El nido feliz de Mark Twain
El autor de 'Las aventuras de Tom Sawyer' dormía al revés en su cama para poder admirar el cabecero tallado que había comprado en Italia. Visita a la evocadora casa del escritor en Hartford (Connecticut)
"De todas las ciudades que he tenido la fortuna de visitar, esta es la mejor… Usted no puede saber la belleza que es si no ha estado allí”, escribió Mark Twain. Se refería a Hartford, la capital del Estado de Connecticut, en la Costa Este estadounidense. Fundada en los años treinta del siglo XVII, hoy es conocida por acoger las sedes centrales de algunas de las mayores empresas de seguros del mundo, por la abundancia de centros educativos de primer nivel y también por una curiosidad demográfica: a cualquiera que pasee por sus calles le llamará la atención que las banderas de Puerto Rico ondeen por todas partes. Y es que después de la Segunda Guerra Mundial y hasta el fin de la centuria se produjo un inmenso desplazamiento de puertorriqueños hasta aquí; incluso nacieron en la isla caribeña y emigraron a Hartford los dos alcaldes —Eddie Perez y Pedro Segarra— que precedieron en el cargo a Luke Bronin, el actual regidor.
Visitar Hartford es conocer tanto los Estados Unidos de antaño como viajar a la modernidad más selecta: el gigantesco Connecticut Science Center, inaugurado en el año 2009, es perfecto para introducir a los más pequeños en el mundo de la ciencia; el Wadsworth Atheneum, fundado en 1842, ofrece un gran número de obras maestras de los pintores más famosos; 30.000 estudiantes acuden a diario al descomunal campus de la Universidad de Connecticut, fundada en 1881, y frente al Capitolio se yergue la impresionante Biblioteca Estatal de Connecticut, que alberga además el Tribunal Supremo y el Museo Estatal, donde se exhiben armas de fuego Colt y se organizan exposiciones sobre la historia del Estado.
Twain descubrió esta ciudad cuando fue allí para negociar un contrato en 1868, a los 33 años, lo cual dio origen a su primer libro, que se tituló en español Guía para viajeros inocentes (sobre uno de los primeros grandes tours organizados que él mismo cubrió para un periódico). Allí, él y su mujer, Olivia Langdon, alquilarían la casa de la hermana de la autora de La cabaña del tío Tom —de hecho, a poca distancia se encuentra el Harriet Beecher Stowe Center, que preserva el legado de la escritora—, y sería tres años después cuando decidirían comprar una parcela y hacer construir una casa realmente excepcional. La proyectó un arquitecto, Edward Tuckerman Potter, que ha pasado a la historia por haber construido edificios que han devenido monumentos históricos, como la propia The Mark Twain House & Museum, en que se integraron terrazas, balcones y un invernadero al que las hijas del escritor llamaban “la selva”. El guía con el que se puede hacer el recorrido (cuesta unos 17,50 euros al cambio), ya en el porche de entrada, habla de cómo los visitantes eran recibidos por el mayordomo. Una vez dentro es posible revivir la iluminación tenue que tendría en su momento el alumbrado a gas de la residencia.
Como decorador de interiores, Twain contó con el prestigioso Louis Comfort Tiffany, que fue retratado por Joaquín Sorolla y que dio un toque oriental al ambiente. Asimismo, el salón de dibujo se concibió con lo que en aquellos tiempos se consideraban los colores apropiados para un lugar femenino, y no faltaron dos dormitorios para huéspedes: uno en el primer piso, al que llamaban Cuarto de la Suegra, porque la madre de Langdon pasaba largas temporadas con ellos, y otro que tenía todo un lujo: un baño privado con la única ducha que existía en la casa, y al que su amigo el escritor e hispanista William Dean Howells llamaba la Cámara Real.
El salón de billar
La casa está repleta de curiosidades: la pareja Twain compró su cama en Italia (dormían al revés, con la cabeza en la parte contraria, para ver el detalle en madera tallada del cabecero). Y el cuarto de George Griffin, un exesclavo en Virginia que trabajó para la familia mucho tiempo, se restauró en 1998. En algunas prosas autobiográficas Twain se ha referido a los empleados, como el chófer, cuyo servicio duró 22 años, o la niñera Rosa, que trabajó allí 12. De esta manera, la mansión, de 25 habitaciones repartidas en tres plantas, era un bullir de gentes y chiquillos (por ahí también rondaron los ocho que tuvo el chófer). La familia solía reunirse en la biblioteca —el otro rincón frecuente del escritor era el salón de billar, donde trabajaba—, en la que se puede apreciar una chimenea que tiene un detalle peculiar: una repisa que fue diseñada para el castillo de Ayton, cerca de la frontera entre Escocia e Inglaterra, pero que nunca fue instalada allí. Twain la adquirió e hizo que añadieran una placa de bronce con una cita del pensador R. W. Emerson: “Los adornos de una casa son los amigos que la frecuentan”.
Una cita que bien refleja el espíritu hospitalario del hombre que bajo aquel techo escribió, entre otros libros, Las aventuras de Tom Sawyer (1878), El príncipe y el mendigo (1881), Vida en el Misisipi (1883), Las aventuras de Huckleberry Finn (1884) y Un yanqui en la corte del rey Arturo (1889). Hasta que a aquel hogar le llegó su fin: por diversos asuntos económicos, tuvieron que dejar Hartford en 1891 con la esperanza de volver algún día al lugar donde habían sido tan felices. Pero la desgracia asoló el porvenir: tres años después Twain sufría una bancarrota, luego vendría la muerte de su hija Susy y la casa se acabaría vendiendo en 1903.
Toni Montesinos es autor de ‘El triunfo de los principios. Cómo vivir con Thoreau’ (Ariel).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.