gente (intérpretes), han perfeccionado los sistemas de captación de fuentes, se han tecnificado y tecnologizado, han desarrollado herramientas para camuflarse dentro y fuera de la Red...”, enumeran fuentes de la Fiscalía.

Sin embargo, todo eso no fue suficiente para evitar los ataques en Barcelona y Cambrils en agosto de 2017, con 17 muertos y más de un centenar de heridos. La célula, conformada y dirigida por el imán de Ripoll, actuó a la desesperada tras sufrir un grave accidente en la casa de Alcanar donde preparaban los explosivos, y dejó al descubierto los problemas de coordinación entre los distintos cuerpos policiales.

“Se ha mejorado la coordinación de operaciones, pero sigue fallando la coordinación operativa, es decir, quien investiga sigue siendo el único que sabe lo que investiga, la información sigue parcelada por cuerpos”, aseguran fuentes de los organismos de coordinación de la lucha antiterrorista.

“Aparte de más personal y más formado, y de más medios y más actualizados, hay más cosas que han cambiado: la normativa, con una Ley de Seguridad Nacional y una Estrategia de Seguridad Nacional actualizadas; una estrategia contra el terrorismo nueva y en línea con la UE, unos planes operativos bastante exigentes y un plan de evaluación de la amenaza y respuesta ante un ataque, recién aprobado”, señalan las mismas fuentes. Pero apuntan: “Lo escrito no coincide con lo hecho”.

Por último, advierten de que “demasiada polarización, radicalización y extremismos”, alimentan la posibilidad del surgimiento del terrorismo: “Sólo se teme al terrorismo, pero la convivencia, la solidaridad, el sistema democrático se puede destrozar poco a poco pero inexorablemente”.


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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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