Esto solo lo arregla una siesta

Se acabó el verano, lucir tipo y las dietas esclavistas. Con los primeros regresan los platos de cuchara y digestión prolongada, el gustazo de disfrutar algunos de los contundentes manjares que engrosan la gastronomía patria.

La sidrería cabe en un barril

Galicia no se entiende sin los pescados y mariscos de sus Rías Baixas. Para disfrutar plenamente de su dimensión gastronómica, el restaurante D'Berto de O Grove (Pontevedra) ofrece el mejor percebe de El Roncudo o las mejores lubinas de A Guarda. Para los más carnívoros, en el restaurante O'Asador de Viveiro (Lugo), se puede escoger entre un amplio surtido de carnes a la parrilla, en el que reina el chuletón de ternera.

Asturias es tierra de mineros, de pescadores y de muy buen comer. La fabada y el pote, banderas de la cocina astur (y pasaporte inmediato para la tradicional siesta), resultan excelentes en La Nueva Allandesa (Pola de Allande) o La Máquina (Lugones), no solo por la comida: el entorno también acompaña. Otra alternativa es Tierra Astur, cadena de sidrerías con presencia en Colloto, Oviedo y Gijón en la que comerás los productos típicos de la tierra dentro de barriles de sidra.

Cantabria y País Vasco mantiene la calidad de pescados, mariscos y carnes del norte peninsular. En el restaurante Los Troncos de Santander elaboran hasta 20 platos diferentes en las Jornadas Gastronómicas de Bacalao, pero el changurro al horno, los callos o el chuletón son tres de los imprescindibles. Igualmente imperdonables son las carnes a la parrilla de Etxebarri, en Atxondo (Vizcaya) y del restaurante Iribar de Getaria, Guipúzcoa.

Homenaje con D.O.

Para concederse un buen homenaje en tierras riojanas hay que conducir hasta Cuzcurrita de Río Tirón, y entrar en la Bodega Guillermo para enlazar sus caparrones pintos (alubias rojas), patatas a la riojana y chuletas de cordero a la brasa con algún caldo de la región. Hay que hacerlo mentalizado: cuando queda comida en el plato, Guillermo se enfada. Excelente carne a la brasa aguarda también al viajero hambriento en el Mesón Chuchi, en Fuenmayor.

Si la escapada es de fin de semana, con partido de Osasuna incluido, El Bodegón del Sadar de Pamplona, ubicado en los bajos del estadio, cuenta con un menú de 30 euros a base de comida tradicional navarra que puede provocar somnolencia si el partido resulta soporífero.

La cocina de El Fuelle, ya en tierras mañas, resulta de visita obligada si se quiere disfrutar de la gastronomía típicamente aragonesa. Y además, a un módico precio. Tampoco puedes perderte el chuletón de buey a la teja del restaurante Biarritz en Jaca (Huesca) o el menú de El Mesón de los 20 platos, en Almonacid de la Sierra (Zaragoza).

Adiós dieta mediterránea

Barcelona cuenta con sofisticadas propuestas gastronómicas y, afortunadamente, con buenos reductos de recetario tradicional, como la Taberna La Llesca, un restaurante idóneo para degustar excelente carne a la brasa sin llevarse un susto al pagar la cuenta.

La sinuosa costa mediterránea conduce hasta Murcia, ciudad ideal para el tapeo pero con contundentes dosis de la comida típica. Por ejemplo, en Los Toneles, o con los menús epeciales del restaurante Madre de Dios.

Tierra de vino y lechazo

En Castilla y León el frío llega antes y la mejor calefacción para entrar en calor es, sin duda, un buen cocido omañés en la casa rural Los Acebos, Murias de Paredes (León). El tostón segoviano del restaurante Narizotas, o el caldo castellano seguido de un buen chuletón de Ávila en el restaurante Copacabana, son alternativas igualmente solventes contra los fríos prematuros.

Salgamos de Madrid

Para los que estén saturados de los mismos restaurantes del centro de Madrid, dos rutas alternativas: un menú a base de judiones y chuletón en El Hayedo (Montejo de la Sierra) o los guisos y platos de cuchara de la Terraza del Rey Patones (Patones de Arriba), en la que además disfrutará de las vistas a la Sierra de Madrid.

Siguiendo los pasos de Don Quijote

Cuando el tiempo ya no acompañe para hacer la décima ruta de don Quijote a pie (de la Hoz del Río Dulce a Sigüenza y Atienza), hay otro excelente argumento para visitar Imón: el entrecot del restaurante La Tahona (Guadalajara). Otra opción de cuchara es un tradicional pucherete (guiso de garbanzos, patatas y jamón bañado por un caldo casero) en el restaurante Los Callejones, en Las Majadas (Cuenca).

¿Playa o montaña?

Después de hacer hambre con la amplia oferta de actividades rurales que se ofrecen en el centro de turismo de Alpujarra de Granada, hay que sentarse a la mesa de La Alquería de Morayma: cocina tradicional para viajeros hambrientos a base de pucheros, gachas, arroces cortijeros o ardorias, una variedad del salmorejo.

¡Buen provecho!