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Escapadas

París, ¡que te como!

‘Bistrots’, bares y creperías. Bullicio, manteles a cuadros y buena comida. 20 restaurantes para disfrutar y convertirse en un parisiense más

Use Lahoz
De izquierda a derecha, un camarero en el restaurante Bouillon Chartier, menús en Chez Janou y la terraza de la 'brasserie' La Mascotte, todos en París.
De izquierda a derecha, un camarero en el restaurante Bouillon Chartier, menús en Chez Janou y la terraza de la 'brasserie' La Mascotte, todos en París.Daniel Mordzinski

¿Qué es lo mejor de París? ¿Notre Dame?, ¿la Torre Eiffel?, ¿el Musée Marmotan?, ¿la luz? (nos referimos a la eléctrica, por supuesto); pues no, demasiado vistos en las postales. Entonces qué, ¿la librería Shakespeare & Company?, ¿el canal de Saint Martin?, ¿las tiendas del Marais?, ¿el lujo de los Campos Elíseos? Frío, frío… ¿los mercados de pulgas?, ¿la bulliciosa plaza de Tertre de Montmartre?, ¿el glamour literario de las terrazas chic de Saint Germain?

Mapa de París
Mapa de ParísJAVIER BELLOSO

Nada de eso. Desengáñese. Lo mejor de París es comer. Cada restaurante que se prueba es una exploración profunda de la joie de vivre.Cuanto mejor se come, más bonita resulta una ciudad. Debe saber, no obstante, que París es muy particular; donde usted crea que es imposible colocar una mesa, allí le ubicarán.

He aquí una lista de sugerencias para no arruinarse, y alguna para arruinarse conscientemente, que ya lo decía Chesterton: “Si el vino perjudica tus negocios, deja tus negocios”. Desafortunadamente, a veces, la alegría hay que pagarla.

01 Le Petit Lyon

Ideal para comer cerca de plaza de Clichy en un ambiente de bouchon lionés, a medio camino entre trattoria y bodega. Desde luego, los manteles son a cuadros blancos y rojos. Tradicional comida francesa a precio imbatible. No faltan la ensalada de lentejas, los pies de cerdo ni el tartar. Con los escargots (caracoles) de Bourgogne entra en juego la emoción, y con el magret de pato (¡qué ricas las patatas que lo acompañan!) puede que incluso crea que es factible recuperar lo vivido. Al final, queso Saint Marcellin sí o sí.

02 Le Crabe Marteau

Decía Cioran que cuatro de cada cinco parisienses están tristes. De ninguna manera podemos quitarle la razón a Cioran, pero en Le Crabe Marteau eso no pasa. Es la excepción. Sorprendentemente, nadie está triste. Nada como los juguetes para divertir a la clientela. Sí, juguetes, porque nada más sentarse a la mesa le serán concedidos un gran babero y un martillo de madera con el que partir los bueyes de mar y cangrejos recién llegados de las costas de Bretaña que pueblan la carta. La fórmula es sencilla y resultona: buey, patatas y mayonesa. También hay ostras y demás crustáceos. Y mucho vino blanco.

03 Bouillon Chartier

Gente haciendo cola para entrar en el popular restaurante Bouillon Chartier, en París.
Gente haciendo cola para entrar en el popular restaurante Bouillon Chartier, en París.Daniel Mordzinski

Abierto ininterrumpidamente de 11.30 a 22.00, es todo un elogio de comida desprendida, bonita y barata. Comerá en un entorno auténticamente parisiense, pero con más bullicio de lo normal. Tras internarse en un patio y hacerse un hueco en la puerta giratoria, entrará en un enorme salón de época con predominio de espejos y lámparas entre mucha madera. Lleva abierto más de cien años con un lema sencillo: comida digna a precio modesto. Puede que los camareros de camisa blanca y chaleco y pajarita negros le sienten en la misma mesa que otros comensales. No se asuste, no es algo personal, es habitual. La carta es clásica y muy abundante.

04 Pizzería Da Carmine

Usted podrá recorrer la ciudad por donde quiera, como en Rayuela o de Norte a Sur, pero no encontrará mejores pizzas que estas. Solo Le Golfe de Naples (en Maubillon, junto al mercado de Saint Germain) le hace competencia. Da Carmine tiene un punto pandillero, una gran pantalla de televisión que nadie sabe para qué y, como en todos los ámbitos de esta ciudad, el espacio se aprovecha al máximo. Entre la mesa de al lado y la suya no hay mucha distancia. Pero qué delicia de pizzas, y en la siempre palpitante Rue des Martyrs.

05 Le Président

El restaurante chino Le Président, en París.
El restaurante chino Le Président, en París.Daniel Mordzinski

Bienvenido al mejor chino de Belleville y un referente de la ciudad. Por primera vez un restaurante en el que sobra espacio. Desde la entrada verá que la cosa va en serio: hay hilo musical puramente chino, inmensa escalinata, vitrinas con abanicos y otras figuras inclasificables. Por supuesto, hay una especie de estampa en no sé cuántas dimensiones de una casa sobre el agua que cambia de color. También fotos de ilustres comensales, de Gainsbourg a Mitterrand. Tiene mucho de decorado. Hay menús para dar y vender, pero, pida lo que pida, tenga en cuenta la especialidad de la casa: pato laqueado pequinés.

06 Le Cambodge

Abierto desde 1916, este restaurante es un referente del canal de Saint Martin y el camboyano de París. Lo definen tres palabras: mítico, pequeño, lleno. No se puede reservar, así que lo más probable es que tenga que esperar o dar una vuelta (haga tiempo en el carillón, consejo amigo). Le llamarán por teléfono en cuanto haya mesa libre. Triunfan los pescados al jengibre y todo tipo de currys. El natin (cerdo y gambas) y los bobuns (platos especiales bien guarnecidos) son las opciones más reputadas. Si quiere más o si no hay sitio, sepa que a la vuelta de la esquina existe Le Petit Cambodge, aún más pequeño, pero de la misma raza.

07 Josselin

La crepería Josselin, en París.
La crepería Josselin, en París.Daniel Mordzinski

Es un fenómeno curioso, pero muy serio: casi todas las creperías de París están en Montparnasse. Cuentan que los bretones venían en tren, bajaban de la estación y tenían prisa por abrir negocio. En la Rue d’Odessa y la Rue du Montparnasse hay una crepería detrás de otra. Decidirse es complicado, pero hay que saber que Josselin es especial, es el sitio, es auténticamente bretón. Para evitar discusiones y posteriores arrepentimientos se recomienda hacer el clásico: una crep salada y una dulce. Se irá más contento que nunca. Eso sí, dese una vuelta luego.

08 L’Express

¿Quién dice que en París no se come divinamente por 13,50 euros? Aquí sí. El menú de este pequeño bistrot de Les Halles es memorable. No cambia casi nunca. Saben lo que hacen. Olvídese de raciones minimalistas. Esto es contundente. La pequeña terraza está muy buscada en horas de sol (sí, a veces pasa eso). El steak tartar es tan generoso como suculento. Desde 1964, L’Express aglutina clientes fijos de los que después de comer se apoyan en la barra y, por la tarde, le dan un punto canalla al asunto. Fuera del menú tienen cassoulet<CF1200>(guiso con alubias y carnes).

09 L’Opportun

El chef Serge Alzira en el restaurante L'Opportun, en París.
El chef Serge Alzira en el restaurante L'Opportun, en París.Daniel Mordzinski

Abierto desde 1995, cuenta con un buen lote de partisanos que idolatran y recomiendan su carne. Serge Alzira es de los chefs más simpáticos de París. Si le preguntas cuál es su concepto de restaurante ideal, tiene tres palabras: familiar, familiar, familiar. Y es verdad. Usa mucho la triperie (casquería) y otras comidas contundentes. Viene de Lyon, claro. Su plato estrella es el entrecot madurado 27 días. De ninguna manera apto para vegetarianos.

10 L’Enchotte

Junto al mercado de Saint-Quentin, este lugar desprende tradición en mobiliario y carta. Cocina francesa un poco más cara y sofisticada que en L’Express. Si usted tiene buen saque y quiere poner a prueba su capacidad digestiva, por 28 euros el menú completo (entrante, plato, quesos, postre). Los dueños la hacen llamar cuisine bistronomique. Llaman la atención su trilogía de gazpachos, un buen foie gras y las pizarras atiborradas de platos escritos con tiza. Un bar à vin auténtico, como recién salido de un anticuario. Es de esos sitios tan puramente franceses que tienen charme hasta sin querer.

11 J’Go

Muy de moda entre el pijerío que idolatra Saint Germain. Ideal para una primera cita informal. Una carta original, creativa, de pocas pero curiosas opciones. Los inventores vienen del Sur, de ahí la devoción taurina de la decoración y algunos platos como el revisitado cassoulet a los dos confits. Pero su especialidad, y lo que da pie al juego de palabras del nombre del restaurante (en un malabarismo con francés-inglés, je go, o sea, yo voy) es el gigot d’agneau fermier du Quercy roti a la broche (pierna de cordero asada). Viernes y sábados noche suele estar imposible, por lo que se recomienda encarecidamente reservar.

Philemon y Dominique, artífices del bar Le Baron Rouge de París.
Philemon y Dominique, artífices del bar Le Baron Rouge de París.Daniel Mordzinski

12 Le Baron Rouge

Más que un bar, el Baron Rouge es una religión. Un domingo en Aligre no es concebible sin la visita a esta mítica bodega, donde ejercer el ritual de lo habitual y un apero en condiciones: ostras, charcutería fina y buenos vinos. Tiene legión de seguidores. En su interior resisten toneles y grifos, un eterno suelo de azulejos y barra de zinc. Es verdaderamente entrañable. Es lo más. Lástima que no dejen quedarse a dormir.

13 Istanbul

En el céntrico y colorido barrio de Saint Denis, en mitad de los grandes bulevares, se encuentran, uno tras otro, incontables kebaps. Es un repentino estallido que pone en alerta el olfato, la vista, el gusto. De entre todos escogemos Istanbul por la comodidad y buen trato del local. Desde 1989 sirven pizzas turcas para todos los gustos. Por poco más de diez euros, uno sale más que restaurado. Es un festival de los dürüms (kebab enrollado en pan turco), los lahmacun (una especie de pizza),  las grillades de pollo y la carne bien especiada. Perfecto para una comida trotona y de paso.

14 La Taverne de Zhao

Este es un chino que no parece chino. Diferente, informal, barato y muy práctico. El espacio es reducido, por lo que, sin intención de desanimarle, puede que a la primera no haya suerte. Muy buenas ensaladas de algas y aún mejores raviolis dorados en sartén. Son perfectos los noodels salteados con huevo y pimientos. Todo por un precio muy módico y a dos pasos del canal de Saint-Martin.

15 Chez Janou

Comedor del restaurante Chez Janou, cerca de la plaza de Vosgos, en París.
Comedor del restaurante Chez Janou, cerca de la plaza de Vosgos, en París.Daniel Mordzinski

Una de las cosas que puede echar de menos en París es la Provenza. Para combatir esa nostalgia por la luz natural y los paisajes de lavanda está Chez Janou, a pocos metros de la eterna plaza de los Vosgos. Tiene una de las terrazas más agradables, ideal para un tête à tête. Divertido, soleado y provenzal en decoración y carta. Brindando con pastis o disfrutando de sus tapenades se sentirá en el Luberon. Es de esos sitios en los que se pide la tarjeta y cuando se vuelve de París se recomienda con gusto.

16 Renaissance

Para los amantes meticulosos del París de cine es perfecto porque aquí rodó Tarantino una violenta escena de Malditos bastardos. Se trata de un bistró clásico en todo: carta, plat du jour, mobiliario, decoración, ambientación. Retrocederá en el tiempo para comer a buen precio lo de siempre.

17 Le Figuier

El soberbio y suculento cuscús ha convertido Le Figuier en lugar venerado para los incondicionales de ese plato. Hay que desplazarse al barrio Levallois, pero vale la pena. Encontrará un salón acogedor, platos abundantes y un sonriente propietario, que además tiene dos nombres: Bernard para los franceses, y Hassan para los españoles. La historia de los dos nombres es graciosa, pero ya se la contará él.

18 La Mascotte

Un plato de ostras en el restaurante La Mascotte, en París.
Un plato de ostras en el restaurante La Mascotte, en París.Daniel Mordzinski

París sin ostras no es París. Para comer a lo grande sobran sitios; La Coupole, por ejemplo, es uno de los clásicos. Pero escogemos La Mascotte por el maravilloso edificio art déco que la alberga desde hace más de cien años. Brasserie selecta y legendaria. Toma el nombre de una ópera de Edmond Audan de 1880. La mascotte, según el diccionario, designa a una persona, objeto u animal que trae suerte. Los productos frescos llegan en el día desde las regiones más adecuadas: cerdo y charcutería de Cantal, carne de las vacas Aubrac, marisco del Atlántico. Es para ir a lo grande. Dese un homenaje. Desplómese con clase, nunca con culpa.

19 Thaï House Chez Phon

Es el tailandés más concurrido del distrito noveno y menos frecuentado por turistas. Toda una institución en el barrio. Repetirá seguro. De trato agradable y variadísima carta. Platos muy tais y perfectamente condimentados (quizá con demasiada leche de coco en las gambas, pero ya se sabe…), ricos y variados nems (rollitos) y perfectas ensaladas muy dignas de descubrir.

20 Ladurée

Que está lleno de turistas, vale; que tardas más haciendo cola que en comer, correcto; que es carísimo, de acuerdo; que la repentina locura mundial por los macarons es incomprensible y roza lo grotesco, también. Pero estamos en París, y puestos a visitar una pastelería, hagámoslo a lo grande. Desde 1836, Ladurée sigue siendo una señorial casa de repostería con salón de té ubicada en un notable edificio. Preste atención a las omelettes, y si es fan de los huevos Benedicto, no dude en pedirlos; los estaba esperando, ¿verdad? Pues aquí están, en su punto.

Use Lahoz ganó el Premio Primavera de Novela 2013 con El año en que me enamoré de todas.

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Sobre la firma

Use Lahoz
Es autor de las novelas 'Los Baldrich', 'La estación perdida', 'Los buenos amigos' o 'Jauja' y del libro de viajes 'París'. Su obra narrativa ha obtenido varios premios. Es profesor en la Universidad Sciences Po de París. Como periodista fue Premio Pica d´Estat 2011. Colabora en El Ojo Crítico de RNE y en EL PAÍS. 'Verso suelto' es su última novela

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