El PP, sobre Álvarez de Toledo: “Era una portavoz de sí misma”
Casado reprochó a la portavoz destituida sus críticas a la salida de Juan Carlos I
La destitución de la portavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, ha despejado el camino para recomponer las relaciones entre el líder del partido, Pablo Casado, y sus barones regionales. Dirigentes territoriales que venían abogando por una línea más moderada optaron este martes por la discreción, pero en privado aplaudieron una decisión que reclamaban desde hace tiempo. La dirección del PP resalta que Álvarez de Toledo se había convertido en “una portavoz de sí misma”. Casado le reprochó además sus críticas a Juan Carlos I.
“Tanto destrozo para llegar a lo obvio”, resume uno de los detractores de Álvarez de Toledo. El ala moderada del partido —en la que se sitúan los presidentes gallego, Alberto Núñez Feijóo, y andaluz, Juan Manuel Moreno, entre otros— ya intentó frenar su nombramiento como portavoz hace un año por entender que les escoraba a la derecha y que iba por libre, y ahora entona un unánime “ya lo advertimos”. Este sector celebra la elección de Cuca Gamarra como nueva portavoz en el Congreso. Tras las elecciones del 12-J, en las que Feijóo arrasó en Galicia con un discurso moderado y el candidato de Casado, Carlos Iturgaiz, se estrelló en Euskadi, varios barones y dirigentes reclamaron cambios para galleguizar el partido y apuntaban a Álvarez de Toledo, finalmente cesada.
La situación se había vuelto insostenible con Álvarez de Toledo, a quien Casado ha ofrecido un puesto en una fundación del partido, Concordia y libertad, sin que ella haya respondido por ahora. “Actuaba más como portavoz de sí misma que del PP”, insisten fuentes de la dirección. Lo habían anticipado los barones y lo admitió ella misma en su comparecencia frente a las escalinatas del Congreso el pasado lunes: “Es una forma de esclavitud formar parte de un partido en el que no te puedes expresar con libertad. La discrepancia no es deslealtad”.
Los dirigentes consultados coinciden en que una cosa es el debate interno y otra la portavocía del Congreso, donde la sintonía debe ser total porque quien la ocupa es, precisamente, el encargado de transmitir el mensaje oficial. Álvarez de Toledo nunca lo entendió así y hasta el último momento presumió de lo que definió como declaraciones “heterodoxas, sorprendentes, que no gustaron a gente del PP”.
Casado le expuso tres ejemplos de su rebeldía en las dos horas de conversación entre ambos el lunes para comunicarle su cese. La primera fueron sus críticas a la decisión del rey emérito de abandonar España —”No debió marcharse. Debió someterse al escrutinio de la propia Casa Real y dar una explicación a los españoles”, había declarado ella a EL PAÍS—. La segunda, su insistencia en la necesidad de un Gobierno de concentración —que ya había planteado tras las elecciones, en contra del argumentario oficial—. Y la tercera, su desacuerdo con los cambios en el grupo parlamentario: fuentes de la dirección aseguran que introdujo por la puerta de atrás un cambio en una reunión plenaria para que Gabriel Elorriaga, hombre de su máxima confianza, pudiera compatibilizar el cargo de diputado con el del director de la asesoría parlamentaria.
Fuentes de la ejecutiva del PP señalan que la portavoz se había convertido en un problema para el líder, obligándole en multitud de ocasiones a responder a preguntas sobre declaraciones sorprendentes de su portavoz. “Su papel era el de proteger al presidente, no darle más problemas”, resumen esas fuentes. Casado, de hecho, ha invertido un año en defender a Álvarez de Toledo de las críticas internas y externas, hasta que entendió que ese pulso le estaba debilitando también. Llegados a un punto de tensión máxima y nula comunicación entre la dirección y el Grupo Popular en el Congreso, con un enfrentamiento cada vez menos disimulado entre Álvarez de Toledo y el secretario general, Teodoro García Egea, el líder del PP decidió que rectificar su nombramiento más polémico le hacía menos daño que mantenerlo.
Durante su comparecencia ante los medios, además de repartir reproches a las estructuras del partido, Álvarez de Toledo incurrió en varios errores o medias verdades, sostienen dirigentes del PP. Sugirió que en su cese había tenido que ver la futura negociación de los Presupuestos Generales del Estado y de la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Pero fuentes de la dirección señalan que ni apoyan los Presupuestos —“No hay negociación. Nuestra política es incompatible con Podemos”, dicen—, ni están dispuestos a acordar con el PSOE la renovación del órgano de gobierno de los jueces.
Casado quiere dar ahora un giro a su línea de oposición y en esa nueva estrategia los perfiles más ideológicos, como el de Álvarez de Toledo, eran un lastre. El líder del PP sabe que los próximos meses van a ser muy duros y quiere centrarse en la economía y en el perfil de partido con experiencia de Gobierno para desgastar a lo que llama la “coalición socialcomunista”. Para eso se ha rodeado de gestores, como Cuca Gamarra, exalcaldesa de Logroño, y el regidor de la capital, José Luis Martínez-Almeida, reforzado tras la crisis del coronavirus.
Introducir a Almeida en el equipo directivo, explican fuentes del PP, permite a Casado aprovechar su tirón de popularidad al tiempo que contiene el impacto producido por la salida de Álvarez de Toledo, ya que son dos perfiles que gustan en el mismo caladero (de votos y mediático). En todo caso, señalan estas fuentes, Almeida no ejercerá una portavocía especialmente activa, ya que no se prevén cambios en los comparecientes en las ruedas de prensa posteriores al comité de dirección, generalmente, García Egea y Pablo Montesinos, vicesecretario de comunicación.
Álvarez de Toledo asegura que aún no ha tomado una decisión sobre su futuro. Fuentes del PP ven difícil que mantenga el escaño como diputada rasa, y a las órdenes de Gamarra, después de haber sido portavoz. Casado le ofreció otra salida: ser secretaria general de la fundación Concordia y libertad, que preside Adolfo Suárez Illana. El partido quiere pasar página cuanto antes. Dirigentes consultados por EL PAÍS coinciden en que el peor escenario sería que Álvarez de Toledo no renunciase al escaño y decidiese montar “una disidencia” dentro del Congreso. La portavoz cesada aseguró el lunes que no había tomado una decisión al respecto y eso, unido a la dureza de sus reproches, ha puesto en alerta a sus detractores. “Sería algo explosivo”, aseguran. Las mismas fuentes coinciden en que su cese “se veía venir”.
Los agradecimientos a la portavoz cesada se cuentan con los dedos de una mano en el PP. “Cayetana ha sido la mejor portavoz del grupo que han tenido nuestros principios y valores en el Congreso. Me entristece profundamente que haya dejado de serlo”, declaró la expresidenta madrileña Esperanza Aguirre, una de las primeras y más entusiastas defensoras de la derecha “sin complejos” de Casado.
Defensa hasta el final del “hijo del terrorista”
Una de las actuaciones más controvertidas de Álvarez de Toledo en el Congreso sucedió el pasado 28 de mayo cuando llamó al vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, “hijo de terrorista”. La exportavoz popular reaccionó indignada cuando la Presidencia de la Cámara ordenó retirar esas palabras del libro de sesiones. Y pretendía recurrirla al Tribunal Constitucional. Fuentes de la dirección del PP señalan que se le hizo ver que el recurso costaría al partido unos 30.000 euros, pero que ella continuó insistiendo hasta acabar provocando un conflicto.
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