Guía 'El Viajero' de Santander
Del Paseo Pereda, frente a la bahía, a la playa del Puntal, adorada por los santanderinos Rabas bien fritas y exquisitas, una tortilla de campeonato y gintonics con jazz en vivo en el centro Paseo por el Río de la Pila y un expendedor de cebo vivo en la zona 'chic' de Puerto Chico
LA CIUDAD
Santander es una ciudad orientada al revés. Y como en esto, nada de lo que rodea a esta capital es evidente. Por eso, la vida aquí tiene un aliciente añadido; tiene un punto entre lo mundano y lo más ligado al territorio que la hace diferente. Y placentera.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que esta ciudad no da al mar; Santander se abre a la bahía. De hecho, a una gran bahía que, al penetrar en tierra, ordena la ciudad y la orienta al sur. Y si esto no significa mucho para los de fuera, la conciencia de la orientación y del viento que sopla en Santander es, para los santanderinos, un sexto sentido que viene impreso en su ADN.
En esta ciudad se respira tranquilidad, y a pesar de que no es especialmente noctámbula, es un sitio fabuloso para pasear de día y para disfrutar de copas relajadas por la noche. Y es que los santanderinos pasean su ciudad, con sol o sin él. El Paseo Pereda, que tuvo fama de escaparate de la elegancia elitista, ahora que se ha democratizado sigue siendo una pasarela humana entretenida donde deambular entre bares y tiendas a la brisa de la bahía. Pero además, puede hacerse casi ese mismo recorrido desde enfrente, desde el muelle. Así se suma, a la perspectiva de las emblemáticas casas del Paseo Pereda, el disfrute de nuestra preciosa bahía y la sorpresa de contemplar la cordillera Cantábrica que emerge por detrás (ya dije que la ciudad estaba orientada al revés). Y cuando el sol se va, el santanderino abandona muelle y fachada de la bahía para refugiarse de la brisa en las calles del centro.
Aquí se come casi siempre bien, y además ahora, que la prohibición de fumar en bares y restaurantes ha propiciado la aparición en estas tierras húmedas de algo que nos era tan ajeno como las terrazas, las rabas y el pincho de tortilla pueden tomarse al aire y disfrutando del fantástico clima de Santander. Porque las temperaturas aquí no son ni muy frías ni muy calientes, y gracias a eso, e incluso teniendo en cuenta la lluvia, la vida en la calle es muy agradable. Y variada. Incluso sorprendente; en esa mezcla entre el glamour de una capital, la cotidianidad portuaria y la tradición marinera. Así es como el Palacio de Festivales, sede de nuestro Festival Internacional de Santander, convive frente a frente con el dique de Gamazo, parte de la historia reciente del puerto, o cómo la zona chic de Puerto Chico, con los mejores barcos de la ciudad, alberga un expendedor automático de "cebo vivo” para los marineros retirados que pescan jargos desde el muelle.
Conocer Santander implica meterse en su dinámica, traspasar esa concha superficial y descubrir el placer de compartir saberes sobre vientos, mareas y sures. Hacerlo es todo un placer.
DORMIR
Hoteles
- Hotel Real (0034 942 272 550, Pérez Galdós, 28). Palacete ubicado sobre la bahía de Santander. Lujo y sobriedad a partes iguales. Merece la pena ir, aunque solo sea a tomar un café y disfrutar de las preciosas vistas que hay desde su jardín.
- Le Petit Boutique Hotel (0034 942 075 768, Avenida de los Castros, 10). Estrenado recientemente. Siete ciudades recreadas en siete habitaciones. Pequeño e íntimo. Un primor a un precio razonable junto a la playa del Sardinero.
- Hotel México (0034 942 212 450, Calderón de la Barca, 3). En un edificio precioso y clásico de la ciudad, con sus galerías y todo, tras la restauración ofrece un fantástico servicio a precios más que convenientes. Céntrico y bien comunicado con las playas.
- Hotel Alisas (0034 932 959 908, calle Nicolás Salmerón, 3). Hotel funcional, es lo que se espera de un sitio para dormir. Pero correcto y agradable. Céntrico y bien comunicado.
- Hotel Chiqui (0034 942 282 700, Avenida García Lago, 9). El clásico por excelencia. Situado al final de la playa de El Sardinero, en una zona tranquila y bella, con preciosas vistas sobre la playa y la ciudad.
COMER
De tapas
- El Diluvio (0034 942 218 563, General Mola, 14). Uno de los mejores sitios de Santander para ir de pinchos. La variedad es enorme y lo cierto es que ninguno defrauda.
- El Cata Vinos (calle Marcelino Sanz de Sautuola s/n). Aquí la tortilla de patatas es de libro. Que nadie deje de probarla. Todo lo demás, con una barra de pinchos selectos, también es fantástico. Y la carta de vinos amplia y bien aconsejada.
- Bodega del Riojano (0034 942 216 750, Calle del Río de la Pila, 5). Es un clásico. Una bodega con buenas tapas y cocina tradicional realizada a la perfección. Y una decoración muy especial: barricas decoradas por numerosos artistas contemporáneos.
- La Cátedra (calle Medio, 5). Ambiente de bar antiguo, que lo es, y en una de las calles más viejas y con más solera de la ciudad, ahora peatonal. Ideal para degustar un buen pincho o una buena tapa con un toque original, junto con un buen vino.
- Casa Lita (0034 942 364 830, Paseo Pereda, 37). En pleno Paseo Pereda, tiene una enorme selección de pinchos fríos y calientes, que entre clásicos y novedosos, son todos recomendables.
- La Conchita (0034 942 310 903, Avenida de Honduras, 20). Está en una zona un poco a tras mano, pero sus mejillones en salsa son épicos y sus rabas auténticas, bien fritas y exquisitas. Merece la pena ir hasta allí. Solo hay que decir que siempre está lleno.
- Cafetería Manila (0034 942 277 667, Colonia Los Pinares, s/n). Es un bareto de barrio, agradable y lleno de estudiantes y trabajadores de la zona que atesora una perfecta cadena de producción de tortillas. La tortilla del Manila ganó hace unos años el XI Campeonato Nacional de Tortillas de Patatas y parece que sigue en concurso, porque su calidad se mantiene. Rellenas o de las de siempre, se consumen como churros. Y además pueden encargarse para llevar. Y no se despisten de las hamburguesas.
Restaurantes
- El Cocinero (0034 942 271 055, Calle la Unión, 5). Está remozada pero sigue siendo una taberna marinera de las de antes. Además ofrece una cocina de mar, cuidada y esmerada, que combinan sin dificultad con modernidades exquisitas.
- Restaurante Marisquería Silvio (0034 942 219 051, Tetuán, 23). El marisco es fresco y además, lo cuecen en su punto. Y si se quiera a la plancha, lo bordan. El ambiente de barrio marinero, del de verdad, hace el resto.
- El Serbal (elserbal@elserbal.com, 0034 942 222 515, Andrés del Río, 7). Tiene una cocina moderna y creativa. De esa bonita de ver, pero además, exquisita. Un menú degustación fantástico. Cuidado y elegante, su estrella Michelin queda patente.
- Casa Revert (0034 942 281 806, Avenida Stadium, 2). Ha hecho de los entrantes todo un arte, y se puede comer de raciones con aire de cocina tradicional, pero que en el fondo siempre guardan algo novedoso. Muy de compartir. Todo rico y con una bodega muy buena.
- Días Desur (0034 942 362 070, Hernán Cortés, 47). Con un nombre sacado de la más rancia tradición Santanderina -los días de viento sur-, es el colmo de la modernidad. Buenos pinchos, menú correcto y ambiente muy agradable.
LA NOCHE
- Sala Blackbird (0034 942 365 673, Vista Alegre 13, bajo). Bar de copas cool, con una sala para conciertos en las que hacen sitio a nuevos cantantes -por el momento desconocidos- y también a nuevas aventuras musicales como el grupo santanderino Belgrado, el actual proyecto del bajista de El Canto del Loco.
- Bar La Frontera (Jorge Sepúlveda, 9. Cueto). Situado en la zona nueva de crecimiento de Santander, pero dentro de un barrio veterano y con solera como es Cueto, este bar con agradable terraza propone copas y música en directo.
- Sala bns (0034 942 270 882, Avda. Reina Victoria, 26 -Playa de la Concha- Sardinero). Lugar privilegiado para tomar una copa una tarde de verano después de tomar el sol en la playa y darse un baño. Y, claro, también para copas nocturnas. Encima de la playa de la Concha: la playa y el mar, este sí abierto, es todo suyo. Buena música.
- Balenciaga Jazz (0034 942 764 116, Calle Gándara, 3). En el mismísimo centro de Santander, entre Puerto Chico y Cañadío, se encuentra este local acogedor y con buen ambiente a cualquier hora del día. Vale tanto para desayunar como para copas (tienen una amplia carta de gin tonics, mojitos y cócteles exquisitos). Y con suerte, puedes disfrutar de jazz en directo.
- La Moska (0034 942 216 750, Calle del Río de la Pila, 5). Al lado de la Bodega del Riojano y abierto por los mismos dueños, La Moska es un pequeño y acogedor bar de buenos cocktails.
- Pub Blues (0034 942 314 305, Calle Perines, 39). En la zona de copas de Cañadío, el Blues es uno de los pubs más típicos de copas de la noche santanderina. Ambiente selecto, como no podía ser de otra forma, en este local de tradición de Santander.
- Sala Rokambole (Hernán Cortes, 35). Esta es una de las salas míticas de Santander; lleva más de veinte años animando las noches y desde su renovación y rediseño es el sitio de moda actual en la noche santanderina. Se trata de una sala multifuncional en la que lo mismo te encuentras con un monólogo, un concierto, eventos varios, clases de baile… Punto de encuentro cultural y artístico con copas bien servidas.
QUÉ HACER
- Ir a la playa. Hay luz, aire fresco, agua corriente y es gratis. En Santander, siempre se va a la playa. Y hay muchas. Si es verano, se va a la playa a bañarse y a pasear. Y si es invierno, se va a la playa a pasear y a bañarse. Pero ir a la playa en Santander es todo un arte, porque depende del viento, del plan, las ganas de sol… (Más adelante se proponen algunas de ellas).
- Museo Marítimo del Cantábrico (0034 942 274 962, Calle San Martín de Bajamar s/n.) Es un fantástico museo que repasa no solo la biología del mar Cantábrico, sino que también se adentra en la profunda influencia que la mar y los mareantes (así se llamaban antes, a sí mismos, los marineros) han tenido en la historia y las características sociales de la ciudad. Y hay que saber que los mareantes han sido los que han hecho de Santander lo que es hoy día.
- Península y Palacio de la Magdalena (Península de la Magdalena). El Palacio de la Magdalena domina esta península que da acceso a la bahía de Santander. Además de este edificio construido -por suscripción popular- a principios del siglo XX para que veranease allí la familia real española, esta gran zona verde cuenta con bosquecillos, playas y acantilados. Y con unas vistas grandiosas, tanto del mar abierto hacia el norte, como de la bahía y el litoral cántabro, hacia el sur. Es un sitio ideal para perderse y pasear. O también para asistir en verano a los cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
- Faro de Cabo Mayor. Las vistas son inmejorables: mar abierto, acantilados, las costas recortadas sobre el agua… Y además, en la antigua casa de los fareros se encuentra la Sala Cabo Mayor, donde se expone la enorme colección Los Faros y el Mar que el pintor Eduardo Sanz ha realizado sobre los faros de la costa española.
- Forestal Park (0034 608 117 116, Mataleñas). Hay ciertas actividades que dan un toque de modernidad, y desde 2007 en Santander tenemos un parque de aventuras. Permite pasar un rato muy divertido trepanado y saltando entre árboles y además, disfrutando de las vistas que tendría Tarzán de la bahía, de haber sido santanderino.
Barrios
- El Río de la Pila. Este barrio tradicional de Santander se ha embarcado en un proceso de renovación total, que lo está sacando de una cierta decadencia en la que había entrado, pero en la que no quieren perder su personalidad. Restauraciones de edificios, acciones culturales y nuevos y clásicos bares remozados y revisados están haciendo que “el río suene”.
- Cañadío. La zona de Cañadío tiene una personalidad propia y dual. Por el día es una zona urbana, tranquila y familiar, pegada a la cotidianidad de una ciudad de provincias, pero por la noche se trasmuta en la de zona de copas y marcha por excelencia de la ciudad. Todo se articula alrededor de la Plaza de Cañadío y de sus numerosos bares y pubs. También está, en uno de sus laterales el clásico y recomendable Bodegas La Conveniente.
- Tetuán. Aquí vivían los marineros de Puerto Chico cuando este concentraba la flota de pesca de bajura en Santander. Y a pesar de que Puerto Chico ha cambiado y ahora acoge veleros y barcos más lujosos, Tetuán sigue siendo uno de los lugares que más ha conservado ese espíritu abierto, irreverente y un tanto raquero. Lleno de bares y tabernas con claro sabor marinero donde comer o tapear, como Casa Silvio, El Marucho o La Mulata.
Playas
- Playas de Peligros, Magdalena y Bikinis. Son las primeras playas que se encuentran viniendo desde el centro de Santander, y en el fondo son la misma pero dividida en calas. La primera, y situada casi a pie de calle, es Peligros, después vienen la Magdalena y Bikinis. Son playas recomendables para los días de viento nordeste porque el promontorio de la península de la Magdalena las protege. Además, como dan a la bahía, son de aguas tranquilas. Mezcla de ambientes, familias y pandillas de adolescentes (sobre todo en Bikinis).
- Playa del Camello. Siutada en el lado norte del brazo de tierra que da acceso a la Península de la Magdalena, se llama así por la forma de camello que tiene la gran roca que preside la playa. Esta ya es un arenal que da al mar, o mejor dicho, al abra de la bahía; pero se nota, y sus aguas son más movidas que las anteriores. Aquí es típico el ir a jugar a las palas -con zona acotada y todo- y en torno a eso se ha creado un ambiente muy especial que combina todo tipo de edades. Además de este público deportista es una playa típica de gente joven.
- Playa de la Concha, Playa del Sardinero (primera y segunda). Sucesión de playas que empiezan poco después de la del Camello. La Concha y la Primera son más típicas de los santanderinos, mientras que la Segunda es muy utilizada por los veraneantes. Más abiertas al abra y menos protegidas que el Camello, son las preferidas por los surferos, especialmente la Segunda. Ambiente familiar. Intenso tráfico de paseantes por la orilla.
- Playa de Mataleñas. A esta preciosa playa, más abierta que la Primera y la Segunda, se accede a través de un largo tramo de escaleras que parte del parque de Mataleñas. Su difícil acceso la condiciona bastante a un uso de gente joven. Un inconveniente, a media tarde se queda sin sol pues hacen sombra las rocas. Recomendable si se quiere huir del bullicio del Sardinero.
- Playa del Puntal. Así es como se denomina a este brazo de dunas al final de la playa de Somo y que tiene bahía por el sur y mar por el norte. Pero esta playa, adorada por los santanderinos, no está en Santander (sino en Ribamontán al Mar). A ella se accede desde Santander a través de lanchas (hay un servicio de lanchas público que funciona en verano, a 3,80 € ida y vuelta, y sale cada media hora). Es donde hay que ir si hace mucho calor (a mar abierto) o si hace viento (al lado que da a la bahía). Todo un paraíso de dunas donde por mucha gente que vaya, nunca se siente sensación de agobio. Además, los aspirantes a consignatarios de buques, podrán controlar el tráfico de la bahía. Y con zona nudista, en la parte más alejada del embarcadero.
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