Lugares para vencer el vértigo
Terapia viajera con el fin de superar el miedo al vacío. Desde sentarse al borde de la Roca del Púlpito, en Noruega, hasta pasear sobre el vacío en el Gran Cañón por una pasarela con el suelo transparente
Hay lugares en el mundo muy poco aconsejables para quienes padezcan de vértigo, pero únicos como plataformas de observación. Estos son sólo diez de los miradores más excepcionales del planeta: proporcionan, casi a vista de pájaro, y dejándonos sin aliento, espectaculares panorámicas sobre glaciares, cascadas, bosques, fiordos, desiertos o desfiladeros infinitos.
01 La Roca del Púlpito
Noruega
En ocasiones, nada consigue superar a la naturaleza; ni siquiera el mayor de los ingenios. Ni rascacielos, ni grandes teleféricos: una simple roca puede ofrecer el mirador más espectacular. En Noruega, una de las fotos más conocidas e impresionantes es Preikestolen, una enorme roca que se asoma desafiante a 604 metros sobre el fiordo de Lyse, en la accidentada costa oeste del país. El entorno es muy montañoso, pero esta cima parece creada especialmente como atalaya: perfectamente plana y sobresaliendo por encima del agua. Las vistas son tan amplias como vertiginosas, pero sobrecoge todavía más si miramos por las grietas que hay en la misma superficie, resultado de 10 000 años de acción glacial. Desde la carretera hasta la plataforma hay dos horas de caminata pero merecen la pena; la mejor temporada es entre abril y septiembre
02 Culto al vacío
Auckland (Nueva Zelanda)
Ya sabemos todos, o casi todos, que fue en Nueva Zelanda donde se inventó el puenting, conocido allí Bumpy Jump. En todo el país abundan los enclaves para saltar desde cualquier tipo de plataforma, y por eso, uno podría pensar que la mejor plataforma de observación neozelandesa está sobre una gran cima o, en cualquier caso, en un mirador natural. Pues no; las mejores vistas (al menos las más espeluznantes) del país se consiguen desde la estructura artificial más elevada, la Sky Tower (“torre del Cielo”), en Auckland, de 328 m de altura. En un país como este, en el que hay miles de lugares para saltar al vacío desde, hacia o bajo cualquier cosa, este edificio tenía que ofrecer algo diferente: una gran panorámica desde una rotonda acristalada y suspendida a 192 metros del suelo. Se puede circunvalar asegurados con arneses por el exterior, o saltar directamente desde ella atados a un cable de seguridad; la explanada que se extiende en la base se aproxima a una velocidad de 85 kilómetros por hora. La Sky Tower abre de domingo a jueves desde las 8.30 hasta las 22.30 (23.30 viernes y sábados). La entrada sencilla cuesta 25 dólares neozelandeses; el SkyJump (salto) y el SkyWalk (paseo por el exterior) se pagan aparte.
03 Paseo entre pájaros
Nueva Gales del Sur (Australia)
El mejor modo de conectar con las cucaburras, las cacatúas y las rosellas carmesíes del Sur de Australia es un paseo que discurre entre copas de árboles, en las frondosas tierras altas de Nueva Gales del Sur, de clima templado. A 25 metros del suelo, entre eucaliptos, árboles de sasafrás, acacias y moreras, Illawarra Fly Treetop Walk, una plataforma de 500 metros, proporciona una gran aproximación al mundo de las aves. Las vistas son espectaculares, desde primeros planos de plantas arbóreas hasta amplias panorámicas de la escarpadura circundante, como parte de la Gran Cordillera Divisoria. También se puede subir a la Knights Tower (la torre de los Caballeros), 20 metros más alta que la plataforma. El segundo sábado de cada mes, el Illawarra Fly Treetop Walk abre de 6.00 a 9.00 de la mañana para observar la salida del sol; hay que reservar.
04 El gran vacío
Gran Cañón, Arizona (EEUU)
¿Logro o aberración arquitectónica? Inaugurada en 2007, esta herradura de cemento y suelo de vidrio, de 20 metros de ancho, se asoma vertiginosamente al famoso Gran Cañón, en Arizona. Rechazada por los puristas, la mayoría de los propietarios de estas tierras, los indios hualapai, se muestran contentos porque la estructura para ellos ha significado más ingresos. También hay muchos visitantes que se quedan encantados, sobre todo cuando contemplan las vistas desde la plataforma voladiza con suelo transparente: resulta casi imposible no sentir vértigo al ver las rojizas profundidades de este gigante desfiladero a cientos de metros bajo nuestros pies. Impresionante. Este Skywalk forma parte del proyecto turístico Grand Canyon West; la entrada cuesta 43,05 dólares, más 29,95 si queremos pasear por el voladizo.
05 La llamada de Livingstone
Cataratas Victoria (Zambia)
El primer europeo que descubrió este lugar fue el mítico explorador escocés David Livingstone, atraído por un potente rugido, fuerte e incesante, que le llevó hasta este increíble lugar. El pálido trazo de un brillante arcoíris; una bruma que parece humo, lanzada al aire como si el río fuera de fuego: las cataratas Victoria (o Mosi-oa-Tunya), el punto en el que poderoso río Zambezi se arroja por un precipicio de basalto de 100 metros de altura, para luego serpentear entre espectaculares cañones. Se puede cruzar el puente peatonal hasta un sólido promontorio, el Knife-Edge Point, donde, si el viento ayuda con la bruma, se podrá admirar este descomunal salto de agua y el agitado abismo que genera más abajo. La temporada álgida de inundaciones es de marzo a abril, cuando las cataratas alcanzan su caudal máximo, aunque la bruma puede obstruir las vistas; el nivel del agua más bajo se da en noviembre y diciembre.
06 Plataforma transparente en los Alpes
Il Binocolo, Merano (Italia)
Las plataformas de observación abundan en el Tirol del Sur pero esta destaca especialmente. Diseñado por el arquitecto Matteo Thun a modo de complemento de los hermosos jardines del castillo de Trauttmansdorff, este mirador suspendido por encima de los árboles ofrece, cual binoculares de ópera, excelentes vistas a los que se atrevan a atravesarlo (el suelo es transparente): viñedos, huertos, tejados y laderas alrededor de la sofisticada población de Merano. También brinda espléndidas vistas de los jardines, dispuestos alrededor del palacio neogótico. Hay rododendros, conjuntos acuáticos aterrazados, exóticas palmeras, una colmena y el viñedo más antiguo del mundo. Algunas noches de junio, julio y agosto, Trauttmansdorff abre sus puertas para las Noches en los Jardines, que incluyen conciertos.
07 Paseo aéreo en Dachstein
Austria
Perfecta para pasar un rato por encima de las montañas, esta plataforma transparente sobresale sobre el macizo austriaco de Dachstein, a 2700 metros de altura. Vistas de 360 grados que abarcan fronteras estatales e internacionales, como la cima del Triglav, en Eslovenia, y los bosques bohemios de la República Checa. Además del vértigo, el viento y la nieve suelen golpear fuerte. El trayecto de subida es espeluznante: el teleférico desde Türlwandhütte asciende casi mil metros hasta la estación de Hunerkogel y pasa prácticamente rozando la pared del acantilado calizo, lo que permite apreciar con claridad las grietas la pared. Gracias al glaciar de Dachstein se puede disfrutar de esquí alpino y de fondo durante todo el año; conviene consultar las condiciones climatológicas y de las pistas.
08 Empapados en Iguazú
Brasil
Conviene llevar un poncho impermeable, pues se suele acabar empapado. Esta pasarela elevada, suspendida sobre el río, conduce hasta un mirador frente al poderoso rugido del Iguazú, rodeados de unos 1500 metros cúbicos de agua. Estas cataratas sudamericanas se sitúan entre Brasil y Argentina, y están formadas por 275 saltos que se extienden tres kilómetros de ancho y se elevan 80 metros de altura sobre la selva. En el lado brasileño, el sendero conduce a un punto de observación por debajo de la Garganta do Diablo, donde se puede disfrutar del tramo más espectacular y estruendoso del Iguazú. Hay que llegar temprano, pues las fotografías en el lado brasileño salen mejor por la mañana; el parque abre a las nueve de la mañana.
09 A la sombra del Mont Blanc
Chamonix (Francia)
El monte queda tan cerca que casi se puede tocar, o eso parece desde esta plataforma de observación de la Aiguille du Midi, sobre el valle de Chamonix, la capital de los Alpes franceses. En los días despejados también se puede contemplar el monstruo nevado del Mont Blanc (4810 metros), justo enfrente. Esta espigada aguja tampoco es moco de pavo: un pico puntiagudo de 3842 metros de altura. El teleférico que sube prácticamente hasta su cima sale de la localidad de Chamonix y asciende 2800 metros a toda velocidad; desde el fondo del valle hasta las alturas, en 20 impresionantes minutos. Así, cualquier enamorado de las montañas puede familiarizarse con este legendario macizo y disfrutar de una perspectiva que suele estar reservada únicamente a los mejores alpinistas: la Aiguille du Midi es el punto de partida de algunas rutas para coronar el Mont Blanc. También para vuelos en parapente, excepto en julio y agosto.
10 Puente aéreo en Kuala Lumpur
Malasia
Quizá sea mejor admirar esta plataforma de observación desde otro lugar que disfrutar de las vistas que ofrece. Este puente aéreo de dos plantas, que enlaza los pisos 41 y 42 de las Torres Petronas, es una maravilla de la ingeniería; con sus enormes bases de apoyo, parece el tornillo que mantiene unidos los dos rascacielos de 452 metros de altura. De noche impresiona aún más, pues todo el complejo está iluminado. Las vistas, a 170 m de altura, son bastante interesantes. Un veloz ascensor lleva a este balcón sobre el resto de rascacielos y espacios verdes de la activa capital malasia. El puente aéreo cierra los lunes; el mejor punto para admirar las torres Petronas es otra torre, la Menara.
11 El glaciar de Franz Josef
Nueva Zelanda
Los primeros maoríes lo llamaban Ka Roimata o Hine Hukatere (“Lágrimas de la joven del alud”). Según la leyenda, el las lágrimas de la amada por la pérdida de su amor se congelaron y crearon el glaciar. Desde el aire, forma un río de hielo que corta la respiración, entre escarpadas montañas. Hay operadores turísticos que organizan excursiones en helicóptero, sobrevolándolo y aterrizando después sobre el hielo para poder pisar y contemplar de cerca este ondulante y gélido terreno azulado. También se puede pasear y nadar en piscinas calientes alimentadas con agua del glaciar. El Franz Josef está en el lado oeste de la isla Sur de Nueva Zelanda. La cara terminal queda a unos 40 minutos a pie desde el aparcamiento.
Estas experiencias y otras 990 están recogidas en el libro 1000 lugares únicos de Lonely Planet (GeoPlaneta).
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