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El PP se ofrece a Sánchez a suplir a Unidas Podemos en la crisis de Ucrania

La condena unánime a Putin no logra acallar en el Congreso las diferencias entre las fuerzas políticas

Xosé Hermida
Pedro Sánchez
La ministra de Economía, Nadia Calviño (centro), y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, aplauden al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles en el Congreso de los Diputados.Eduardo Parra (Europa Press)

Lo que nadie había conseguido en el actual Congreso de los Diputados lo logró este miércoles Dmytro Matiuschenko. El hemiciclo entero se volvió hacia la tribuna de invitados, donde estaba el encargado de negocios de la Embajada de Ucrania en Madrid, y prorrumpió en una ovación unánime, capaz de juntar a Cayetana Álvarez de Toledo con Gabriel Rufián, Santiago Abascal o Mertxe Aizpurua. La condena a la invasión rusa y el apoyo a la resistencia ucrania han unido como nunca al Parlamento español, aunque no lo suficiente como para acallar diferencias nada desdeñables, que alcanzan al corazón mismo del Gobierno. Las palmas entusiastas a Matiuschenko de los diputados de Unidas Podemos se transmutaron en aplausos desganados, cuando no en silencio, después de que el presidente, Pedro Sánchez, anunciase que rectificaba su posición inicial y España contribuirá con un envío propio de armas al Ejecutivo de Kiev.

Nadie, ni siquiera Abascal, socio de los antiguos amigos europeos del régimen ruso, regateó descalificaciones a Vladímir Putin en el pleno del Congreso en el que Sánchez compareció para exponer la respuesta del Gobierno a la guerra. Tampoco el arco más a la izquierda de la Cámara, aunque ahí se escucharon además proclamas contra la OTAN, especialmente encendidas en el caso de la CUP y del BNG. Que Putin es un “sátrapa” —la palabra más repetida, también por Abascal— y que está masacrando al pueblo ucranio no lo discute nadie. Cómo reaccionar es ya una cuestión más peliaguda, en la que ni el Gobierno está completamente de acuerdo.

La gran novedad del discurso de una hora de Sánchez fue el anuncio de la rectificación. España enviará finalmente su propia partida de armas a Ucrania para que nadie dude de su compromiso. Y además, según reveló el presidente en su réplica final a la portavoz del PP, Cuca Gamarra, porque lo ha pedido la oposición: “Lo hice porque los escuché a ustedes y revisé esa posición para que no hubiera ninguna duda”. Previamente, Gamarra había tenido otro gesto conciliador. En vista de que el Ejecutivo está “partido por la mitad” sobre el envío de armas, la portavoz del PP se ofreció a Sánchez: “Si le falla la unidad de su Gobierno, tráigala aquí [la propuesta], que tendrá una mayoría más amplia”.

En su discurso, el presidente había defendido que Putin no solo ha atacado a Ucrania, también a “Europa, sus principios y sus valores”. Resaltó que la agresión rusa ha logrado unir a la UE y “ensamblar a la OTAN”. Y, mirando hacia su izquierda, aleccionó: “Hoy, el no a la guerra de Irak es un no a la guerra de Putin”. Sánchez no ocultó las consecuencias que el conflicto tendrá sobre la economía e hizo algunos llamamientos al respecto. A la Comisión Europea para que mantenga el relajamiento de las reglas fiscales mientras dure la guerra. Y a los agentes sociales en España para negociar un “pacto de rentas” en el que se pongan sobre la mesa “los costes salariales y la moderación de beneficios empresariales”, con el fin de evitar “una espiral inflacionaria”. También anunció la prórroga hasta el 30 de junio de los bonos sociales y las rebajas de impuestos para aligerar la factura de la luz.

De los escaños del PP, en ausencia de los dos caídos, Pablo Casado y Teodoro García Egea, llegó el mensaje más conciliador en mucho tiempo. Gamarra hurgó en las diferencias en el Gobierno, pero sus reproches no pasaron de ahí. La portavoz del PP se dedicó sobre todo a defender un aumento del gasto militar, propuesta que también suscribieron Vox y Ciudadanos.

Abascal compareció como si nunca hubiese enviado tuits en honor a Putin y como si este nunca hubiese patrocinado a algunos de sus socios europeos. Es más, proclamó que ahora “los aliados internacionales” del líder ruso están en Unidas Podemos. “El partido de Putin en España es Vox”, le replicó Pablo Echenique. Otros, como Rufián (ERC) o Edmundo Bal (Ciudadanos) recordaron a Abascal sus viejas simpatías. Bal también atizó a Unidas Podemos y retó a Sánchez. “Échelos del Gobierno, nosotros le tendemos la mano”.

Esta vez, Vox no se va a oponer a la acogida de refugiados, como ocurrió el pasado agosto tras la entrada de los talibanes en Kabul. Ahora Abascal defiende que los ucranios “deben ser acogidos en Europa”, porque se trata de “mujeres, niños, ancianos”, a diferencia de las “invasiones de jóvenes varones en edad militar y de origen musulmán que se han lanzado contra distintas fronteras de Europa en un intento de desestabilizarla y de colonizarla”. Sánchez le replicó con mucha contundencia. Lo llamó “xenófobo” y le recriminó que distinga “entre refugiados de primera y refugiados de segunda”.

El envío de armas a Ucrania y el compromiso atlantista del Gobierno son dos brechas entre el PSOE y algunos de sus aliados por la izquierda. De entre estos, solo Íñigo Errejón, de Más País, obvió ambas cuestiones para centrarse en pedir medidas que reduzcan la dependencia energética de Rusia. Rufián tampoco entró en los envíos de armas, aunque sí se desmarcó en otro aspecto de la posición oficial: “Que Putin sea un sátrapa no quiere decir que la OTAN sea el Séptimo de Caballería”. EH Bildu —y mucho más CUP y BNG— descalificaron a la Alianza Atlántica y se opusieron tajantemente a que Europa mande material bélico a Kiev.

A pesar de todo, la imagen de unidad del aplauso al diplomático ucranio con que había comenzado la jornada se reprodujo más discretamente a su término. Los grupos estaban ultimando una propuesta conjunta de rechazo a la invasión. Solo falta el Mixto, por las reticencias de la CUP ante el texto.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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