Damasco prebélico
La acrtiz y directora Natalia Menéndez disfrutó de la belleza de Siria meses antes de que estallara el conflicto civil
Natalia Menéndez se fue a Siria a pasar el fin de año de 2011. La actriz y directora, que tiene en cartel una adaptación de La amante inglesa, de Marguerite Duras (Matadero de Madrid, hasta el 10 de marzo), disfrutó de la belleza del país meses antes de que estallara el conflicto civil. Ahora, sus recuerdos se vuelven agridulces.
¿Qué sensación le producen las noticias?
Es un país precioso, con un pasado muy interesante. Cuando he visto en la tele el Crac de los caballeros, una fortaleza militar del siglo XII en la que se refugiaron los rebeldes, he sentido una gran inquietud.
Visitó el país poco antes del conflicto, ¿qué percibió?
Todo parecía normal, excepto un detalle que me llamó la atención. En el zoco de Damasco, en las tiendas, junto a souvenirs y productos típicos, se vendían cartucheras para llevar pistolas. He visitado varios países árabes y nunca lo había visto; me pareció un detalle significativo.
¿Con quién fue?
Organizamos el viaje con tres amigas de la infancia. Cuando viajamos juntas —lo hacemos de vez en cuando— sufrimos una regresión a la adolescencia: no paramos de reírnos, de montar escenas y disfrutar. Nos unimos a un grupo grande. Ellos viajaban con un historiador que nos relató con detalle el pasado del país.
¿Pasó con ellos la Nochevieja?
El 31 nos habían reservado un restaurante en Damasco. Antes de llegar, un grupo de músicos locales nos esperaba en una plaza. Comenzaron a tocar y se montó tal fiesta que estuvimos hora y media bailando; fue una fiesta espontánea con cientos de personas. Alucinante. Luego, todo discurrió con más normalidad: cenamos en una jaima, comimos especialidades árabes y bailaron los derviches.
¿Se lanzaron a escena?
Los bailes tienen su origen en una danza para alcanzar el éxtasis religioso. El término designaba a los ascetas que vagaban por las ciudades y que no valoraban lo material. Nosotras les observábamos con admiración.
Qué pena que no tuviera un teatro.
Estuvimos en dos plateas romanas. En cada una de ellas me puse en escena y probé la voz; sonaba espectacular. Cuando veo las noticias no puedo creer que un mes antes de esta terrible guerra estuviera allí. Es un país impresionante, y verlo de esta manera me produce dolor y pena.
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