El etarra huido David Urdín decide entregarse para saldar un juicio pendiente
Los expertos policiales situaron al fugado al frente de la organización terrorista poco antes de su disolución, aunque su papel fue de mero transmisor de las consignas salidas de las cárceles
David Urdín Pérez, al que los expertos policiales llegaron a situar en la dirección de ETA al ser desmanteladas sus últimas cúpulas, ha decidido entregarse para someterse el jueves al único juicio que tenía pendiente en la Audiencia Nacional por varios actos de kale borroka en diferentes puntos de Navarra en 2006 y 2007. Según han informado a Efe fuentes jurídicas, Urdín, que figuraba en la lista de miembros de ETA en busca y captura, ha comunicado su entrega voluntaria por esta única causa contra él, que previsiblemente podría saldar con un acuerdo de conformidad con la Fiscalía el mismo día del juicio. El papel en la organización terrorista, disuelta en 2018, del hasta ahora fugado, fue de mero transmisor de las consignas salidas de las cárceles.
Por estos hechos fueron procesados cuatro jóvenes junto a Urdín, que era el único que faltaba por juzgar del grupo, al haber permanecido varios años huido tras quedar en libertad dos años después de su detención en 2007. En su escrito de acusación, la Fiscalía pide para él 27 años de cárcel por siete delitos de daños terroristas y otro de tenencia de sustancias incendiarias y explosivas, en relación con varios actos de vandalismo que los acusados perpetraron “guiados por la intención de colaborar con los fines de Segi-Jarrai”, la rama juvenil de ETA.
A Urdín se le acusa de haber participado el 25 de febrero de 2006, junto a otro acusado ya condenado, en un ataque en la estación de tren de Carrascal en Unzué (Navarra) mediante el lanzamiento de dos artefactos incendiarios sobre una máquina de reparación de vías férreas a la que causaron daños. El 24 de mayo de 2007 procedió, junto a otros de los procesados, a seccionar la línea férrea Alsasua-Tudela, a la altura del término de Olóriz (Navarra), lo que provocó la caída de la catenaria sobre la vía y la interrupción del tráfico ferroviario. Minutos después del ataque, se recibió una llamada en la central de emergencias SOS Navarra alertando de que el trayecto ferroviario había sido cortado en varios tramos. “Esto es una respuesta al pucherazo y en busca de solución al conflicto”, señaló el interlocutor, según recoge el escrito de la Fiscalía. Los daños fueron valorados en 23.400 euros.
También se le atribuye haber participado en agosto de 2007 en otro sabotaje en la vía férrea Pamplona-Castejón cortando los cables de la catenaria, lo que causó daños valorados en 6.528 euros. Los autores volvieron ese día a alertar a SOS Navarra: “Se han realizado varios sabotajes en la línea férrea de Navarra para parar los trenes, se han realizado para denunciar que Nafarroa, foral y española, siempre estaremos en manos de la derecha... y para reclamar un marco democrático en Euskal Herria que permita defender todas las ideas en igualdad de condiciones. Gora Nafarroa askatuta eta sozialista [Viva Navarra libre y socialista]”, dijeron.
La Fiscalía le sitúa en otros ataques entre septiembre y noviembre de 2007: el lanzamiento de artefactos incendiarios contra una entidad bancaria y una oficina de Correos en Pamplona, otros sabotajes en vías férreas, y la colocación de un artefacto mixto (incendiario-explosivo) en la sede de UPN en Caparroso (Navarra). Al ser sometido a vigilancias policiales antes de su detención en 2007, los agentes le observaron visitando ciertos establecimientos y depositando en la basura “una serie de restos, que una vez recuperados, hacen presumir que estaba confeccionando artefactos explosivo-incendiarios”. En el registro de su vivienda se encontró también material para la preparación de ese tipo de artefactos caseros, así como un panfleto con el anagrama de Jarrai, guantes sueltos, y una cuartilla manuscrita que empieza con el texto: “Salir disfrazado de casa...”.
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