Magosto, 'chambombos' y un carril-vaca
Viaje a través de tradiciones milenarias y árboles centenarios en El Bierzo, con motivo de la fiesta de la castaña
En la comarca leonesa de El Bierzo, bajo los tímidos rayos de sol de octubre y las primeras lluvias del otoño, los erizos que guardan el fruto en su interior maduran y alcanzan el tamaño necesario para que, en unas semanas, la castaña esté en su punto para el consumo.
El magosto es la fiesta de exaltación de la castaña, una tradición de gran arraigo en el norte de España que consiste, básicamente, en reunir a la familia y los amigos alrededor del fuego mientras se asa el sabroso fruto para su posterior degustación.
Cuando la tarde cae comienzan los preparativos: unos muezcan las castañas, con un corte en la cáscara para que no revienten sobre el fuego, mientras otros preparan el resto de viandas y el vino que las regará. Cuando la hoguera arde hasta que la intensidad del fuego es baja, se pone a asar el fruto, bien sobre una chapa metálica o bien dentro de un chambombo: un cilindro metálico agujereado con una pequeña trampilla por la que se introduce el fruto, que se cuelga sobre el fuego. Los rescoldos de la hoguera esconden patatas y chorizos bañados en vino envueltos en papel de aluminio, invento moderno (pero efectivo) para disfrutar del embutido al humo.
La fiesta del magosto se celebra en casi todas las poblaciones de la comarca berciana, pero de la localidad de Balboa, amén de autodenominarse celta, es el que más días se extiende en el calendario. Este año se festejará el 5 y 6 de noviembre (cosas de la crisis), pero se han llegado a celebrar magostos de hasta cuatro días seguidos.
Balboa, magia celta
Balboa es uno de esos lugares que desdibuja la frontera entre Galicia y la comarca del Bierzo, sus gentes hablan gallego y las costumbres son similares a las de la comunidad vecina. El nombre procede del gallego, 'Valboa', que significa Valle Bueno. Aunque el pueblo se localiza en el centro del valle, el municipio lo conforman 17 poblaciones (en su mayoría aldeas) salpicadas por la Sierra de Cervantes, y conectadas por serpenteantes y estrechas carreteras.
Dentro ya del Parque Natural de los Ancares, los castaños muestran aquí toda su magia y esplendor otoñal. Ocres, amarillos y cárdenos de las hojas secas se mezclan con el verdor de la hierba y el marrón brillante de la castaña, fuera ya de su cápsula, todo aderezado con la lluvia y el gris del cielo para crear un ambiente mágico.
Precaución: carril-vaca a la vista
El acceso al pueblo es sencillo. Desde la A6, la salida 419 conduce rápidamente hasta Ambasmestas, donde se gira a la derecha dirección Balboa. En pocos minutos, rodeados de grandes y centenarios castaños y de verdes prados, llegaremos a nuestro destino. Eso sí, con precaución, ya que podemos encontrar sólidos e imprevistos obstáculos en la caretera. En breve, y con la ayuda de fondos europeos, comenzará la construcción del primer Carril-vaca de Europa, y posiblemente del mundo. Una extravagante idea del alcalde José Manuel Gutiérrez Monteserín, que ha cosechado 240.000 euros para su puesta en marcha, e incluye la mejora de la infraestructura viaria de la zona, pensando también en la seguridad de los coches.
Lo primero que sorprende al viajero al llegar a Balboa es la enorme palloza del centro del pueblo, de reciente construcción. Apenas cuenta con una docena de años, pero se ha levantado fiel a las normas de la arquitectura tradicional, incluido el tejado de ramas y paja realizado por expertos teitadores. Sus grandes proporciones no se corresponden con la palloza tradicional, pero en su interior aloja un bar-restaurante con un pequeño escenario en el que se disfruta de actuaciones de grupos de rock locales, bandas de música celta gaiteiros y pandereteiras, para disfrute de parroquianos y forasteros afines a la música tradicional. Justo al lado, La casa de las gentes resulta casi de obligada visita, pues suele albergar exposiciones de artistas locales y muestras fotográficas, así como actividades culturales, actuaciones de teatro, performances etc.
Cantejeira, pequeña y cercana población a la que se llega por una carretera casi imposible, cuenta con un tesoro natural en forma de cascada: el Rio Valcárcel salta desde 10 metros de altura, en medio de un entorno espectacular de vegetación exuberante. Ya dentro de esta aldea, hay que acercarse a la Palloza de Canteixeira, construcción original rehabilitada como negocio hostelero. Un ambiente que invita a relajarse, en el que las tallas de Domingo -un lugareño que crea figuras increíbles en madera- embellecen el interior.
Las tardes de otoño se hacen cortas charlando en filandón alrededor del fuego. Una actividad milenaria para compartir anécdotas que enriquecen el espíritu. El cuerpo también merece cuidados, claro, y los platos típicos de la zona, como el queso de rulo de cabra con miel procedente de la vecina localidad de Ambasmestas, es un manjar muy recomendable para ello. Chan de Villar, Fuentedeoliva o Lamagrande son otros de los pueblos a visitar, reduciendo la velocidad del coche para poder disfrutar plenamente del paisaje.
¡Adopta un castaño!
La última iniciativa del Ayuntamiento de Balboa resulta, cuanto menos, sorprendete. Se trata de cuidar y limpiar el monte mediante un trueque con los visitantes de la zona: la posibilidad de adoptar un castaño, bajo el compromiso de limpiar y desbrozar el entorno de su árbol, para poder llevarse el fruto en época de recolección.
El banco de castaños dispone de 250 árboles esperando su adopción. Los propietarios no reciben nada a cambio, simplemente ceden el uso del soto al Ayuntamiento y éste la cesión a particulares. Una oportunidad de tener una buena sombra en un bello paraje, colaborar con el medio ambiente y disfrutar la cosecha propia de castañas.
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