Muere Landelino Lavilla, ministro de UCD y figura clave de la Transición
Adolfo Suárez le nombró titular de Justicia de su primer Gobierno, en 1976. Fallece a los 85 años
A las 18.23 del 23 de febrero de 1981, Landelino Lavilla llamaba a votar al diputado socialista Manuel Nuez en la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del Gobierno. Al diputado no le había dado tiempo a responder cuando el teniente coronel Antonio Tejero irrumpió en el hemiciclo. En las 17 horas siguientes, Lavilla, fallecido este lunes a los 85 años, se afanó por mantener la calma entre los parlamentarios y mantuvo varias conversaciones con Tejero, al que, según cuentan las crónicas de la época, llegó a ofrecer como rehenes a los nueve miembros de la Mesa de la Cámara, incluido él mismo, a cambio de que permitiera dejar marchar al Gobierno y al resto de diputados. Tejero no accedió, pero cuando asumió el fracaso de su plan y empezaron a salir los diputados, el jefe de los golpistas buscó a Lavilla y le despidió con un “muchas gracias, señor presidente”.
Lavilla ha fallecido en Madrid por “causas naturales”, según fuentes de su entorno. Poco después de conocerse la noticia, a media mañana de este lunes, numerosas instituciones lamentaron la muerte del político, al que le gustaba definirse por encima de todo como jurista. “Landelino Lavilla sirvió con toda su sabiduría y generosidad intelectual y un gran sentido institucional al objetivo de este Consejo de Estado. Como el conjunto de la institución, Lavilla puso siempre en el centro de su preocupación la lealtad constitucional y la defensa del Estado social y democrático de Derecho a través del rigor jurídico. Fue un excelente jurista, un valiosísimo político y un magnífico consejero dotado de un gran sentido de Estado y de una lealtad intelectual intachable”, expresó María Teresa Fernández de la Vega, presidenta del Consejo de Estado, del que Lavilla era consejero permanente desde que abandonó la política en 1983, tras el descalabro electoral de la UCD que él entonces presidía.
Desde 1995, Lavilla estaba al frente de la sección primera del Consejo de Estado, la encargada de asuntos procedentes de la Presidencia del Gobierno y de los Ministerios de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, de Política Territorial y Función Pública, así como los asuntos relativos a conflictos en defensa de la autonomía local.
La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, lamentó también la muerte de Lavilla. “Contribuyó decisivamente a la transformación democrática” del Congreso, afirmó Batet en una nota difundida en nombre de la Cámara. “Su labor como presidente del Congreso y su vocación de servicio hasta sus últimos momentos son un referente permanente para todos los que le hemos seguido. Echaremos de menos su disponibilidad y generosidad, cuyo recuerdo nos acompaña para siempre”, añade el texto firmado por Batet.
Nacido el 6 de agosto de 1934 en Lleida e hijo de funcionario, Lavilla estudió el bachillerato en el colegio de los Hermanos Maristas de su ciudad y se licenció en Derecho en la Universidad Central de Madrid, aunque había empezado la carrera en la Universidad de Zaragoza. Diplomado por el Instituto Social León XIII, fue letrado del Tribunal de Cuentas, por oposición ganada en 1958, y letrado del Consejo de Estado, por oposición ganada en 1959, en ambos casos con el número uno de su promoción. Estaba casado con Juana Rubira García Valdecasas y tenía cuatro hijos (Landelino, Juan José, Carlos y Esperanza).
En 1973 formó parte del equipo fundador del grupo Tácito, que publicaba sus artículos en el diario Ya. Tras una etapa en el sector privado como director general adjunto del Banco Español de Crédito (Banesto) y como consejero de varias empresas, Lavilla fue nombrado subsecretario del Ministerio de Industria en 1974.
Adolfo Suárez le eligió como ministro de Justicia de su primer Gobierno, en 1976, y lo mantuvo en el cargo en el segundo. Durante esta etapa, el departamento dirigido por Lavilla lideró algunas de las medidas más aperturistas de los inicios de la Transición, como la reforma del Código Penal que modificó artículos relativos a los derechos de reunión, asociación, expresión y libertad de trabajo y la aprobación del Real Decreto Ley sobre Amnistía.
En julio de 1982, cuando ya llevaba tres años al frente del Congreso, asumió, sin querer y tras negarse en varias ocasiones, la presidencia de la Unión de Centro Democrático (UCD), ya en declive y al que todos vaticinaban un descalabro electoral. El augurio se cumplió y Lavilla abandonó la jefatura del partido y su acta de diputado en el verano de 1983.
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