Espacio y emoción
Ett Hem, un hotel nuevo en el distrito de Östermalm, en Estocolmo, es el hospedaje ideal, modelo para el siglo XXI
Si bien nos estamos haciendo cada vez más móviles y globales en lo que respecta al trabajo y a la diversión, los hoteles se han quedado estancados. Salvo unas cuantas cadenas notables y las muy infrecuentes residencias privadas, la industria hotelera se ha visto malograda por la nefasta alianza entre promotores y antiguos alumnos de las escuelas de negocios, que ponen las hojas de cálculo antes que la experiencia humana y los costes antes que el sentido común. Puede que hoy haya mayor abundancia que nunca de habitaciones de hotel, pero el placer implícito en ocuparlas nunca ha sido menor.
Este desequilibrio es lo que Ett Hem, un hotel nuevo en el distrito de Östermalm de Estocolmo, trata de restituir. El edificio, de 1910, en Sköldungagatan, se encuentra en el vecindario de las residencias de los embajadores, y sus propietarios son Jeanette Mix y su marido, pero ha sido completamente remodelado por el arquitecto Anders Landström, de Estocolmo, con la dirección creativa y el diseño de Ilse Crawford, de Studioilse (Reino Unido).
Es una santísima trinidad de propietario-arquitecto-diseñador que ha funcionado extremadamente bien. El edificio de 12 habitaciones, que abrió sus puertas a principios de mayo, no es solo un lugar especial donde quedarse en una ciudad, país y región curiosamente faltos de alojamiento de calidad: es un nuevo anteproyecto para el modelo de pequeño hotel propio del siglo XXI. Ett Hem significa "una casa" en sueco, y vaya si lo es.
"Es ridículamente normal, pero cada vez se vuelve más imposible encontrar lo normal", dice Ilse Crawford. Para ser diseñadora, no se anda con rodeos, una rareza en estos tiempos. Con "normal" se refiere a Ett Hem, que, si bien está lleno de muebles, materiales y menaje codiciables, tiene los pies bien plantados en la tierra. Es un lugar en el que eres bienvenido como parte de la casa, donde puedes estar a tu aire, "ya sea tocando el piano Yamaha o hurgando en la nevera por la noche en busca de algo para picar y una copa de vino", explica Crawford. "Queremos que el modelo de hotel pequeño avance a través de la redistribución de recursos, invirtiendo en la casa, manteniendo la nevera y la cocina bien provistas y contratando personal que entienda de qué va todo esto. A las escuelas de hostelería no se les da bien formar gente con iniciativa e imaginación, y esto es lo que los hoteles necesitan más que nunca. Se han vuelto tan institucionalizados que como huésped sientes que molestas si alguna vez pides algo".
Suena relativamente simple, pero ¿cómo animar a los huéspedes para que actúen de distinto modo? "Los huéspedes pueden actuar como quieran: esa es la idea", dice Crawford. "Nuestro enfoque fue pensar con atención sobre los espacios: lo que queríamos que ocurriera en ellos, cómo podían emplearse, cómo se sentiría la gente, lo que desearían. Todo ha de ser increíblemente funcional, pero ni siquiera queremos que parezca que lo es".
Por suerte, Crawford y Landström estaban en sintonía. "Supimos muy pronto que hablábamos el mismo idioma: espacio, emoción y alma", explica Landström. Crawford también considera a Jeanette Mix como una clienta ideal: tenaz, abierta, en quien confiar, divertida: "Siempre ha tratado de maravilla a todo el equipo y con tal respeto que eso lo dice todo, la verdad". Por su parte, Mix sabía lo que quería, ya que había trabajado en hoteles antes de ser madre en los años noventa. "Era mi sueño", dice. "Viajamos mucho y siempre me choca ver lo difícil que es encontrar lugares sencillos en los que estar, lugares que adores".
Mix es una fuerza de la naturaleza: Ett Hem está lejos de ser un proyecto secundario, de capricho, para ella. Habla el mismo idioma que Crawford: sentido común, alma y honestidad. "No quiero que nuestros huéspedes piensen o se preocupen acerca de lo que les está costando su estancia. Lo que quiero es que duerman bien. Es algo que hemos construido durante generaciones: no me interesa vender, ni hacer dinero rápido. Quiero dárselo a mis hijos", explica Mix.
Ett Hem es definitivamente más bien una casa que un hotel, no porque tenga pinta y dé la sensación de serlo, sino porque ha sido concebida, construida y diseñada por tres personas que tienen confianza entre ellos. Y lo esencial de su comprensión acerca de cómo debería funcionar el hotel es la confianza entre el personal y los huéspedes, muy parecida a la confianza que tiene lugar en un hogar familiar. Realmente es una fórmula muy simple: lo sorprendente es que haya sido lo primero en esfumarse del sector hotelero.
» Traducción de Mercedes Cebrián
TRES DETALLES
» Al entrar en Ett Hem uno se siente como si el lugar llevase décadas habitado por amigos y familiares. El mobiliario es una edición cuidadosa de modelos suecos y daneses de principios y mediados del siglo XX, junto con camas, bañeras y amplios muebles-bar diseñados por Ilse Crawford y hechos a mano en Suecia e Inglaterra. Los materiales son extremadamente táctiles: cobre, vidrio, mármol, cuero, piel de oveja, caña y madera natural.
» Los colores poseen ecos de la pintura sueca y flamenca. "El tipo de tonos que tan bien contrastan con la piel humana", explica Crawford. A lo largo de la casa, la dueña, Jeanette Mix, ha colgado su colección personal de arte y ha llenado estantes con sus propios libros, objetos y cosas favoritas.
» Al personal (suecos y un danés) se le insta a desaprender las reglas que les enseñaron en otros sitios, y a estar disponibles para cualquier cosa que busque un huésped, ya sea un paquete de cigarrillos después de medianoche o una cena para 15 amigos. El servicio se centra en lo que sí puede ocurrir, no en lo que no es posible.
LO QUE TE OFRECEN
» Se empieza bien: aquí no hay colas para el check-in; puedes elegir subir, tomarte algo, dejar tu equipaje y bajar. El check-in se hace cuando quieras y donde quieras, como mejor te venga.
» Una pista: donde la mayoría de los hoteles han fundido su bronce sustituyéndolo por tarjetas blancas de plástico, Ett Hem, por el contrario, es un establecimiento de llave y cerradura tradicionales en la puerta.
» Interruptores y reguladores: es reconfortante estar en un hotel que confía en ti para que enciendas y apagues tus propias luces. Del mismo modo, puedes regular las luces donde quieras, según tu estado de ánimo.
» Tecnología sutil: aunque la sensación que pueda dar a primera vista es como de algo no puesto al día y analógico, cada habitación está equipada con una televisión y con cualquier lujo tecnológico que se te ocurra. "Añadir tecnología es una cosa, pero deshacerse de las chimeneas originales de cerámica de cada habitación no es nada intuitivo", dice Ilse Crawford, la diseñadora británica coautora del proyecto junto al arquitecto sueco Anders Landström.
» Comida: lo que quieras y donde lo quieras. El chef está disponible para cocinar cualquier cosa que te apetezca. Te lo pueden llevar a la habitación o lo puedes comer con otros huéspedes en la mesa comunitaria de la cocina o en la biblioteca.
» Bebidas y snacks: hay una nevera siempre surtida de alimentos y vino para que te sirvas cuando tengas apetito o sed. Y también hay un mueble-bar estilo antiguo ampliamente surtido de bebidas en cada habitación.
» El ama de llaves: el personal de Ett Hem, sus huéspedes y la casa en sí los supervisa un ama de llaves de aires tranquilizadores de matrona. Si bien posee todas las habilidades de la mejor de las conserjes, es ante todo la anfitriona por excelencia.
» Servicio 24 horas: en vez de dar el toque de queda cuando oscurece, uno de los principios fundacionales de Ett Hem es que cualquier cosa tiene que estar disponible en cualquier momento. Después de todo, un hotel debería dar lo mejor de sí entre las 22.00 y las 8.00.
» Personal sensible: si bien han sido formados y tienen experiencia, a todo el personal de Ett Hem se le ha enseñado a pensar más allá de los confines de lo institucional para juzgar y actuar de acuerdo con las necesidades y el temperamento de los huéspedes. Si quieres atención y un servicio exquisito, lo tendrás. Si quieres que te dejen tranquilo, no tendrás que pedirlo.
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