Atún y sonrisas

"Le dimos una vuelta a Zahora”, explica Alberto Reyes. Claro que el propietario del hotel no tiene por qué explicarse: Arohaz es Zahora al revés. Y eso porque después de su experiencia al frente del hotel La Breña, junto a su socio José Manuel Morillo, en la playa gaditana de Los Caños de Meca, el cuerpo le pidió otra aventura para darle la vuelta a la hotelería low cost. Bajos precios a un nivel altísimo de calidad. Y el que tenga alguna duda, recale en la terraza de su gastrobar una noche de verano y deguste el tatakide atún (pescado a un paso del hotel).

El hotel en sí no presenta un atractivo tan meridiano como el suscitado por su restaurante. Difícilmente invita a quedarse largo tiempo, dado lo escueto de sus instalaciones. Pero convence a quienes hacen vida en la playa o recorren la costa en coche con el anhelo de una buena cama para el trecho nocturno. Pese a la carretera, el silencio está asegurado. Sus seis únicas habitaciones sustancian la sencillez practicada por los dueños. Anillos fuera, mucha sonrisa y una delicadeza subliminal.

El mobiliario mejora la arquitectura. Los detalles se imponen a la banalidad veraniega. El calor de la acogida encariña inmediatamente a los huéspedes. No hay hora para el regreso, ni de noche, ni de día. Todo es de andar por casa. Se desayuna asomado al asfalto, junto a los coches aparcados, pero esto no parece importar a nadie. El comedor abre a las 9.30 y termina sobre las 13.30. A veces coinciden quienes bajan a desayunar y los que esperan los platos del almuerzo.

Al amanecer canta el gallo del vecino, aviso al durmiente de que inicia la segunda etapa de su sueño. Luego, durante el día, se organizan sesiones de qi gong en torno a la piscina. ¿Quién se apunta?

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