La máquina del tiempo está al sur de Nantes
Vikingos, gladiadores y fuegos artificiales en el Puy du Fou, al oeste de Francia, elegido mejor parque de ocio en Europa por los usuarios de TripAdvisor. En 2019 está previsto que abra una sucursal en Toledo
Acaba de ser elegido por los usuarios de la red social viajera y central de reservas TripAdvisor como número uno entre los parques de ocio de Francia. También número uno de Europa y tercero en todo el mundo. No es novedad porque lleva más de 40 años cosechando premios y creciendo con una obstinación cuasi vegetal, como impelido por eseélan vital que definía el filósofo francés Henri Bergson. Como ya antes lo hizo en Holanda y Reino Unido, el año que viene Puy du Fou extenderá su magia a Toledo (donde está previsto que se ponga en marcha en verano un espectáculo nocturno al aire libre que sería el núcleo de un futuro parque).
Lo primero que hay que decir es que Puy du Fou no es un parque de atracciones. ¿Cómo definirlo entonces? Tampoco se ajusta del todo a la etiqueta de parque de ocio, a menos que a renglón seguido añadamos que se orienta especialmente a la historia, y también a la naturaleza en su vertiente más ecológica. El nombre del parque hace referencia a un topónimo, “la colina del loco” (y no al revés). Porque fue en el lugar así llamado, en la Vendée francesa, al oeste del país, donde Philippe de Villiers inició esta aventura que se ha hecho colosal y que ha revitalizado la región. Calculando por lo bajo, da empleo fijo o indirecto a unas 5.000 personas, y el pasado año atrajo a dos millones y medio de visitantes.
Así pues, la historia se erige en protagonista, con espectáculos que recrean momentos álgidos en escenarios de piedra y ladrillo repartidos en más de 50 hectáreas. A lo cual se suma la grandiosidad de un parque que más que un bosque parece una jungla (cuidada, eso sí). Y un complejo de servicios que comprende cinco hoteles temáticos ambientados en diferentes periodos históricos, 22 restaurantes, más áreas de pícnic, aulas de ecología y academias ecuestre y canina, y espacios dedicados a la cetrería y conservación y reintroducción de especies. Y también escuela de jóvenes para nutrir el futuro. Un auténtico seísmo, pues, que ha cambiado el pulso de la Vendée, un territorio a trasmano de los grandes caminos turísticos y que es ahora, por sí mismo, un destino privilegiado. El conjunto es imposible de ver en un solo día.
Entre los espectáculos estrella destaca el llamado Los pájaros fantasma. Solo por él vale la pena el viaje. Cientos de aves, desde rapaces de gran tamaño hasta exóticas especies, danzan sobre los espectadores un ballet que deja boquiabiertos a chicos y grandes. Otro de los platos fuertes es el anfiteatro romano, donde corren cuadrigas al más puro estilo Ben-Hur y donde se escenifica cómo unos amantes cristianos son arrojados a las fieras, leones y panteras de verdad. También los cristianos son los buenos en el espectáculo salvaje de los vikingos (con lobos de verdad y un drakkar de 30 metros que surge como por ensalmo de las profundidades del agua); no digamos en el del rey Arturo, Excalibur y los Caballeros de la Mesa Redonda.
Donde esa tendencia religiosa cobra absoluto protagonismo es en otro de los grandes montajes, El último penacho, en un teatro en el que gira 360 grados no el escenario, sino la propia sala con sus butacas, para encarar decorados fijos complicadísimos (otra proeza multipremiada). Ahí se narra el episodio (traumático para los franceses) del alzamiento de la Vendée contra la Revolución Francesa por su ataque a la religión. La revuelta acabó con la región arrasada y más de 300.000 muertos.
Esa misma historia, ampliada, es la que se cuenta en el gran espectáculo nocturno, la llamada Cinéscénie, la guinda: a orillas de un lago natural, con castillo y pueblo auténticos de telón de fondo, 4.000 voluntarios componen un fresco grandioso, con ejércitos de caballos al galope, multitudes imposibles de abarcar con la vista, juego de luces y música hollywoodiense, drones, fuegos de artificio: seguramente uno de los mayores (si no el mayor) espectáculos en vivo en uno de los mayores escenarios del mundo.
Pueblos medievales
El complemento, por así decir, a los grandes espectáculos con horario fijo son atracciones que se pueden visitar en cualquier momento del día. Alguna reciente (y premiada) como la que revive la aventura del explorador del siglo XVIII La Pérouse. O unas trincheras de la Segunda Guerra Mundial. En ambas el visitante se siente realmente inmerso, se balancea, sufre el frío de Alaska o el sofoco del ecuador, el agua que chorrea y presagia el naufragio o el estruendo de las bombas. Si este parque está en la cima es sobre todo, más que por sus logros y efectos técnicos, por su magia extraordinaria. Además, en los pueblos medievales recreados ejercen su oficio artesanos como herreros, tallistas de piedra, panaderos, yerbateros…
Este aspecto de oficios artesanales tendrá, según la información conocida por el momento, también protagonismo en Toledo. Aunque allí, en un primer momento, solo está previsto que se pueda ver un espectáculo nocturno de algo más de una hora de duración, con un aforo de unas 4.000 personas. ¿Qué verán? Eso es un secreto de Estado. Pero la idea es contar la historia de España a través de la historia de Toledo. Ni que hubieran leído a Galdós, quien afirmaba que “Toledo es una historia de España completa”. Completa y apasionante. Suerte en España a los locos de la colina.
Guía
- Puy du Fou está en Les Epesses, a una hora de Nantes. El parque cierra entre el 4 de noviembre y principios de abril.
- Precio: desde 35 euros la entrada de un día (niños, 25 euros).
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