Casado se defiende del fracaso en Euskadi: “Prefiero perder votos a perder el alma”
Feijóo llama a hacer un "discurso templado" mientras el líder del PP niega las acusaciones de tono duro y pide a los suyos que no muerdan "el anzuelo"
Pablo Casado trató de aplacar este miércoles, en la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP, el debate interno sobre su estrategia tras las elecciones del domingo, en las que Alberto Núñez Feijóo arrasó en Galicia con un discurso moderado y su apuesta personal en Euskadi, Carlos Iturgaiz, perdió cuatro escaños. “Nadie nos tiene que llevar a la moderación porque siempre hemos estado en ella”, advirtió a los barones que reclaman la galleguización del partido. “Prefiero perder votos a perder el alma”, añadió, justificando el fracaso vasco.
Casado insistió, como en otros muchos cónclaves populares, en la teoría del “anzuelo”, por la cual el doble discurso o las dos almas del PP son en realidad un señuelo de la izquierda para dividirles. Después de que barones y dirigentes del ala moderada reclamasen estos días imitar el discurso moderado de Feijóo, gran triunfador del 12-J, para recuperar el centro, el líder del partido pidió a los suyos que evitaran “morder” ese cebo y no escucharan “consejos envenenados” del Gobierno “más radical de la historia democrática”. “Tendremos que hacer una oposición firme y responsable. Moderada en el tono, pero contundente en el contenido. Para eso nos pagan”, dijo.
Le apoyó la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, el primer nombre al que apunta el sector moderado del partido para explicar el escoramiento a la derecha. “El verdadero desafío del PP”, dijo, “no es de formas, sino de fondo”. “Existe un verdadero riesgo de un cambio de mayoría social en España y hace falta articular un gran proyecto alternativo”. La portavoz insistió en que para hacer una política “de moderación” tiene que haber “un interlocutor válido del otro lado” y a su juicio, el Gobierno de coalición del PSOE y Podemos no lo es por su “anticonstitucionalismo”. “Eso estrecha el margen de maniobra. No se puede confundir moderación con sumisión”, zanjó.
Nada que ver con los análisis del propio Feijóo, que reivindicó que es posible arrinconar a “los populismos de extrema derecha y de extrema izquierda” con un discurso “templado” y animó a su partido a representar una formación ajena a “las modas” y capaz de aglutinar a un espectro amplio del electorado, incluso a “socialistas desencantados”. “No me resigno”, dijo, “a ver esos populismos en el Congreso de los Diputados”.
En la misma línea, el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, declaró: “La victoria en Galicia es fruto de un Gobierno moderado, inclusivo, capaz de integrar todas las sensibilidades y de abarcar a la mayoría de la sociedad. El PP es y tiene que ser eso. Cuando hemos tenido los mayores triunfos ha sido cuando hemos ocupado un espacio inclusivo. Ese es el camino que tenemos que transitar”.
Casado quiso incorporarse al éxito en Galicia —”es la receta del PP aquí y en todas partes, ahora y siempre”— y aseguró ante Feijóo —que ocultó las siglas durante toda la campaña— que su victoria es “el mejor aval” para que el PP llegue “cuanto antes al Gobierno de España”. Paralelamente, responsabilizó a la baja participación, al éxodo de “150.000 vascos que tuvieron que emigrar por el zarpazo del terrorismo” y a Pedro Sánchez, “legitimador de Bildu”, de los malos resultados de su apuesta personal en Euskadi. Carlos Iturgaiz perdió en coalición con Ciudadanos casi la mitad de los votos del PP en 2016.
Como ya sugerían en la dirección nacional antes de las elecciones en privado, el líder de los populares también dejó caer este miércoles que con Alfonso Alonso —al que sacrificó por la coalición con Cs— les hubiera ido peor y reivindicó la campaña vasca, con un discurso que los populares vascos interpretaron como “antiguo” y demasiado madrileño. “Prefiero perder votos a perder el alma”, subrayó. Con todo, y para aplacar el recurrente debate en el PP sobre el acercamiento a Vox y la falta de moderación, Casado declaró que para combatir lo que consideró un proceso de transición “a la inversa” debían responder “ensanchando” el partido, “no creando fobias, sino afectos, nuevas alianzas”. Su proyecto de España Suma con Cs también ha generado suspicacias porque dirigentes del partido creen que coaliciones como la del País Vasco tenían sentido cuando y donde Cs está fuerte y no en un lugar donde carecían de representación y en un momento en el que tienen solo 10 diputados en el Congreso.
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