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El terrible viaje de Prince se cuela en clase

Más de 50 alumnos de un colegio de Avilés envían cartas al niño nigeriano que llegó a Gran Canaria escondido en el timón de un carguero. “No puedo dejar de leerlas, día y noche”, les responde él

María Martín
Prince lee las cartas que recibió de los alumnos de Avilés, en los alrededores del centro donde vive en Gran Canaria.
Prince lee las cartas que recibió de los alumnos de Avilés, en los alrededores del centro donde vive en Gran Canaria.quique curbelo

Carolina, una asturiana de 11 años, redactó una carta para Prince, el nombre ficticio de un niño nigeriano que llegó a Canarias escondido en la pala del timón de un gigantesco carguero. “La verdad, me pareció muy valiente lo que hiciste y seguro que lo pasaste fatal en ese barco. Yo no haría eso por nada del mundo, yo no me arriesgaría, pero tú has sido muy valiente haciéndolo por tu futuro. Me emocionó mucho tu historia”. La niña imaginó que el chico, de 14 años, echaría de menos a los suyos y le deseó que pronto pudieran visitarle. “Te deseo todo lo que te propongas y mucho más”, se despidió. Su carta y la de otros 52 niños acabaron llegando al centro de Gran Canaria donde Prince vive con otros menores extranjeros sin sus familias. Él se quedó impactado. “Las leo todas las noches antes de irme a la cama”.

El terrible viaje para buscarse un futuro lejos de su país que Prince contó a EL PAÍS el pasado mes de diciembre acabó colándose en una clase de lengua del Colegio Salesianos Santo Ángel de Avilés. Uno de los tutores de sexto de primaria, Pablo Díaz, usó el texto para un ejercicio de comprensión lectora, pero también de empatía. Otras dos profesoras del curso hicieron lo mismo y con la noticia proyectada en su pizarra digital debatieron qué llevó a un niño un poco mayor que ellos a vivir una odisea que casi le cuesta la vida.

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How a migrant teen’s ordeal at sea inspired schoolchildren in Spain

“Salieron muchas cosas interesantes”, recuerda el profesor. “Son muchos niños y cada uno tiene su manera de ver la vida. Algunos no entienden por qué viene gente de fuera y que hay otra realidad fuera de las paredes de su casa. Otros sí consiguen ponerse en la piel de los demás más fácilmente. Fue algo muy bonito, porque los profesores estamos un poco encorsetados con el currículum y estas son actividades que hacen crecer al alumno, como persona y como ciudadano”.

Tras la clase, fueron los niños los que propusieron escribir sus cartas. Dibujaron barcos, elogiaron la valentía de Prince y compartieron algunas cosas que les unen. “Hoy al ver tu noticia me he parado a pensar lo mal que lo pasa mucha gente. Mientras mis compañeros estaban leyendo, yo traté de ponerme en tu lugar, aunque todavía no asimilo lo que has hecho”, le escribió Gorka, que le asegura: “Ahora eres un héroe para todos”.

Alejandro le escribe: “Me cuesta pensar que saliste vivo, fuiste muy listo y muy atrevido”. Victoria le cuenta en su carta que tanto sus compañeros como sus profesores “están flipando” con su viaje. “A mí me daría mucho miedo y beber agua salada no debió ser muy agradable”, le dijo Celia. “Si yo fuera el capitán del barco, no tardaría ni un segundo en abrir la puerta. Yo y todo el mundo”, promete Lucas. “He oído que quieres estudiar ¡Aquí puedes estudiar todo lo que quieras!”, le anima Enol. Lara le deseó lo mejor y le informó de que ella también es del Barça y de que también le encanta Messi. “Sería un sueño para mí que te hicieran llegar esta carta”, se despidió Saúl.

Nadie tenía muchas esperanzas de que aquellas cartas llegasen a Gran Canaria. La dirección era correcta, pero el destinatario era un seudónimo y los meses pasaban sin respuesta. “Intentamos no crearles muchas expectativas”, recuerda el profesor. “Pensé que le iban a llegar, pero que no podría leerlas”, cuenta una de las alumnas en un audio enviado por su tutora. Pero a principios de abril, Prince escribió a EL PAÍS: “Acaban de llegarme como 100 cartas de un colegio. Cada una de ellas es increíble. ¿Dónde está Avilés?”. Desde entonces, ha estado leyéndolas. “Traducía cada frase que no entendía o le preguntaba al educador”, recuerda por teléfono.

Prince ha pegado un estirón. Ya no es el niño debilucho que desembarcó de un carguero tras 15 días sin comer ni beber. A punto de cumplir los 15 años, le ha cambiado la voz y empieza a dejar de parecer el niño que llegó en noviembre. Llevaba unos días dándoles vueltas a cómo responder a los niños. Al final se decidió a redactar una carta en inglés y con un boli de tinta roja ha llenado la cara de un folio de agradecimientos.

“Hola, amigos”, arranca. “Quiero aprovechar esta oportunidad para agradeceros que os hayáis preocupado por mí y me hayáis escrito esas cartas. Me quedo leyéndolas día y noche, todos los días y todas las noches antes de irme a la cama, pero estoy muy triste…” En este punto de la carta, Prince cuenta a los niños de Avilés lo que les separa y lo mucho que le gustaría ser como ellos. “Desde que llegué a Canarias no he podido ir al colegio y eso me duele mucho”, escribe.

Las islas han recibido en el último año más de 2.000 menores solo llegados en patera y la consejería de Derechos Sociales, que se ocupa de su tutela, mantiene que el sistema educativo no puede asumir en menos de un año y en plena pandemia a todos esos niños. Prince juega a a la consola, al balonmano, recibe algunas clases de español y ha hecho nuevos amigos —”blancos y negros”, especifica— , pero los días empiezan a parecerle eternos.

“España me parece muy interesante”, les dice, “pero me pregunto cuándo podré ir al colegio como todos vosotros y completar el sueño de mi vida”.

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Sobre la firma

María Martín
Periodista especializada en la cobertura del fenómeno migratorio en España. Empezó su carrera en EL PAÍS como reportera de información local, pasó por El Mundo y se marchó a Brasil. Allí trabajó en la Folha de S. Paulo, fue parte del equipo fundador de la edición en portugués de EL PAÍS y fue corresponsal desde Río de Janeiro.

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