La playa en familia

Cajas alineadas frente al Atlántico. Así las concibió el arquitecto británico Matthew Wood cuando obtuvo el encargo de diseñar, en este privilegiado extremo del Algarve portugués, un complejo vacacional. Cajas porque son la estructura mejor adaptada a un ambiente de playa. Alineadas porque según su escalonamiento hacia la playa el precio varía de mayor a menor. En total, 40 cubos dobles y 130 apartamentos. Un lugar para hacer más feliz a los niños y a los padres cuando se ven liberados de ellos por unas relajantes horas de guardería, multiactividad o instrucción en deportes náuticos.

Varios carritos eléctricos se mueven por el resort facilitando el desplazamiento. Existen tres restaurantes, unos cuantos bares y terrazas, un spa con tratamiento ayurvédico, un gimnasio de última generación, dos pistas de tenis, otras dos de pádel, dos miniclubes para retoños de diferentes edades, un club de mar y hasta un bien surtido supermercado. El trato es amable y alegre, especialmente con los niños.

Esa luminosidad atlántica, ese azul grueso, penetra hasta la médula de las habitaciones, mimetizadas con el paisaje y el descuelgue de la ladera al mar. Sus líneas minimalistas siguen los principios del denominado lujo inteligente: madera, corcho, ratán y piedra de Monchique. Ningún material exótico. Ningún ornamento de sobra. El interiorista británico Michael Sodeau, su artífice, ha querido aunar la simpleza y la durabilidad.

De noche, el escenario adquiere otro color. Gana en volumen y serenidad. Solo desentonan las ringleras de chalés adosados, de apariencia barroca, que componen las vilas de luxo.

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