Reto al espadachín bruselense
Ruta muralista por las fachadas de la capital belga que despiertan el espíritu aventurero de los héroes de tebeos
Doblar la esquina y encontrarse con Lucky Luke; levantar la vista y caer en el romanticismo del arcángel de Yslaire, que vigila la calle. O ser retado sin previo aviso por el espadachín de El Escorpión. En Bruselas, cuna del cómic europeo, una iniciativa de su ayuntamiento recuperó las fachadas de edificios en mal estado para convertir la ciudad en un museo del noveno arte al aire libre. No hay que pagar entrada.
Dos décadas después, hasta 44 son los murales dispersos por la ciudad. La mayor parte se encuentra en los alrededores del céntrico bulevar o al pie de espacios de visita obligada en la capital bruselense como la Grand Place. Otros sorprenden a la salida del bar que solía frecuentar el surrealista René Magritte, cerca de calles comerciales llenas de vida, a dos pasos de un museo o en torno a estaciones periféricas de Midi Station. Homenaje callejero que une la ciudad moderna, de trazados regulares y amplios, con la Bruselas más añeja y concentrada, de calles sinuosas e irregulares, mediante una perspectiva diferente, y permite comprender la historia de esta metrópoli, siempre de moda.
Con Tomás el Gafe
Ya dijo Víctor Hugo que la Grand Place de Bruselas es de las plazas más bellas del mundo (y con webcam en tiempo real). Para comprobarlo, este es el punto de partida de la ruta muralista. Un lugar importante para el desarrollo comercial de la ciudad que también reflejan las elegantes galerías Saint-Hubert, un pasadizo cubierto diseñado en 1847, de los primeros centros comerciales en Europa. Joyerías, boutiques de todo tipo y, cómo no, grandes chocolateros.
Un paso más allá, bordeando por la derecha la catedral, un mural de estilo realista representa con ceño fruncido a Escorpión, el protagonista de una aventura ambientada en Roma realizada por Marini y Desberg. Bajada por el bulevar de Berlaimont para encontrarse con la estatua de Tomás el Gafe, creado por el historietista belga André Franquin.
Caminar por la Rue du Canal es sentirse un marinero valeroso al recordar los viajes de Corto Maltés, frente a un mural de 95 metros de longitud que refleja la historia creada por el italiano Hugo Pratt. A tiro, el barrio Dansaert, el auténtico templo de la moda bruselense. Prestigiosas firmas, galerías de diseño y tiendas vintage para miradas inquietas. Las callejuelas conducen a la plaza Sainte Catherine, antiguo mercado del pescado, donde lo difícil es elegir en qué restaurante probar los platos marineros.
Sobre una pared de ladrillo de la Rue du Houblon se reconoce la marca amarilla de Edgar P. Jacobs, convertida en una imagen del cómic internacional. El caballero flemático inglés, Blake, y el impulsivo profesor Mortimer le plantan cara al coronel Olrik en lo que parece una escena sacada de un lúgubre barrio de Londres. La Casa del Espectáculo (Rue de Flandre, 46) es otra parada sugerente. Del siglo XVIII, erigida por el arquitecto y diseñador Jean Corsyn, agrupa en su interior varios centros de documentación, bibliotecas y salas destinadas a acoger cursillos, ensayos y conferencias relacionadas con las artes escénicas.
Ajedrez al estilo Magritte
Siguiendo por la Rue des Chartreux, un misterioso arcángel descansa en lo alto de una fachada. Su autor es Yslaire, quien también lanzó la serie Sambre, de inspiración romántica y un colorido original. Todo un éxito crítico y comercial en 1986. De paso, una parada inspiradora en el café Greenwich (Calle des Chartreux, 7) al que el pintor surrealista René Magritte solía acudir para relajarse y echar una partida de ajedrez.
Se pueden disfrutar las exposiciones temporales de las lonjas de Saint-Gèry, sus populares terrazas y también, aunque está algo escondido, del fresco de Nerón. Este personaje nacido en 1946 protagoniza una serie que se publica en un periódico flamenco. Las obras de su autor, Marc Sleen, icono del cómic belga, se pueden ver también en la Rue des Sables, frente al Centro Belga del Cómic, pues un museo permanente le rinde homenaje con rincón de lectura incluido.
Se cruza en el camino el bulevar Anspach, que deja paso a varias tiendas especializadas en tebeos nuevos y de ocasión. Poco más allá, por una vía peatonal se llega hasta la pintura de otro héroe gráfico, el de Ric Hochet, periodista de profesión que investiga casos en su flamante Porsche Carrera. El carácter impreso en las caricaturas de Tibet, su autor, ha creado escuela. El barrio de Saint-Jaques y sus terrazas invitan a darse un respiro, sin perderse la iglesia de Notre Dame de Bon Secours.
Cazar a los hermanos Dalton
Después del descanso, en la Rue des Fabiques espera el universo colorido de Cori el Grumete. Creado en 1949 por Bob de Moor, uno de los últimos maestros del llamado estilo de trazo nítido, técnica compartida con el famoso Hergé para quien trabajó como primer ayudante hasta su muerte. En la esquina con la Rue de la Senne se encuentra el onírico dibujo dedicado a Nic, personaje creado por Hermann, que también demostró su talento para el realismo con series como Jeremiah, Comanche o Bernard Prince.
Impresiona encontrarse en la Rue de la Buanderie con la pintura del clásico Lucky Luke. Con 180 metros cuadrados es de los mayores de todo el itinerario. El vaquero que dispara más rápido que su propia sombra, representado en una escena a punto de capturar a los hermanos Dalton. En la misma calle, multicolor y también llamativo el dedicado a Astérix y Obélix y sus compañeros de batalla combatiendo a los romanos. Otro fresco es el dedicado a la pelirroja Isabelle, su simpática tía Úrsula y la bruja Caléndula; está un poco más adelante, a la altura de la Rue de la Verdure, reflejo de ese aire poético propio de las viñetas originales pero con un punto de comedia. Creado por el dibujante Will, la serie sacó a la luz doce álbumes hasta que su creador murió en el año 2000.
» Más información sobre la ruta muralista en www.belgica-turismo.es
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