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Ceuta afronta el reto de acoger a casi 1.000 menores llegados durante la crisis fronteriza

Marruecos atribuye “la lentitud” en las reagrupaciones familiares, que deben ser consentidas, a la burocracia en Europa, pero el Ejecutivo local reconoce que la mayoría de familias prefieren que los niños se queden en España

Varios menores llegan a las playas de Ceuta, donde son recibidos por miembros del Ejército.
Varios menores llegan a las playas de Ceuta, donde son recibidos por miembros del Ejército.Javier Bauluz

La escalada de tensión entre Madrid y Rabat dificulta en Ceuta la vuelta a la normalidad. Al bloqueo impuesto por Marruecos a la devolución de sus nacionales desde la ciudad autónoma se suma el reto de acoger a casi 1.000 menores que entraron durante los dos días más tensos de la crisis fronteriza y que no desean regresar. La mayoría de las familias que han estado buscando a sus hijos durante días rechazan ahora su vuelta a Marruecos y prefieren que se queden en España, según reconocen desde el Gobierno ceutí. Las comunidades autónomas han aceptado acoger a unos 200 menores tutelados, al menos, desde 2020 por el Ejecutivo local, que carece además de infraestructuras para atender a los recién llegados.

Marruecos ha utilizado las dificultades burocráticas de llevar a cabo las reagrupaciones de los menores, que no pueden hacerse sin el consentimiento de padres e hijos, como arma arrojadiza contra España. En un comunicado conjunto de los ministerios marroquíes de Exteriores e Interior, se atribuye “la lentitud” del proceso a “los complejos procedimientos de algunos países europeos”. También se acusa a Madrid de utilizar la cuestión migratoria, incluidos los menores, como “coartada” para eludir las causas de la crisis con Marruecos y en cuyo fondo subyace la postura de España sobre el Sáhara Occidental, según el ministro de Exteriores, Naser Burita.

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Entre el 17 y el 19 de mayo, Marruecos decidió dejar que miles de personas cruzasen a nado o sorteando los espigones limítrofes con Ceuta hacia la ciudad. Murieron tres personas, una de ellas posiblemente un menor. Entre 2.000 y 3.000 niños, niñas y adolescentes consiguieron entrar solos. Las cifras son aproximadas porque llegó un momento en que las autoridades dejaron de contar. Muchos han sido devueltos, en caliente, expulsados tras pasar uno o dos días en la ciudad o han regresado voluntariamente. El fiscal de Menores de Ceuta, José Luis Puerta, investiga ahora las expulsiones exprés de niños y adolescentes que el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, había negado y que el Tribunal Constitucional no avala, en el caso de menores, como “rechazos en frontera”.

Para Sohaib, de 16 años, llegar a Ceuta ha sido solo un primer paso. Su objetivo es Barcelona, donde reside su madre Soad desde hace casi dos años. El joven logró reunirse el jueves con su progenitora después de 10 días durmiendo en las calles de la ciudad autónoma, adonde cruzó nadando. Pese al “compromiso claro y firme” de Marruecos de aceptar el regreso de estos niños, también hay casos como el de Nor (nombre ficticio), cuyo reencuentro con su madre, que había acudido a recogerla al paso fronterizo de Tarajal, fue abortado por los guardias fronterizos.

“Solo en el caso de que el niño manifieste voluntad de volver, se podría estudiar, el retorno solo puede ser voluntario”, explica Catalina Pedraza, portavoz de Save The Children. “Luego hay toda una parte que es la más difícil ahora mismo, que debe hacerse con el país de origen. Se puede contactar con la familia, pero quién debe valorar las condiciones de protección son las autoridades marroquíes”.

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El consentimiento, por parte del menor y de los padres constituye un escollo. Según ha reconocido el Área del Menor del Gobierno local, hasta esta semana, solo 39 familias habían aportado la documentación necesaria para identificar a los pequeños. Otras 40 accedieron al trámite, después de que se hubieran realizado 150 entrevistas. El número de familias que, tras saber que los niños se encuentran en buen estado en Ceuta, han manifestado explícitamente su deseo de recuperarlos en Marruecos es marginal y variable: solo en tres casos se está intentando formalizar el proceso.

El caso de Sohaib es excepcional, ya que la madre se encuentra en España. El relato del día que el adolescente se lanzó al mar para cruzar a nado la frontera entre Marruecos y España arranca como cualquier otro lunes. Unos amigos planeaban ir a la playa, pero él rechazó la propuesta porque tenía el examen final de historia. “Les dije que no podía, que iría al día siguiente”, cuenta; “cuando terminé el examen e iba de vuelta a casa, me encontré con los tres en la calle y fue entonces cuando me contaron lo que estaba pasando”. “No sabíamos nada, me dijeron que había gente que estaba intentando entrar a nado a Ceuta”, recuerda; “quedamos después de comer, empezamos a hablar y me dijeron: ‘Oye, nosotros vamos a entrar, ¿te animas o no?’ Porque ellos sabían que yo quería subir para la Península”.

“Nunca pensé que pudiera pasar algo como esto”, reivindica Soad; “mi hijo siempre fue a la escuela, al gimnasio y al fútbol. Es la primera vez que sale solo y, fíjate, cómo: cruzando el mar”. El pasado miércoles, la mujer se plantó en la ciudad autónoma para intentar localizar a Sohaib, que rechazó desde su llegada acudir a las autoridades españolas o a la Cruz Roja ante el temor de ser devuelto a Marruecos. En menos de 24 horas, la madre consiguió encontrarlo gracias a la información publicada en El Faro de Ceuta y a la llamada de una vecina que aseguraba haberlo visto por su barrio. El siguiente paso es recibir, desde Tetuán, el Libro de Familia que acredita la filiación entre madre e hijo. Soad asegura que la familia de su exmarido no le ha puesto trabas para enviársela. “¡El niño ha estado en la calle más de una semana!”, enfatiza, “a mi ex no le importa, pero a su familia, sí, por eso tienen que ayudarme y mandarme [la documentación] para que se quede conmigo”.

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