Arroios, el barrio más ‘cool’ de Lisboa
De zona decadente a enclave multiétnico al norte de la Baixa, un día en torno a la calle Intendente que transcurre por panaderías artesanales, miradores y música en una antigua lavandería
En 2011, Arroios era el barrio lisboeta de la droga, la prostitución y el abandono urbanístico. El alcalde de entonces, António Costa, hoy primer ministro, decidió recuperar la zona y trasladó sus oficinas al meollo del lumpen, la calle Intendente. El ejemplo cundió y ocho años después Arroios es ejemplo de dinamismo cultural, convivencia y vitalidad social. En dos kilómetros cuadrados conviven personas de 79 nacionalidades, budas y vírgenes de Fátima, hoteles de lujo y comedores sociales. Elegido recientemente por la revista Time Out como el barrio más cool del mundo, no hay un lugar igual en Portugal.
9.00 Café en Terrapão
Lo habitual es entrar en el barrio desde abajo, por la populosa Baixa, y no desde el norte, a través de los jardines de la Alameda, esquina con el antiguo cine Império (1), donde ahora se alojan la Iglesia Universal del Reino de Dios y una gigantesca cafetería con esculturas mussolinianas. Pero es el Mercado de Arroios (2) (Rua Ângela Pinto, 40D) lo que justifica desplazarse a esta esquina. A primera hora de la mañana sobra espacio para tan pocos puestos y clientes, pero su arquitectura circular y luminosa es aprovechada para otros servicios públicos, como un parque infantil. La revitalización de este mercado se debe a jóvenes emprendedores veganos y ecológicos: en la padaria Terrapão venden pan recién horneado; en A Avó Tinha dan ganas de sentarse a picar algo aunque solo sea por su nostálgica decoración, y en Mezze almuerzan cocineros y camareros, todos ellos refugiados procedentes de Oriente Próximo, principalmente de Siria. Buena cocina a buen precio.
11.00 Homenaje al almirante Reis
La zona está partida verticalmente por la avenida Almirante Reis (3), llamada así en recuerdo al militar que organizó la revolución de octubre de 1910, y que se suicidó cuando le informaron, erróneamente, de que esta había fracasado. Bulliciosa, cuando no caótica, la vía pierde lustre a medida que se desciende, pero gana en casticismo. Las calles paralelas son una delicia de tranquilidad. En la Rua António Pedro la gente se agolpa en la pastelería Docel (4) para comprar pan de batata y hay tiendas de afiladores junto al coworking de Sala d’Estar (5). El carpintero Nuno sufre las consecuencias del Arroios que se va y del Arroios que llega. “En este subterráneo hemos tenido que almacenar los muebles de las tres tiendas que teníamos”, explica. “Los alquileres se han vuelto imposibles”.
12.00 Gambas al ajilho o al wok
A mediodía, la gente ya dice “buenas tardes” y va a almorzar. Podrá parecer temprano para un español, pero en la marisquería Ramiro (6) (avenida Almirante Reis, 1) la cola es ya de 30 metros. En la misma calle le hacen la competencia en calidad y precio Barcabela (7) y Lis (8); sin embargo, en popularidad no tiene rival. El Ramiro es un lugar de encuentro para nacionales y extranjeros. Ya no es como hace unos años, cuando el camarero memorizaba los encargos de 10 personas —ahora se anotan en tabletas electrónicas—, pero aún es un clásico de las gambas al ajilho y las almejas. Para ahorrar tiempo, se puede escoger la versión de gambas con berza del restaurante chino Mr. Lu (9) (Rua António Pedro, 95), otro referente de la gastronomía local. Las ancas de rana son una de sus especialidades, así como las gambas al wok, con mínimo de picante, y un helado frito (se comer por unos 15 euros).
En la tienda Cortiço & Netos se pueden comprar azulejos de los más afamados fabricantes portugueses
14.00 Deporte sobre arte pop
Con el estómago lleno, ascendemos en busca de los miradores del barrio, en los flancos de Almirante Reis. Por el lado derecho se llega al Campo dos Mártires da Pátria (10), un parque entrañable donde los mayores juegan al ajedrez. A pocos metros, los deportistas tienen una cancha de baloncesto como las que salen en las películas del Bronx neoyorquino, pero que aquí es una obra de arte: el grafitero AkaCorleone ha creado Balance, una pintura con dos personajes que se extienden por la pista y suben hasta las canastas. El arte urbano contrasta con la estatua al doctor Sousa Martins, adornada con lápidas y placas de agradecimiento de gente a la que sanó. A unos cinco minutos a pie se encuentra el mirador del Jardín de Torel (11), que sabe a poco comparado con el que se levanta al otro lado del barrio, el de Nuestra Señora del Monte (12).
15.00 Sevillanas, azulejos y tarots
A esta hora reabre el comercio y es hora de visitar lo último en tiendas. En la Rua Maria Andrade, Luísa Silva da clases de sevillanas, y en Cortiço & Netos (13), una singular tienda con sobras de azulejos, se pueden encontrar restos de los más afamados fabricantes lusos, como Viúva Lamego. En el número 39 de la misma calle, Pestana e Filho (14) vende vírgenes de Fátima y budas de Nepal, tarots y barajas gitanas. Retrox Vintage (15), en la Rua dos Anjos, recupera muebles modernistas de diseñadores portugueses. De mirar y no tocar, a no ser que el capricho justifique el precio.
17.00 Tardes de capoeira
En Arroios se encuentran más centros culturales que cafés, aunque hay algo de trampa; muchos de ellos se transmutan en asociaciones educativas y viceversa, según el momento. A partir de media tarde (horario de actividades extraescolares) hay aulas de voz para niños en Crew Hassan (16) (Rua Andrade, 8A), pero a las nueve de la noche llegan actuaciones musicales en directo, variadas y sorprendentes. BUS Paragem Cultural (17) (Rua Maria, 73) programa clases de tango, de yoga o de capoeira hasta que llega la noche, y se llena de músicos y DJ. La calle Intendente es el centro de la modernez y de la renovación arquitectónica de Arroios. Grupos de jóvenes ocupan las terrazas de Infame y de Las Juanas, y en la Casa Independente (18) siempre hay algo o alguien interesante, como recitales y exposiciones o cualquier sarao improvisado.
21.00 Burlesque y cerveza
La noche se mueve con la misma vivacidad diurna. De una antigua lavandería, el chelista Hugo Fernandes hizo un palco de conciertos bautizado Pharmácia Musical (19) (Rua Damasceno Monteiro, 43), porque recupera objetos de una antigua botica cercana. El ruso Evgeny Zakharov sirve cerveza artesanal en Sputnik (20) y la comunidad LGBTI se junta en Vlada Lounge (21) (Rua Rosa Damasceno, 8), uno de los locales estéticamente más atractivos, con espectáculos burlesque. En Arroios hay un lugar para cualquier sorpresa, solo hay que encontrarlo.
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