El dramático viaje de la niña de Mali en el que nueve pasajeros murieron en el mar, tres de ellos menores
Durante la travesía, uno de los patrones puso un cubo en la cabeza de un bebé para callarlo y, posteriormente, lo arrojó vivo al mar, según el testimonio de la madre
Las imágenes de la patera que arribó al puerto de Arguineguín (Gran Canaria) el pasado 16 de marzo mostraron el drama de quienes se aventuran en el mar buscando una vida más digna. Aquella noche, dos sanitarios de la Cruz Roja lograron reanimar ‘in extremis’ a un bebé de 24 meses sobre el mismo asfalto del muelle. La niña fallecería, sin embargo, seis días después en el Hospital Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria a causa de la extrema deshidratación sufrida durante la travesía.
Un viaje que, según se ha sabido ahora, resultó ser aún más letal: en la patera iban 62 inmigrantes; solo llegaron a tierra 53, de los cuales diez eran menores. Otros nueve pasajeros perecieron en el océano, entre ellos tres menores, y 13 personas acabaron en el hospital, según fuentes de la fiscalía y la policía. La reconstrucción de esa travesía que han hecho los supervivientes —y que ha dado lugar a una investigación judicial— habla del drama sin fin que viven los migrantes que tratan de alcanzar Europa.
La Policía Nacional ha detenido a un ciudadano senegalés y a otro gambiano, los patrones de la embarcación, y a otros tres más que manejaron otra que arribó a Arrecife (Lanzarote) el 2 de abril. El juez dictó prisión provisional para cuatro de esos arrestados. En ambos cayucos viajaban un total de 94 personas, de las cuales 15 eran menores. Los viajes se desarrollaron sin ningún tipo de medida de seguridad, chalecos salvavidas, comida o bebida, según informa la policía.
Será el juez el que determine si una de esas muertes no se cataloga solo como homicidio por imprudencia sino como asesinato, por lo sucedido con otro de los niños que viajaba en la patera: según ha revelado la investigación policial, durante el viaje este bebé no paró de llorar casi desde el principio. Los patrones comenzaron a amenazar a la madre y en un momento dado uno de ellos puso un cubo en la cabeza del niño para no oír su llanto. Cuando su estado pasó a ser muy débil y casi había dejado de gemir, el patrón arrancó de los brazos de su madre al niño y lo arrojó por la borda. La madre sostiene que aún estaba vivo, asegura Efe.
Cuando arribó la patera en la noche del 16 de marzo, los responsables sanitarios destacaron el alto grado de deshidratación y agotamiento que presentaban los migrantes para una travesía de cuatro días, una duración supuestamente “normal” habiendo salido de Dajla (Sahara Occidental), a 450 kilómetros. También les llamó la atención que varios niños relataran, antes de ser evacuados al Hospital Materno Infantil, que algunas personas habían muerto a bordo de la patera y habían sido arrojadas al mar, algo de lo que esa noche no hablaba ningún adulto.
Sin víveres
Los supervivientes han contado a la policía que el agua y la comida se les terminaron al tercer día de travesía y muchos comenzaron a beber agua del mar, lo que empeoró su situación. Las penurias venían de antes: el grupo había sido llevado días atrás por los responsables del viaje a un punto de la costa africana donde los tuvieron escondidos cerca de una semana antes de embarcar en el cayuco, sin apenas agua o alimentos.
Como sucedió con otra patera rescatada el 15 de enero —la barca en la que murió y fue arrojado por la borda el niño Alhassane en presencia de su madre y su hermana melliza—, esos días gastados en la costa fueron claves para lo que ocurrió después, porque los inmigrantes solo llevaban víveres para el tiempo que esperaban pasar en el mar y tuvieron que usarlos en las jornadas previas a embarcarse. Habían pagado de 1.500 a 2.500 euros cada uno por un hueco en la patera, según la policía. Conforme el agua se fue agotando, fueron muriendo los viajeros.
La Fiscalía considera que, por ahora, cabe imputar a los patrones de la patera al menos cinco homicidios por imprudencia, sin contar la muerte del niño supuestamente arrojado al mar cuando aún estaba vivo, que —en caso de confirmarse— podría dar lugar a una acusación de asesinato. El ministerio público cree también que puede darse por probado que al menos otras dos personas se suicidaron saltando al océano, desesperadas.
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