_
_
_
_
Estafas

El ‘Hijo de Satán’ que servía al dinero en un chalé de Cádiz

Un hombre acaba condenado a más de tres años de prisión por estafar a sus víctimas, a las que sugestionaba con rituales demoniacos

Jesús A. Cañas
Agentes de la Guardia Civil, en un operativo en Chiclana de la Frontera.
Agentes de la Guardia Civil, en un operativo en Chiclana de la Frontera.Román Ríos (EFE)

Para que una estafa prospere hace falta que el estafador dé con el flanco débil de la víctima y lo explote en su beneficio. Las flaquezas más comunes, y habitualmente más trabajadas por estos delincuentes, suelen ser la codicia, como en el timo de la estampita, o la ignorancia, como en las cartas nigerianas que anuncian al incauto que ha ganado un premio de lotería que no ha jugado. Otros delincuentes, como Carlos Javier Rojas, que se hacía llamar el Hijo de Satán, se aprovechan del estado de necesidad, los terrores o las supersticiones de sus víctimas para manipularlas y sacarles el dinero.

“Profesor vidente brujo Satán, experiencia y seriedad, poder en todos los ámbitos, para solucionar problemas especialmente de amor, recuperar pareja, quitar mal de ojo, impotencia sexual”. Este anuncio, publicado entre 2008 y 2009 en una web de anuncios clasificados, atrajo al menos a cuatro personas que, desesperadas por sus problemas, acudieron a un chalé de Chiclana de la Frontera (Cádiz) para participar en rituales en los que Rojas se bañaba en la sangre de animales ante un altar en el que el único culto era al dinero. Con sus ritos esotéricos y la advertencia de que el demonio les traería “desgracias personales” si no hacían sacrificios económicos, el Hijo de Satán sacó a sus víctimas más de 350.000 euros.

Rojas no solo se dedicaba a manipular mentes asustadas, como la de Consolación, madre de un niño enfermo, que vendió dos pisos con la esperanza de calmar al maligno a través de los ritos del estafador. El santero también tenía un negocio ilegal de venta de coches que importaba de Alemania y a los que trucaba el cuentakilómetros. La Audiencia Provincial de Cádiz lo ha condenado a tres años y medio de prisión por estafa continuada. Junto a él ha sido condenada su esposa, Marisa M. P, que le asistía en el chalé, y su socio, Abel V. A., que le ayudaba a manipular los vehículos.

La sentencia, recurrible ante el Tribunal Supremo, ha sido más leve de lo que cabría esperar: Rojas se ha beneficiado de la atenuante por dilaciones indebidas. Su caso ha tardado 11 años en juzgarse. La sentencia le ha llegado mientras cumplía condena por otra estafa de compraventa de coches.

Cuando los agentes descubrieron lo que ocurría en el interior del chalé en el otoño de 2009, Rojas hizo una gira televisiva en la que negaba la estafa y presumía de tratos con el maligno. En el juicio celebrado contra él la semana pasada volvió a incidir: “Lo invertí todo en mi dios Satán”, explicó, según recogió Diario de Cádiz.

Los jueces parten de la base de que “realizar ritos religiosos, esotéricos o místicos” por dinero no constituye por sí solo un delito. Sí lo es que a esos clientes se les sugestione “para que creyesen que sin su intercesión ante Satán iban a sufrir graves desgracias, para lo cual debían hacer donaciones que (…) implicaron significativas, inexplicables y, ante todo, desproporcionadas entregas de dinero”, como recoge la sentencia.

Rojas y su esposa organizaban supuestos rituales satánicos en los que no dudaban en sacrificar animales como cabras o gallinas y bañarse con su sangre. Eva María y Antonio, una pareja de novios, acabaron participando de estos ritos nocturnos. A ella, el santero la advertía de que iba a “sufrir una enfermedad y que su madre iba a morir”, lo cual “únicamente podía solucionarse mediante entregas de dinero a Satán”. A él le convenció de que debía ofrendar dinero al demonio para que su negocio funcionase. Antonio acabó entregando una placa de oro y hasta 12.000 euros que colocaba por las noches en el altar de los sacrificios y que “desaparecía al día siguiente”, como queda recogido en la sentencia.

El santero embaucó a María Consolación para que acabase vendiendo dos pisos y le entregase los 239.000 euros que obtuvo, parte de un importe que llegó a dárselo en una bolsa de basura en la misma notaría. Le prometió “curar una enfermedad de su hijo menor” y “la convenció de que sobre ella y sobre su hijo pesaba el riesgo de morir en un accidente y que para evitarlo había que hacer una serie de sacrificios económicos”, afirma la resolución.

Con las mismas amenazas de sufrir posesiones, males y accidentes provocados por el maligno, otra mujer, María Luisa, llegó a darle otros 60.000 euros de otra propiedad vendida. Los jueces creen probado que todas estas estafas eran posibles porque “el acusado lograba un claro ascendiente sobre los perjudicados”.

Rojas compatibilizó su sucursal del mal en Chiclana con otra estafa por la que traía coches desde Alemania para venderlos en España con el kilometraje trucado. Los magistrados le han considerado también culpable de embaucar hasta a ocho personas. A algunas de ellas nunca les entregó los vehículos ni les devolvió las fianzas entregadas. A otras les llegó a dar los vehículos, aunque sin tasaciones reales y con valoraciones y kilometrajes trastocados. Se hacía llamar Hijo de Satán, pero no tenía más dios que el dinero.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_