Un 'chill out' con óptica giratoria
Desde el torreón bajo el que Paz Vega conducía su moto en 'Lucía y el sexo', a los mojitos veraniegos junto a la linterna del Cap d'Or, Gerona. Cinco propuestas para recorrer las costas españolas con los faros marítimos como excusa viajera
Fueron torres de vigilancia en tiempos del corso berberisco y después una inestimable ayuda luminosa para navegantes en apuros. Supervivientes de la alta tecnología y el GPS, los faros marítimos se han reinventado como reclamo turístico: son los mejores miradores del litoral español. Y mucho más: alojan museos y centros de interpretación en su interior, o terrazas de ambiente chill out para disfrutar del ocaso veraniego con un mojito en la mano. Cinco propuestas desde el Cantábrico al Estrecho, para disfrutar de la costa.
01 Lucía y el faro
Célebre gracias al celuloide -por aquí conducía su motocicleta Paz Vega en Lucía y el sexo-, el faro de Barbària, en la isla de Formentera, ocupa el punto más cercano a la costa argelina, de ahí su nombre. Bajo sus 40 metros se encuentra el forat, una gruta suspendida en un acantilado que Julio Medem convirtió en un agujero desde el que zambullirse en el mar, bucear por debajo de la isla y lograr así que los cuentos no acabasen nunca. Desde la cercana torre de Garroveret (a diez minutos caminando) el ocaso se convierte en espectáculo.
Menos mediático, pero sí emblemático, el faro de la Mola mantiene todavía su linterna original, que comenzó a barrer el confín más oriental de las Baleares en 1861. A su alrededor, los reclamos son de lo más dispar: la terraza del bar Es Puig al atardecer, un recuerdo a Julio Verne y la acción de Hector Sevardac , el sendero que baja hasta cala Codolar y ¡una excavadora! en cueva Grossa, todo lo que quedó de una abortada discoteca.
02 Mojitos en presencia de Ava Gadner
La belleza de Es Cards, acantilados sobre los que se yergue el faro de Tossa de Mar, saltó a la fama gracias al rodaje de Pandora y el holandés herrante, en 1950. Trampolín turístico de la Costa Brava, una estatua de bronce ya pulido (demasiados toqueteos en sus pechos) recuerda todavía a su protagonista, la diva Ava Gadner. El busto se encuentra en pleno casco histórico de esta hermosa localidad gerundense, que conserva vestigios prehistóricos, tuvo presencia romana, luce orgullosa la Muralla de la Vila Vella (del siglo XII) y fue refugio de artistas e intelectuales en los años treinta.
El faro, situado en la cumbre del Cap d'Or, pudiera ser sólo una excusa para disfrutar de tan espectacular entorno, pero cuenta con buenos argumentos. Diurnos, como el Centro de Interpretación Fars de la Mediterrànea que se aloja en su interior (entretenido recorrido multimedia de excelente ambientación musical), y nocturnos, como el ambiente chill out del bar que sirve mojitos y caipiriñas en las noches veraniegas, al pie de su óptica giratoria.
03 Una tormenta perfecta bajo techo
Erguido en un entorno espectacular, tanto con buen tiempo como cuando la niebla lo envuelve parcialmente, el faro del prominente Cabo Peñas es todo un símbolo en Asturias. Original de 1852, además de la primera ayuda de luz eléctrica para los marineros cuando la tormenta azotaba el litoral asturiano, cuenta con la linterna más potente de las costas españolas. De hecho, una cortina interior previene del efecto lupa. Atención fotógrafos: si el día está nublado, mejor saldrá la instantánea.
El edificio culmina el punto más septentrional del Principado, desde el que se divide imaginariamente en Oriente y Occidente, y suma el centenar de metros de altura distribuidos en tres plantas y una pequeña torre circular, que asemeja una cabeza de buzo y aloja el poderoso reflectante. En la planta baja, la creciente reutilización que se le está dando a estos edificios ha servido para alojar el Centro de Interpretación del Medio Marino de Cabo de Peñas. En su interior, además de una sala consagrada a faros y fareros, destaca la vivaz recreación de un temporal.
04 Luz junto a Las Catedrales
Insular y todavía vigilante, el antiguo faro de Isla Plancha disfruta de su jubilación. En 1983 comenzó a funcionar su cilíndrico sustituto en este pequeño islote ubicado en la entrada de la ría de Ribadeo, que delimita el litoral gallego del asturiano. El faro luce su remozada planta cuadrada, con tejado a cuatro aguas y una baliza que suple la ya ausente linterna original. La illa, también rehabilitada, cuenta ahora con un coqueto mirador de madera para disfrutar del espectacular panorama que la rodea.
Al regresar al continente no hay que perderse, si la bajamar lo permite, la arquitectura natural de la Playa de Las Catedrales. En caso de que la marea esté alta, se puede disfrutar igualmente del pequeño y encantador puerto pesquero de Rinlo, la panorámica de Castropol al atardecer o unas filloas rellenas de marisco en el restaurante A Villa (www.hotelrestaurantelavilla.com).
05 Cabo Roche
De atalaya de mampostería para avistar ataques piratas, a rehabilitado torreón con linterna circular en la cúpula. El faro del Cabo de Roche es herencia directa de la organizada red de torres vigía que acordonaban el litoral sur de la Península en tiempos del corso berberisco. Un plan de recuperación de estas fortificaciones, que echó a andar a mediados de los 80 con Roche como primer ensayo, ha permitido que su legado histórico haya llegado a nuestros días.
Acoplado en un zócalo, el faro de Roche se eleva unos 30 metros sobre el abrupto entorno de pinares que lo rodea, reducto natural que conserva la costa gaditana tal y como era hace solo medio siglo. Merece la pena pasearse por el puerto-refugio de Conil, donde todavía atracan barcos de pesca artesanal, y desde allí divisar esta antigua torre de vigía. Y si hay ganas de mar, sólo hay que elegir entre las calas de Faro (de complejo acceso), Tío Juan Medina, Aspero, Pato y Frailecillo, que salpican estos acantilados.
Más propuestas e información en Rutas por los faros de España (El País-Aguilar)
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