La estudiada fuga de El Piojo y sus secuaces
La Guardia Civil busca a los dos hermanos, históricos aluniceros madrileños, huidos de la cárcel de Valdemoro
Está todo grabado. La fuga de Jonathan Moñiz Alcaide (34 años), conocido alunicero madrileño bautizado como El Piojo, junto a su hermano Miguel Ángel y uno de sus vecinos de celda, Adrián Muñoz, ha quedado perfectamente registrada por las cámaras de la cárcel de Valdemoro. Las imágenes están ahora siendo analizadas por los inspectores de Instituciones Penitenciarias y aún no han trascendido, pero los funcionarios de prisiones confirman que fueron los tres los que protagonizaron una fuga de película.
“Todo indica que lograron fabricar una copia de una llave de uno de los cuartos/almacén de la prisión donde se ocultaron y del que lograron romper los barrotes, descendieron por el muro y franquearon primero la valla perimetral de la prisión y finalmente treparon por una tapia —de más de seis metros y coronada con concertinas— con una cuerda o varias sábanas anudadas, aún no está claro”, señalan los funcionarios de prisiones, que aseguran que los tres reclusos fueron vistos en su huida desde la torre de control por uno de ellos, que fue quien activó los sistemas de seguridad. “Solo lograron atrapar a uno, a Adrián, un hombre fornido, de etnia gitana, cuyo peso probablemente le impidió culminar la fuga”, señalan las mismas fuentes, que aseguran que el recluso apresado ha declarado que “solo le usaron para despistar a los agentes” que le detuvieron.
La Guardia Civil mantiene activa desde el pasado sábado la búsqueda de los dos fugitivos, a quienes responsabiliza de más de 50 atracos mediante la técnica del alunizaje y del butrón, por los que (en esta última ocasión) llevaban medio año entre rejas. Pero los dos hermanos son “viejos conocidos” en el penal madrileño.
Curtidos en el gimnasio, los funcionarios creen que llevaban tiempo planeando su espectacular escapada. “La primera en 30 años en la cárcel de Valdemoro”, apuntan las mismas fuentes. Eran huéspedes habituales del módulo 9, el que alberga a cerca de un centenar de delincuentes reincidentes, muchos de ellos procedentes de los clanes de la droga de la Cañada Real. Jonathan y Miguel Ángel, pertenecientes a la misma histórica banda de butroneros, compartían celda y no eran considerados por los funcionarios como “especialmente conflictivos”.
El Piojo, ladrón escurridizo y temerario, es conductor experimentado desde su más tierna juventud y aficionado al motocross. Está habituado a exhibir sin reparos su vida en las redes sociales, es el prototipo de delincuente convertido en una suerte de héroe callejero o de barrio. Lo más parecido a El Vaquilla del siglo XXI. Algunos de sus atracos, alunizajes en la Milla de Oro madrileña o en concesionarios de vehículos de alta gama, le han convertido en una especie de leyenda del lumpen.
“Si tienen que matar, lo harán”
Es un hombre alabado y respetado por todo su entorno familiar, social y delincuencial. “Se lo rifaban las bandas de atracadores”, confirman fuentes policiales, que acumulan abultados expedientes relacionados con sus actuaciones. “Son peligrosos en la medida en que no se cortan, si tratan de impedirles el paso no van a escatimar en su respuesta, ni él ni su hermano. Si tienen que matar para seguir con su plan de fuga, lo harán”, aseguran fuentes policiales. De hecho, en alguna de las persecuciones desarrolladas tras sus atracos, no dudaron en arrollar a varios agentes del instituto armado.
La Guardia Civil mantiene la búsqueda plenamente activa desde el pasado domingo, aunque no desvela donde están concentrando los esfuerzos para no dar pistas a los fugados. Fuentes próximas a la investigación creen que “pudieron contar con ayuda del exterior”. De hecho, los agentes de la Guardia Civil que vigilan el perímetro de la prisión acudieron en cuanto fueron avisados por los funcionarios y, al llegar al punto por el que escaparon los hermanos Moñiz, ya no quedaba ni rastro de ellos.
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