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Los tragos del Martínez

El publicista José Molla recuerda un viaje a Cannes, que comenzó con una noche de cócteles y acabó al amanecer en Venecia

Pablo León

Cannes es un destino cotidiano para José Molla. El publicista argentino, que trabaja en la agencia La Comunidad y que se llevó cuatro premios en la última edición de Sol Festival Iberoamericano de la Comunicación Publicitaria, acude a la ciudad francesa para asistir a Cannes Lions, otros reconocidos premios a la creatividad.

El publicista José Molla.
El publicista José Molla.

¿Cuántas veces ha ido?

Si te digo la verdad, no recuerdo el número. Eso sí, no me olvido de la primera vez que acudí al festival, completamente encandilado con toda la gente del mundillo. Luego aprendí dejarme llevar y acabé por cogerle el gustillo al evento.

¿Dónde empieza la diversión?

Juntar a muchos publicistas en cualquier lugar es un poco peligroso; tras los eventos, solemos comer algo en algún bar o restaurante, como Le Mere Besson, con un sabroso magret de pato a la pimienta. Después nos reunimos en el bar del mítico hotel [Grand Hyatt[GRAND HYATT][GRAND HYATT]] Martinez. Es un sitio con mucho glamour.

¿De dónde le viene la clase?

Además de que siempre hay alguien tocando el piano, lo que me parece un detalle muy fino, allí se citan las estrellas del celuloide durante el festival de cine. Nosotros los imitamos un poco y bebemos tragos allí.

¿Cómo acaban esas copas?

De cualquier manera. Por ejemplo, con un amigo, director de arte de otra agencia que trabajaba para Benetton, contándome que se estaba celebrando la Bienal de Arte de Venecia y que en 15 minutos salía un tren en dirección a la ciudad italiana. ‘¿Vamos?’, me preguntó en la barra del Martinez.

¿Qué hizo?

Primero acabé mi trago y luego fuimos a la estación. A mediodía estábamos en la impresionante ciudad italiana. Pasamos la jornada en la Bienal y por la tarde fuimos a Fabrica, el laboratorio de ideas relacionadas con la comunicación de Benetton.

¿Qué les mostraron?

Nos enseñaron los proyectos en los que estaban trabajando y nos llevaron a cenar a un restaurante que estaba en el interior de unas catacumbas iluminadas con numerosas velas. Al acabar el postre, nos llevaron directos al tren, que tenía literas.

¿Qué tal amaneció?

Me pareció una experiencia surrealista y divertidísima. Comparándolo con América, me resultó muy extraño que en Europa, en un par de horas, pudieras pasar por varios países distintos. De la estación volvimos a nuestro festival con la misma ropa y todo.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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