El Madrid más 'indie'
Bares como el Tupperware y el Freeway, un bazar de 'gadgets' y una original tienda de bicis. Recorrido por la Corredera de San Pablo, en el madrileño barrio de Malasaña
Si el desaparecido Antonio Vega mirase su querido Madrid desde el cielo, le sorprendería que le hayan dedicado una plaza. La plazuela de Antonio Vega, de todas formas, más que una plaza es un cruce de caminos entre las calles Fuencarral, Velarde y Corredera Alta de San Pablo, un pequeño triángulo urbano con un par de bancos públicos, una pizzería al corte, una tienda de alimentación china y unas cuantas motos aparcadas. Pero, oigan, menos es nada.
El Ayuntamiento decidió dedicársela al músico, con unanimidad de todos los grupos políticos, tras su muerte en 2009, y debido a la cercanía del bar Pentagrama (www.elpenta.com), que el músico frecuentaba durante la sacrosanta movida madrileña y al que inmortalizó en la letra de la inmortal canción La chica de ayer. El Penta ahí sigue, impertérrito al paso del tiempo, llenándose por las noches malasañeras y sirviendo copas, birras y pop rock español al personal noctámbulo. Y ahí sigue también la calle Corredera de San Pablo (Alta y Baja), que cae de la plazuela de Antonio Vega como un río que dividiera el barrio y viviendo un momento de esplendor, con sus garitos cool, sus tiendas bizarras o de ropa de segunda mano conviviendo con pescaderías tradicionales, lamparerías y otros establecimientos de castiza solera. Ah, y su cine porno.
Si la cosa va de bares en la Corredera no faltan. Además del citado Penta (Alta, 26), otros clásicos de la noche, algo posteriores, son el Tupperware (Alta, 26) y el Freeway (San Vicente Ferrer, 7), donde se da cita el público más indie hasta altas horas. Dos bares cercanos y de reciente aparición como son The Wall (Baja, 47) y La Realidad (Baja, 51) han animado bastante las tardes y noches de la parte media de la calle. En el primero encontramos ambiente modernete, un fotomatón y una máquina recreativa con el añorado juego Street Fighter. Además, venden ropa, vinilos y cómics. En La Realidad, cuyo lema es "gin-tonics y micropoesía" uno puede leer los libros de micropoemas que cuelgan de la barra o perderse admirando la frecuentes intervenciones artísticas que se dan en sus paredes. Variedad de gin tonics y té e infusiones y, de comer, pintxos vascos.
La plaza de San Ildefonso, que se avista desde La Realidad, divide la calle en su parte Alta y Baja. Allí la estatua de una estudiante (Joven Caminado, de Rafael González), con sus botas de montaña, su pelo ondulado y su eterna carpeta observa muy quieta el ajetreo de la primaveral terraza del restaurante Conache (Santa Bárbara, 11 - http://restauranteconache.com) y también a la muchachada que, al anochecer, pasa de las mesas y se sienta en los bancos o en el suelo a degustar la pizza al corte que venden en la tienda de la esquina acompañada de una cerveza fresquita, que suministran los muy solícitos vendedores orientales que apatrullan esas calles. La plaza ha sido bautizada por algunos como la de La Grunge, por el aspecto desaliñado que presenta la pétrea jovencita, tan propio de aquella tribu urbana deprimida, pasota y un poco desaliñada que reinó en los felices noventa. Lleva desde 1996 ahí, inmóvil, y seguro que no se aburre ni una pizca.
La casa de Machado y el cine Cervantes
Bajando un poco, en el número 20 de la Corredera Baja, se encuentra el edificio en estado de deterioro en el que se ubicaba la legendaria Taberna Pepita, que fue muy popular entre el estudiantazgo por sus minis de cerveza y kalimotxo y sus precios populares. Pero no solo por eso es reseñable el decadente edificio: además, éste es uno de los edificios de viviendas más antiguos de la capital (del XVII), en el que moraba la madre de Antonio Machado y donde se alojó el poeta con su esposa Leonor después de su boda. Y bajando un poco más, donde se bifurca la calle Ballesta, se encuentra una de las tres últimas salas X que sobreviven en la ciudad, el sórdido cine Cervantes (Baja, 39). ¿Qué tendrá que ver don Miguel de Cervantes con el porno?
Si la cosa va de tiendas, la calle tampoco se queda corta. En la colorida Chopper Monster (Alta, 21 - www.choppermonster.com) se dedican a la parafernalia rocanrolera y las bicicletas chopper, que son algo así como la Harley Davidson de las bicis. Aquí se encuentran máscaras de lucha libre mexicana, cinturones de pinchos, camisas hawaianas o camisetas roqueras, algún cómic, algún libro y algún vinilo. Una vez al año, el establecimiento organiza un desfile de bicis chopper por la ciudad que acaba en un contundente concierto de rock n roll y similares. Se trata del 'Monster Pedal', que el próximo 14 de julio celebra su séptima edición. No muy lejos está Curiosité (Alta, 28 - www.curiosite.es) que, como su nombre indica, se dedica a las cosas curiosas, a los regalos originales, a los gadgets. Por ejemplo, los frigopoemas, esos imanes con palabras que todos los letraheridos tienen pegados en sus neveras para componer gélidos versos, o una cabeza de toro para colgar en la pared, pero hecha de cartón en vez de carne, cuerno y hueso, o un molde para freír apasionados huevos en forma de corazón. En otra latitud más temprana de la calle, está la tienda Femisa Objetos Perdidos, de otro tipo de curiosidades más vintage, donde es fácil encontrar el regalo perfecto (y raro).
Decano madrileño del tatuaje
Los habitantes del barrio, según cuales, son bastante dados la ropa de segunda mano: en Corredera tenemos la veterana Binomio (Baja, 26) o Retro City (Alta, 4). Al lado de esta última, y si nos apetece vestirnos de tinta la piel, tenemos el taller de Mao & Cathy (Alta, 6 - http://maoandcathy.com), que lleva tres décadas en el barrio y puede considerarse el decano del noble arte del tatuaje en la ciudad. En Emiika Style (http://emiika.com - Baja, 53) encontramos ropa de primera mano y complementos, y enfrente está García Madrid (Baja, 26 - www.garciamadrid.com), donde se pueden vestir los hombres más elegantes a la par que modernos y urbanitas.
Aio (Baja, 25 - http://aioamadrid.blogspot.com.es) es un nuevo restaurante de comida típica de Cerdeña (como las pizzetas, una pequeña pizza que se dobla para comer, con chorizo sardo o huevas de pescado, entre otros ingredientes, la empanada sarda, el pollo con pimientos, o los asados) donde se puede comprar comida para llevar o comer en el local, de estilo entre vintage industrial (con piezas de la almoneda La Broccanterie, en La Latina) y tradicional, en el que también se exponen bicicletas de la marca Apici (en este barrio gustan mucho las bicis). En la acera de enfrente, no muy lejos, está Italiana Madrid (Baja, 10), un café-librería que viene a completar este Little Italy de la calle.
Ya llegando a la plaza de la Soledad Torres Acosta, más conocida como plaza de La Luna, se encuentra el Teatro Lara (Baja, 15 - www.teatrolara.com), un recoleto espacio de estilo modernista (le llamaban la Bombonera de Don Cándido por su mecenas, Cándido Lara, un carnicero del mercado de Antón Martín que se enriqueció abasteciendo a los ejércitos reales contra los carlistas) fundado en 1880 y que sigue incansable ofreciendo escenario a obras contemporáneas y conciertos muy íntimos. Y por fin, al desembarcar en la plaza nos hallamos antes los abandonados Cines Luna que, desde su lamentado cierre, ha acogido eventos de marcas de moda y los ciclos de cine de terror y serie B Cineshock, que congregaron con gran éxito al moderneo y el frikismo de la capital. Ahora, los cines Luna serán reconvertidos, se espera que abran en septiembre, en un teatro musical, aportando más movimiento a un barrio donde todo se mueve, excepto, claro está, las estatuas.
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