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escapadas

Sicilia barroca y hedonista

Ruta con tres paradas por el particular estilo arquitectónico de la región de Ragusa, al sur de la isla italiana

Celebración de una boda en San Giorgio, en Ragusa Ibla (Sicilia).
Celebración de una boda en San Giorgio, en Ragusa Ibla (Sicilia).anel fernández

Sicilia tiene un encanto singular lejos de la Cosa Nostra, otra Sicilia no tan conocida pero no por ello menos atractiva. Estoy hablando de la región de Ragusa, que se aferra a la tierra de sus colinas luchando por no derrumbarse, creando un paisaje de tonos terrosos, una "isla dentro de la isla" donde sus principales ciudades están ligadas al fuerte terremoto que sufrió la región en 1693.

Su reconstrucción dio pie al nacimiento de un barroco muy peculiar, marcado por la influencia neoclásica y rococó. El paisaje, la historia y los habitantes de esta región determinan una sensibilidad artística propia declarada Patrimonio mundial.

El estilo barroco siciliano duró apenas cincuenta años y reflejó las clases sociales de la época (pueblo, nobleza y clero). Todo surgió a partir del terrible terremoto, cuando los poderosos de la región decidieron dar un espaldarazo a la tragedia, el horror y la devastación utilizando, a su aire, un estilo arquitectónico imperante en el resto de Europa.

Eso sí, decidieron dar una vuelta de tuerca a dicho estilo dotándole de una desbordante alegría, creatividad y extravagancia. Tampoco podemos olvidar que Sicilia estaba dominada por España y por una iglesia y una aristocracia hedonista y amante de los placeres. Todo quedó reflejado en esta peculiar visión arquitectónica.

Algo muy característico del barroco “ragusano” son los balcones, con sus trabajadas ménsulas (mensoloni) donde encontraremos ángeles y querubines mofletudos (putti), símbolo de la prosperidad, músicos que simbolizan la alegría y la fiesta, figuras grotescas mirando en direcciones opuestas para así controlar el territorio y alejar a los malos espíritus, sirenas o centauros que simbolizan el mar y la tierra, feroces leones que representan la fuerza y la familia, y todo esto complementado con las curvas de sinuosas rejas forjadas llamadas petto di oca (pecho de oca).

Recorremos tres ciudades barrocas muy características : Ragusa Ibla, Modica y Scicli.

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Hornacina barroca en la ciudad siciliana de Ragusa Ibla.
Hornacina barroca en la ciudad siciliana de Ragusa Ibla.anel fernández

Ragusa Ibla

Ragusa está arriba, Ibla abajo. Dos ciudades en una, con multitud de entradas a través de empinadas escalinatas donde en cada esquina te espera una sorpresa: un detalle esculpido en piedra, un hermoso palazzo, una antigua iglesia, una ventana adornada con flores... todo iluminado por un bello tono dorado.

La división de la ciudad en Ragusa Ibla surgió a partir del terremoto, pues su posterior reconstrucción dividió la ciudad en la Ragusa Superiore, por encima del asentamiento original con un diseño de cuadricula perfecta y grandes avenidas, y, por otro lado, la Ragusa Ibla reconstruida sobre las ruinas de la ciudad medieval ante la negativa de las familias aristócratas a abandonar sus palacios, por muy maltrechos que quedaran, y que así conservó su fisonomía laberíntica. Las dos ciudades se fusionaron administrativamente en 1927, aunque es legendaria la rivalidad entre los habitantes de una y otra.

La vida se desliza lentamente por sus calles. Para conocer esta joya empezaremos por la Iglesia de las Ánimas del Purgatorio, la Vieja Cancillería, la Iglesia de Santa María dell'Idria y el Palazzo Consentini, todo ello en Ibla. Luego hacia el Jardín Ibleo pasaremos por el Palazzo La Rocca, el Duomo di San Giorgio y la iglesia de San Giuseppe. El barroco preside desde sus edificios de piedra arenisca que el sol tiñe de dorado.

Hay que subir a Ragusa para visitar la Iglesia de San Juan Bautista, los Palacios Zacco y Bertini, y contemplar desde las alturas Ibla al atardecer, con un aire de nostalgia e irrealidad que añade una extraña emoción al viajero.

Vista desde la carretera, la iglesia de San Giorgio, en Modica, preside una abigarrada ciudad.
Vista desde la carretera, la iglesia de San Giorgio, en Modica, preside una abigarrada ciudad.anel fernández

Módica

Otra ciudad barroca, apenas a quince kilómetros de Ragusa. Antes de llegar ya disfrutaremos de las vistas de su precioso centro histórico con la iglesia de San Giorgio presidiendo la ciudad. Tiene dos partes bien diferenciadas: la Modica superior y la inferior. Se puede iniciar el recorrido por la Modica inferior, desde la Piazza Corrado Rizzone por Corso Umberto I hasta llegar a la Iglesia de La Madonna delle Grazie y al convento de los padres Mercedarios, ambos con hermosas fachadas barrocas. Más adelante llegamos a otra joya barroca, la Catedral de San Pietro, con los doce apóstoles presidiendo la gran escalinata y sus tres naves interiores divididas por pilares con capiteles corintios. Es una de las catedrales más bonitas y espectaculares de Sicilia. Desde la catedral, tomando la Via Giussepe Garibaldi, visitaremos la Modica superior hasta las escalinatas de la iglesia barroca de San Giorgio, su interior y su fachada están decorados con hermosas esculturas. Pasead y perderos por esta preciosa ciudad barroca.

Palazzo Beneventano, en Scicli (Sicilia).
Palazzo Beneventano, en Scicli (Sicilia).anel fernández

Scicli

A diez kilómetros aparecerá Scicli, sobre las rocas, y no es un espejismo, sino una bella realidad... En Scicli las construcciones que mejor exhiben el barroco “ragusano” se encuentran en la vía Francesco Mormino Penna, sobre todo si alzamos la vista y contemplamos los balcones, profusamente decorados con formas vegetales o construcciones geométricas (como en el Palazzo Sgarlata); también la Iglesia de San Juan Evangelista, de fachada ondulada de tres niveles y abigarrado interior. Las calles de esta pequeña ciudad son un laberinto y merece la pena perder el tiempo en ellas. Iremos a ver el soberbio Palazzo Benaventano, de irreverentes mascarones sobre sus puertas. Podemos continuar por Piazza Italia, rodeada por delicados edificios del siglo XVII, como la Iglesia Madre de San Ignacio y el Palazzo Fava, que exhibe unos putti tallados en las columnas de su entrada. Subiendo por la vía San Bartolomeo encontraremos la iglesia del mismo nombre, construida a principios del siglo XV y la única que sobrevivió al terremoto.

Hay que pasear por la región con la mirada elevada y los ojos muy abiertos y observar que esta región siciliana, gracias a una hermosa y sofisticada arquitectura, es un canto a la resurrección, a la alegría y, sobre todo, a la vida.

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