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escapadas

Una Toscana montaraz

Ruta hasta Barga, el pueblo de la bruja Befana, equivalente italiano de los Reyes Magos

Plaza central de Castelnuovo di Garfagnana.
Plaza central de Castelnuovo di Garfagnana.Eddy Galeotti

Uno de los rostros menos conocidos de la Toscana es la montaña. Y los valles secretos que se esconden en sus pliegues. Uno de esos rincones más seductores es el que encajona al río Serchio, al norte de Lucca: entre las crestas peladas de los Alpes y las laderas más amables de los Apeninos, el río va trazando un corredor repleto de castillos, pueblos montaraces, iglesias románicas, puentes y molinos. En esos molinos, agitados por el caudal del Serchio, se aseguraba la prosperidad de Lucca: allí se molturaba el fargo (un cereal antiguo, ahora de moda) y también el maíz y la castaña; del primero se extraía el formentone, y de la castaña, la farina di neccio, harinas ambas con las cuales se elaboraba la polenta que aplacó durante siglos los estómagos de la zona. También se utilizaba la fuerza hidráulica para trabajar la seda que hizo rica a Lucca y, cuando esa industria se agotó, para fabricar papel.

Catedral de Barga.
Catedral de Barga.P. Dalmasso

Remontando desde Lucca el curso del río, al llegar a Borgo a Mozzano sale al paso el puente del Diablo, uno de los muchos que, por lo visto, construyó el maligno en una noche a lo largo y ancho de la cristiandad. Este lo levantó en tiempo de los romanos. Casi enfrente, en un desvío a la derecha, Bagni di Lucca recuerda que es esta una región termal. Aunque lo más llamativo de Bagni es su puente de las Cadenas, igualito —dicen aquí— al de Budapest, solo que más antiguo. Más adelante, Ghivizzano ofrece una estampa inolvidable con su castillo y caserío. En Fornaci di Barga, vemos tendidos al sol los secaderos de castañas. Y a un paso nos aguarda una sorpresa: la abadía románica de Loppia. Desde allí, un camino sube directo a la puerta Real de la amurallada Barga.

Un burgo delicioso

Barga pertenece al selecto club de I borghi più belli d’Italia (los burgos más bellos de Italia) y ostenta la bandera naranja que otorga el Touring Club del país, como contrapeso de secano a las banderas azules que distinguen playas y puertos. Barga es un pueblo grande y delicioso. Apostado sobre una colina, ceñido de muros, torres y puertas, las vistas sobre el valle y las montañas alpinas son de postal. Se unió a los Medici en 1342, y eso hace que sus palacios sigan los moldes quattrocentistas de Florencia. Hubo con esa urbe un intercambio artístico notable, hasta el punto de correrse el bulo de que la familia Della Robbia cocía sus célebres terracotas vidriadas en hornos de Barga. Algunas de esas piezas pueden verse en las iglesias o en el duomo (catedral) en el casco viejo.

Interior de la casa-museo de Giovanni Pascoli.
Interior de la casa-museo de Giovanni Pascoli.A. Vergani

Algo que llama la atención en ese dédalo medieval, siquiera sea por el nombre, es el Teatro dei Differenti, creado en 1690 y reconstruido a finales del XVIII con su actual aspecto de bombonera. Esta joya cobró nueva vida en los años sesenta, cuando un matrimonio inglés, los Hunt, lo convirtieron en sede del Opera Barga, un festival de música clásica y ópera que se mantiene. La tradición culta de Barga —que tiene su propio periódico, Il Giornale di Barga— viene de lejos. En 1895 el poeta Giovanni Pascoli se instaló con su hermana María y su perro Gulí en una villa de Castelvecchio, a una legua escasa. Allí compuso, entre otras cosas, los Canti di Castelvecchio, allí murió y está enterrado en la capilla. Su casa es ahora un museo. Para los críos italianos, Barga es un lugar muy especial: aquí tiene su guarida la Befana, esa especie de bruja buena que, a principios de año, les trae juguetes y dulces, como hacen en España los Reyes Magos.

Apenas cruzado el puente de Campia, se entra en la parte alta del valle, la Garfagnana. Allí las crestas alpinas son más severas, en contraste con las laderas jugosas que lucen los Apeninos. El centro administrativo y comercial es Castelnuovo di Garfagnana. Un pueblo amurallado, cuyas calles se convierten en mercado al aire libre cada jueves desde 1430. Los muros y rincones medievales contrastan con tiendas de exquisito gusto donde se mercadea con sedas y brocados artesanales.

Javier Belloso

Una escultura de Don Quijote, junto al fortín llamado Rocca Ariostesca, delata la vena culta de este pueblo. La quijotesca talla se debe a unas jornadas cervantinas, y el nombre de la Rocca tiene aún más miga: el gran poeta renacentista Ludovico Ariosto, al no salir de pobre con la segunda edición de su Orlando furioso, tuvo que aceptar, por encargo del duque de Ferrara, el empleo de comisario ducal de la Garfagnana. Durante tres interminables años, en lugar de dedicarse a la poesía, tuvo que bregar con “robos, homicidios, odios y venganzas”: O me queo stiami in Rocca o voglio all’aria uscire / accuse e liti sempre e gridi ascolto, / furti, omicidi, odi, vendete et ire. Sátira IV. (O me quedo en Rocca, o me aireo/ escucho siempre acusaciones y litigios y querellas/ robos, asesinatos, odios, iras y venganzas).

La oveja ‘garfagnina’

Le traía especialmente de cabeza un bandido apodado el Moro, que acaudillaba las partidas que infectaban el vecino monte Sillico. Así lo hizo constar en su abultada correspondencia con el duque. Enfrente de esta Rocca y del pueblo, al otro lado del río, se asienta otra de las fortalezas más formidables de la zona, la de Mont’Alfonso. Y es que esta cabecera del valle siempre tuvo gran importancia estratégica. Era un paso frecuente de peregrinos. También de pastores trashumantes; existe incluso una raza ovina propia, la garfagnina,que se está recuperando y cuyos rebaños son la estampa habitual de estas majadas. Un paso crucial también para los ejércitos: y no estamos hablando ya de las legiones romanas, sino de episodios señalados y crueles de la última Guerra Mundial. Este universo montaraz y apenas conocido sigue siendo la Toscana.

Guía

Cómo ir

Información

» Vueling (www.vueling.com) vuela a Pisa desde Madrid (ida y vuelta, 154 euros) y Barcelona (89,90 euros). En 20 minutos se llega en coche a Lucca. Y hasta la zona de Garfagnana hay que recorrer otros 50 kilómetros.

» Turismo de Garfagnana (www.turismo.garfagnana.eu),

» Consorcio Garfagnana Produce (www.ingarfagnana.it).

» Associazione Albergatori Garfagnana (www.garfagnanahotel.it). Información sobre alojamientos.

» Comune di Barga (www.comune.barga.lu.it).

» Castelnuovo di Garfagnana (www.castelnuovogarfagnana.org).

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