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Melilla desaloja de un día para otro a 165 inmigrantes de su plaza de toros y readmite luego a medio centenar de jóvenes

El consejero de Políticas Sociales atribuyó a un “fallo de comunicación” el cierre del recinto de centro de acogida

Más de 160 personas han sido desalojadas este martes de la plaza de toros de Melilla donde residían desde hace más de un año.
Más de 160 personas han sido desalojadas este martes de la plaza de toros de Melilla donde residían desde hace más de un año.Antonio Ruiz

El cierre del centro de acogida instalado en la plaza de toros de Melilla dejó la madrugada de este martes en la calle, de un día para otro, a más de 50 jóvenes extranjeros extutelados por la Administración. Unas 165 personas residían hasta el lunes en el recinto, que funcionaba como recurso temporal desde abril del año pasado, en pleno confinamiento. El Gobierno melillense, que anunció la rescisión de contratos con los trabajadores de la plaza este mismo fin de semana, se había comprometido a realojar a todas las personas acogidas, pero no ha sido así. En el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), dependiente del Ejecutivo central, solo han encontrado techo unas 60 personas. La Delegación del Gobierno sostiene que solo había sitio para aquellas “con un perfil determinado” de vulnerabilidad.

El martes por la noche la viceconsejería del Menor ha activado un protocolo para acoger a los chavales, de forma temporal, de nuevo en la plaza. Solo podrán pernoctar allí los más de 50 extutelados acompañados de un equipo de educadores de calle, dependientes de la viceconsejería. “Es una solución provisional para estos días”, explica Nebil el Rhouati, coordinador del dispositivo, “se han buscado soluciones durante toda la tarde, también en mezquitas, pero lo mejor ha sido volver a la plaza de toros”.

Cierre de la plaza de toros

La decisión del cierre del recinto, a la que este martes se ha puesto solución parcial, llegó este fin de semana de forma sorpresiva y sin apenas planificación. En solo dos días, según los trabajadores, el recinto debía estar vacío y cerrado. Antes de conocerse la readmisión de los jóvenes, el consejero de Políticas Sociales, Mohamed Mohamed Mohand, insistió en que su departamento sí había acordado con la Delegación del Gobierno el ingreso de todos los residentes en el CETI, y atribuye a un “fallo de comunicación” el que más de 50 chavales se hayan quedado en la calle.

“Hemos pasado la noche en la Plaza de España”, explica Philo Wills, voluntaria de Solidary Wheels, una organización que ha acompañado a los chavales a la espera de que el Gobierno local les busque lugar donde dormir, comer y asearse. “Muchos se dispersaron durante la noche”, añade. Los jóvenes estaban bajo la tutela de la Administración hasta que tuvieron que abandonar los centros de menores en los últimos meses, tras cumplir 18 años.

Tampoco han tenido tiempo de reaccionar desde el área del Menor. El viceconsejero Abderrahim Mohamed Hamu reconoce a EL PAÍS que su departamento no fue advertido. “Esto supone un problema añadido”, subraya. “Habrá que buscar alternativas más allá de las que se están buscando para los que están ahora en situación de calle”. Según Hamu, unos 100 jóvenes que cumplieron la mayoría de edad en el último año viven en Melilla sin techo.

Parte del grupo de desalojados de la Plaza de Toros.
Parte del grupo de desalojados de la Plaza de Toros.Antonio Ruiz

A la descoordinación se unió la madrugada del martes el desconcierto entre quienes abandonaban la plaza de toros. Algunos, como Omar Serraj, marroquí entrado en la cincuentena, no tenía idea de adónde acudir. “Yo tengo solicitado asilo. Es posible que vaya al CETI, pero no lo sé”, decía. En el centro esperaban la llegada solo de quienes sí tenían cursada la solicitud de asilo, pero nadie lo había comunicado a los afectados, que acabaron aguardando durante horas a la intemperie. El CETI vuelve a encontrarse por encima de su capacidad con unos 1.100 acogidos en unas instalaciones preparadas para albergar 842 personas, aunque lejos de las 1.700 personas que llegaron a convivir entre marzo y abril de 2020.

Pasada la medianoche, un centenar de personas permanecían asentadas sobre sus bártulos a las puertas de la plaza de toros. Solo unas 15 mujeres que cumplieron la mayoría de edad en los centros de menores de la ciudad habían sido trasladadas a otros recursos durante el día. “Esto no tendría que haber pasado”, reconocía in situ Mohamed Mohand. A esa hora, varias personas se habían marchado ya a puntos donde migrantes sin hogar suelen organizarse en chabolas construidas en mitad de cañas y arbustos.

A la 1.00, una columna de hombres y chavales cargaban maletas y fardos acompañados por un convoy policial camino del centro, junto a la valla que separa Melilla de Marruecos, donde se ubica el CETI. Los vigilantes del turno de noche habían sido avisados minutos antes. A las puertas del centro, los trabajadores discutían que solo se daría entrada a los 41 solicitantes de asilo. “No hay más sitio”, argumentaban, mientras agentes de la policía organizaban dos grupos al grito de “¡Solo solicitantes de asilo!” y “¡El papel en la mano!”. A otro lado quedaban los más de 50 chavales que han acabado pasando la noche al raso en el centro de la ciudad.

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