Ocho aventuras para descubrir Berlín con niños
De la cúpula del Reichstag a las viejas pistas del aeropuerto de Tempelhof
Una semana de vacaciones en Berlín. Cuatro niños de entre 4 y 10 años en el pasaje, y una meteorología incierta en el pronóstico. En otras ciudades cruzaríamos los dedos, miraríamos al cielo y confiaríamos en la suerte. En la capital alemana, sin embargo, hay planes chulos, tanto si brilla el sol como si nieva.
Una iglesia para jugar
Un enorme laberinto de madera es la gran atracción del MACHmit! Museum (que traducido sería algo así como el museo para participar), alojado en una antigua iglesia neogótica en el barrio de Prenzlauer Berg. Dos enormes bloques conectados por puentes que, de suelo a techo, esconden varios niveles de túneles, pasadizos y rampas.
El museo, dedicado al juego y la experimentación, incluye muestras interactivas, proyecciones, talleres de manualidades y cursos en una antigua imprenta.
- Senefelderstr., 5. Entrada: 7 euros.
En bici por el aeropuerto
En 2010, el aeródromo de Tempelhof, al sur de Kreuzberg, fue reconvertido en uno de los parques más grandes de la ciudad, 386 hectáreas verdes a las que, cuando sale el sol, acuden cientos de familias para disfrutar con patines, bicis o kiteboards (monopatín con vela) en sus viejas pistas. Un escenario ideal para un pícnic urbano (barbacoa incluida), fácilmente accesible con la línea U6 de metro (estaciones Paradestrasse o Tempelhof). También se puede visitar la antigua terminal del aeropuerto en una ruta guiada.
- Tempelhofer Damm. Abierto de seis de la mañana al anochecer. Entrada gratuita.
Hola, braquiosaurio
El esqueleto de un Brachiosaurus altithorax que supera los 13 metros de altura da la bienvenida al Museo de Historia Natural, en Mitte. No es el único dino que asombra a los más pequeños: en otra sala aguarda Tristán, uno de los esqueletos de Tyrannosaurus rex mejor conservados del mundo. El museo, abierto en 1889, cuenta con un panel de la biodiversidad con 3.000 especies animales. Y desde un sofá se disfruta de un documental que lleva de viaje por el cosmos y de vuelta a ese sofá.
- Invalidenstrasse, 43. Entrada familiar: 15 euros.
Mirador de cristal y espejos
Subir a la cúpula del Reichstag, sede del Parlamento alemán, en Mitte, es un plan muy divertido. Mientras los niños corretean por la pasarela que asciende en torno a la torre central de espejos, los adultos disfrutan de las perspectivas urbanas que el edificio de Norman Foster abre sobre la ciudad.
- Platz der Republik, 1. De 8.00 a 22.00. Entrada gratuita, previa reserva ‘online’.
Un poco de acción
A diferencia de otros centros de escalada, los niños disfrutan de total libertad en la sala principal del rocódromo Berta Block, en Pankow. La zona de escalada está íntegramente protegida con colchonetas, y las paredes, equipadas con rutas de todas las dificultades, cuentan con escaleras y destrepes sencillos para regresar al suelo.
- Mühlenstrasse, 62. Precio: 10 euros (6 euros, niños hasta seis años).
Miniuniverso Lego
Una jirafa hecha con piezas de Lego indica el lugar: 3.500 metros cuadrados (bajo techo) junto a la plaza de Potsdam dedicados al juego de construcción danés, que cuenta con un tren, un cine 4D o la posibilidad de participar en el modelado y fabricación de piezas.
Potsdamer Strasse, 4. 11 euros (niños de tres años gratis).
203 metros en 40 segundos
La torre de la televisión, en Alexanderplatz, es un icono de Berlín, incluso para un niño de cuatro años —“mira, papá, el pirulilo”—. Subir hasta el mirador panorámico de su esfera de cristal, a 203 metros de altura, es un momento emocionante, empezando por el ascensor de subida: apenas emplea 40 segundos en llegar arriba.
- Panoramastrasse, 1A. Entrada, 15,50 euros (niños, 9,50).
En tren, en barco o en avión
El tiempo parece volar en el Museo Alemán de la Tecnología, en el barrio de Kreuzberg, igual que el histórico avión Douglas C-47B Skytrain, de la Segunda Guerra Mundial, que cuelga sobre la fachada de entrada. Hay tantos botones que apretar, tantos trenes y barcos a los que subirse y tantos aviones clásicos ante los que hacerse una foto que la visita no termina nunca. Motos y coches de época, viejos y modernos telares, un taller de fabricación artesanal de papel y hasta el primer ordenador construido en Alemania, inconcebible por su tamaño para un joven nativo digital de seis años, se pueden ver también durante el recorrido.
- Trebbiner Strasse, 9. Entrada, 8 euros (niños menores de seis años, gratis).
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