Una carrera con Steve McQueen
La cara del actor se repite en las camisetas y recuerdos de la tienda museo del circuito de Le Mans. Una ciudad francesa que sorprenderá a más de uno con su vitalidad y su coqueto centro medieval
La ciudad francesa de Le Mans es tan famosa que muy pocos la conocen. La película de Steve McQueen sobre las 24 horas de Le Mans la puso en el mapa. Y la célebre carrera nos refresca cada verano la memoria. Pero además es un enclave crucial de la historia europea y una de las ciudades más hermosas y acogedoras de Francia. Para muchos será una sorpresa descubrir su muralla romana. O ver que las piedras que arroparon a reyes y reinas que se estudian en la escuela se mantienen tal cual. Por eso el cine ha entrado a saco en ese decorado intacto. Decenas de veces. Cercada por dos ríos, parques históricos y bosques, con apenas 150.000 vecinos y dos líneas de tranvía, Le Mans es un hervidero de vitalidad, que añade a su perfil singular el no figurar en la lista de patrimonio mundial de la Unesco (es candidata, eso sí).
9.00 El ombligo del mundo
Si queremos empezar por el principio, nos iremos 7.000 años atrás, es decir, al menhir (1) que en lo alto de la colina primordial marcaba el lugar sagrado y centro del universo para los coetáneos. Así que respetaron ese pedrusco los romanos que fundaron un oppidum (fortín) en época de Augusto. Y que ampliaron el cinto de murallas hacia el año 280. Con un mimo que choca: las cenefas a base de piedras de colores, ladrillos y mortero no son propias de militares. Se trataba de dar buena imagen del imperio, en horas bajas. También respetó el monolito, un siglo más tarde, el monje llamado Julián que los metió a todos en vereda (cristiana). Levantó un templo, sobre el cual se alzaría, entre los siglos XI y XV, la actual catedral (2). Una de las más grandes y bellas de Francia, que comparte con la de Chartres un primer puesto en cuanto a vitrales góticos. Hay otras iglesias de esa época en la ciudad, como Notre Dame du Pré, donde está enterrado san Julián, o la iglesia gótica de la Couture.
11.00 La Ciudadela Plantagenêt
En la catedral se casaron, en 1128, Godofredo el Hermoso y Matilde, hija del rey de Inglaterra. Godofredo, que era guapo y simpático (según las crónicas), gustaba de adornar su sombrero con flores de aliaga (genêt en francés), de ahí el mote de Plantagenêt, extensivo a una dinastía que llegaría a reinar en Inglaterra, y también en Castilla. El palacio condal/real es el actual Ayuntamiento (3); aunque rehecho, conserva dentro la capilla real primitiva, llamada Saint-Pierre-la-Cour, que se usa para exposiciones. En ese palacio nació Enrique II, que sería rey de Inglaterra. El mismo que ordenó asesinar a Thomas Becket al pie del altar (el filme de 1964 Becket, sobre la pieza teatral de Jean Anouilh, es un duelo antológico entre Peter O’Toole y Richard Burton). En penitencia por aquel crimen, Enrique hizo construir en Le Mans el hospital de Coëffort (4), buen ejemplo de arquitectura Plantagenet: austeridad por fuera, delicadeza por dentro. El hospital quedaba a las afueras de la llamada Cité Plantagenêt, cuadrilátero con casas de entramado de madera; son más de un centenar, de entre los siglos XIV al XVI. Solo hubo que esparcir arena por el suelo y quitar las farolas para rodar Cyrano de Bergerac (con Gérard Depardieu), El hombre de la máscara de hierro y una larga lista de filmes notables.
13.00 Cocina de reyes
A las fachadas góticas se suman otras renacentistas (como la de Adán y Eva (5), en la Grand Rue), o edificios como Le Grabatoire (6) (asilo, hoy obispado). Las maderas pintadas de colores, el tosco empedrado de la calzada, las flores y macetas por doquier o las enseñas y letreros de corte medieval componen una suerte de museo al aire libre. También hay museos cerrados, como el de la Reina Berenguela (7) (arte regional), el Tessé (8) y su anexo de tumbas egipcias o el muy reciente Carré Plantagenêt (9), intervención vanguardista en una antigua imprenta (arqueología e historia). El ambiente, los olores (y también la hora) invitan a hacer un alto y cobrar fuerzas; se puede hacer de forma regia en La Ciboulette (10) (14, Rue de la Vieille Porte) o en Aux Cocottes Sarthoises (11) (10, Place Saint-Pierre).
14.00 Marea verde
Le Mans presume de verde, y tiene incluso un Museo Verde (12) (historia natural). Rodeada de verdor, como un islote, se halla la abadía de Epau (13). La fundó Berenguela, moza navarra de Tudela que casó en la isla del amor, Chipre, con Ricardo Corazón de León, rey de Inglaterra, cuando este iba de cruzadas. Dicen las malas lenguas que el matrimonio nunca se consumó, dada la inclinación gay de Ricardo. Se vieron poco, la verdad. La reina Berenguela está enterrada en la sala capitular de la abadía. Todo lo que rodea a esa isla abacial es la llamada Arca de la Naturaleza. Un pulmón interminable de bosques, estanques y canales, landas y humedales, senderos, hasta una reserva natural con fauna salvaje. En un antiguo depósito de aguas han instalado La Casa del Agua, con acuarios y centro de interpretación. Se puede alquilar bicis, piraguas, hasta barcos para navegar por el Huisne y el Sarthe.
16.00 Grand Prix
Obligado acercarse (llega el tranvía) al enorme complejo deportivo integrado por estadios, velódromos y el célebre Circuito de la Sarthe (14). La cosa empezó con una familia de fundidores de campanas, los Bollée. El padre, Amadeo, y sus hijos León y Amadeo inventaron un coche a vapor, luego a gasolina; en 1908, León invitó a los hermanos Wright, y se entendieron bien; los talleres Bollée armaron el biplano Flyer III, y con él Wilbur, el mayor de los Wright, realizó en Le Mans el primer vuelo europeo: dos minutos, a 20 metros sobre el suelo. Ya antes, en 1906, se había organizado el primer Grand Prix del Automóvil Club de Francia; años más tarde se iniciaría la carrera de resistencia, la que llevó a la pantalla Steve McQueen en 1970. La imagen del actor se repite en prendas, cascos y gadgets en la tienda del museo.
18.00 Sigue la marcha
Para una cena más reposada que al mediodía: Le Beaulieu (34, Place de la République) o Le Tablier de Jaurès (17) (138, Avenue Jean Jaurès). Para diversiones nocturnas, garitos como Le Bar aux Maîtres (15) (14, Rue Cornet) o Le Barouf (8, Rue Bonhommet), y discotecas como La Loge (16, Rue Constantine) o Guest’s (16) (46, Rue Docteur Leroy). Le Mans sitúa con orgullo su Charte Lesbian & Gay Friendly en la cabecera de su web y en sus folletos; a esta carta se adhieren hoteles, restaurantes, tiendas, bares (Le Passeport du Cochon Vert, The Lodge Pub, Le Verre Tige) y discotecas (La Limite, Le Babylone). Y para dormir, dos pistas con encanto entre la gran oferta: Le Doyenné (18) (8, Rue du Doyenné) o La Demeure Saint-Denis (19) (157, Rue Nationale).
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