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Gibraltar busca mantenerse ligado a la UE con una unión aduanera

Por primera vez en 300 años, el Peñón se distanciaría de la senda que sigue el Reino Unido

Varias personas caminan por Gibraltar.
Varias personas caminan por Gibraltar.A.Carrasco Ragel (EFE)

El próximo 1 de enero concluye el periodo transitorio del Brexit y Gibraltar, al igual que el Reino Unido, quedará definitivamente fuera del mercado interior europeo. Londres asume esa perspectiva con relativa tranquilidad, pero en el Peñón han saltado las alarmas. Las autoridades gibraltareñas buscan desesperadamente una fórmula que les permita mantener un encaje en la UE. Entre las propuestas sobre la mesa de negociación destaca la posibilidad de que el Peñón se integre, por primera vez en su historia, en la unión aduanera europea o en la zona Schengen, según las fuentes consultadas. Los gibraltareños aseguran que “no se puede descartar esa posibilidad”, que supondría el primer distanciamiento del Reino Unido en más de 300 años.

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Gibraltar seeks to keep EU ties after Brexit transition ends

La integración en la unión aduanera fue la primera fórmula planteada por Bruselas para resolver el problema de Irlanda del Norte, el territorio británico que como consecuencia del Brexit podía verse separado con una frontera de la República de Irlanda, socio de la UE. La propuesta fue rechazada tajantemente por Londres, por estimar que la permanencia de Irlanda del Norte en una unión aduanera diferente a la del resto del país equivalía a quebrar la integridad del Reino Unido. Pero el plan resurge ahora como posible solución para Gibraltar, un territorio que además de tener frontera física con la UE depende en gran medida del mercado común para mantener en pie su economía. Las fuentes consultadas reconocen que la idea está sobre la mesa, aunque no parece aún la solución definitiva, menos aún con las relaciones entre Londres y Madrid enrarecidas por la cuarentena impuesta por los británicos a quienes viajen a España.

Fuentes gibraltareñas señalan la incorporación a la unión aduanera como una vía factible e interesante. Y recuerdan, como señal del apoyo que merece el plan aduanero, que el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, ya planteó tras el referéndum del Brexit en 2016 la posibilidad de que el Peñón siguiese un camino distinto al del Reino Unido para incorporarse a la unión aduanera e, incluso, a la zona Schengen.

Las mismas fuentes creen que, a diferencia de Irlanda del Norte, Londres no debería poner ninguna objeción. “Irlanda del Norte es parte del Reino Unido pero Gibraltar es una jurisdicción aparte; no se quebraría ninguna unidad”, apuntan fuentes del Peñón. En el mismo sentido se apunta al espacio libre de fronteras de Schengen, al que ni el Reino Unido ni Gibraltar han pertenecido nunca.

Gibraltar podría aprovechar así la geometría variable de las diferentes esferas de la UE. Algunos territorios, como Mónaco, pertenecen a la unión aduanera; otros, como Noruega, Liechtenstein o Islandia, al mercado interior (vía el Espacio Económico Europeo); y Suiza y los tres miembros del Espacio Económico Europeo pertenecen a Schengen.

España presentó una oferta al Reino Unido en una reunión del pasado junio en Málaga sobre la relación futura de Gibraltar con la UE y los asuntos más espinosos de las relaciones bilaterales. No ha habido respuesta de Londres, pero Madrid ha dejado claro que persigue la creación de una “zona de prosperidad compartida”, de la que poco se sabe por el momento: Exteriores se niega a hacer pública la oferta en este estadio de la negociación. Para la economía gibraltareña es esencial evitar que se reproduzca un aislamiento similar al del cierre de la Verja decretado por Franco en junio de 1969 y mantenido durante casi 16 años. Ese aislamiento no asfixió al Peñón, como calculaba el régimen franquista, pero sí redujo su potencial de crecimiento. La reapertura de la Verja en 1986 contribuyó a disparar el PIB gibraltareño, entre los más altos del mundo en términos per cápita, en parte gracias a un sistema fiscal opaco.

Además del desarrollo del sector financiero, que en buena parte depende de Londres, Gibraltar ha logrado atraer hasta 10 millones de turistas al año, muchos de los cuales llegan por tierra. La pujanza económica se ha convertido en un polo de atracción de empleo para la zona. A finales del año pasado, 14.000 trabajadores transfronterizos entraban al Peñón cada día. Cualquier obstáculo fronterizo puede dañar a la parte española; para la economía gibraltareña, sin embargo, podría resultar devastadora: el 40% de su mano de obra son esos trabajadores de ida y vuelta diaria.

El encaje del Peñón en la UE, sin embargo, no depende de Gibraltar, sino de la negociación entre el Reino Unido y España. Y sigue en el aire. Fuentes británicas se limitan a señalar que las negociaciones con España, en las que participan los gibraltareños, avanzan de manera constructiva y que la prioridad es “mantener el bienestar y la prosperidad de la población de la zona”.

Londres negocia con España el encaje de Gibraltar, y con Bruselas su propia relación con la UE. Gibraltar esperaba beneficiarse de ese acuerdo, siempre y cuando obtenga el visto bueno de España. Pero las negociaciones apuntan, en el mejor de los casos, a un acuerdo de mínimos, muy lejos del acceso total al mercado interior europeo; y en el peor, a una falta de acuerdo de cara al 31 de diciembre. Para Gibraltar, un fracaso de la negociación sería letal.

La integración selectiva en la UE estaría cargada de obstáculos: no necesitaría solo el visto bueno de Londres, sino también el de España, que tiene derecho de veto a cualquier cambio en la relación entre Gibraltar y la UE. El Gobierno de Pedro Sánchez está dispuesto a negociar esa nueva relación sin abordar el tema de la cosoberanía, inaceptable para las autoridades británicas y las gibraltareñas. Pero Madrid desea negociar otros asuntos como la situación del aeropuerto, construido sobre una parte del istmo que no fue cedida al Reino Unido por el Tratado de Utrecht, así como la gestión de las aguas territoriales que rodean el Peñón o la presencia de una base naval británica.

Para Londres, esos temas suponen abordar la cuestión de la soberanía por la puerta de atrás; para España, es una forma de superar el debate y trasladarlo al siglo XXI. En medio está Gibraltar, cuya supervivencia puede depender de una adhesión a la unión aduanera que, a través de España, mantenga el anclaje con Europa.

Gibraltar nunca ha pertenecido a la unión aduanera, en la que sí estaba el Reino Unido, ni a la zona Schengen. En el último medio siglo, el Peñón ha mantenido una situación excepcional, provocada por el cierre de la Verja a finales de los sesenta. Su aislamiento del resto del continente le llevó a obtener un estatus especial cuando el Reino Unido ingresó en la UE en 1973: el Peñón logró acceso al mercado interior europeo, pero quedó excluido de la unión aduanera, de la política comercial común, de la política agrícola y de la obligación de recaudar el IVA.

El 96% de los gibraltareños votaron a favor de seguir en la UE en el referéndum del Brexit. Pero Gibraltar, muy a su pesar, salió de la UE el pasado 31 de enero, el mismo día que Reino Unido. Y a diferencia del Gobierno de Johnson, que anhela el fin del período transitorio a final de año, el Peñón ve acercarse con pavor la salida definitiva del mercado interior y su definitivo desenganche de un club al que debe, en gran parte, el elevadísimo PIB per cápita que disfruta desde hace años.

Gibraltar afirma que Londres conocía la entrevista con Laya

El Gobierno de Boris Johnson conocía la entrevista que celebraron el pasado jueves en Algeciras (Cádiz) la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, y el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, según fuentes del Gobierno del Peñón. La reunión, de apenas media hora, provocó fuertes críticas del PP, Cs y Vox, que solicitaron la comparecencia de Laya en el Congreso —la Diputación Permanente la rechazó ayer martes—. Dos días después de la entrevista, el Reino Unido estableció que todas las personas procedentes de España deben pasar por una cuarentena preventiva por el coronavirus. Fuentes del Gobierno de Picardo tacharon de “conspiranoicas” las teorías que relacionan ambos hechos. Tanto Laya como Picardo describieron la reunión como una forma de abordar la situación de la zona tras el Brexit.

En el Campo de Gibraltar conviven dos realidades muy diferentes: a un lado de la Verja se encuentra la colonia británica con pleno empleo; al otro, La Línea de la Concepción, uno de los municipios con más paro de Europa (30%).

El Gobierno andaluz cuestionó la reunión porque, según el consejero Elías Bendodo, “rompe con la norma no escrita de que no existe bilateralidad entre España y Gibraltar”. “No sé si hay vinculación entre la entrevista y la decisión de Reino Unido sobre el turismo en España, pero si fue así la ministra no lo consiguió”, añadió. El portavoz adjunto del PSOE andaluz y exvicepresidente de la Junta, Manuel Jiménez Barrios, dijo que es “normal” que haya relaciones, sin que signifique renunciar a reivindicaciones históricas.



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