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Mujeres Africa

Una de sal y otra de arena para las mujeres de Guinea-Bisáu

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El milagro no es que las vecinas de la costa de Guinea-Bisáu transformen el barro salino de las marismas en un condimento apto para el consumo, sino que lo hagan sin apenas tecnología y sobrevivan con esta exigente actividad

  • El océano Atlántico baña 350 kilómetros de costa del Guinea-Bisáu; en los estuarios abundan los mariscos y la sal, cuya búsqueda y extracción son el principal sustento de las mujeres rurales del litoral cuando no es temporada de colecta del anacardo.
    1El océano Atlántico baña 350 kilómetros de costa del Guinea-Bisáu; en los estuarios abundan los mariscos y la sal, cuya búsqueda y extracción son el principal sustento de las mujeres rurales del litoral cuando no es temporada de colecta del anacardo.
  • La extracción de sal es una labor muy exigente físicamente. En Ponta Cabral, cerca de Quinhamel, en la región de Biombo, donde se ubica también la capital (Bissau), las mujeres cogen barro en cubos para luego extraer la sal, al tratarse de una tierra rica en cloruro sódico por estar muy cerca de la costa.
    2La extracción de sal es una labor muy exigente físicamente. En Ponta Cabral, cerca de Quinhamel, en la región de Biombo, donde se ubica también la capital (Bissau), las mujeres cogen barro en cubos para luego extraer la sal, al tratarse de una tierra rica en cloruro sódico por estar muy cerca de la costa.
  • En estas zonas rurales del litoral, la población es extremadamente pobre, sin apenas recursos económicos, acceso a electricidad o agua potable. En Guinea-Bisáu, un 64,4% sufre carencias básicas como agua, saneamiento, educación, alimentos o una vivienda digna, y un 68,4% sobrevive con menos de 1,90 dólares (1,64 euros) al día, según recoge el último informe sobre pobreza multidimensional del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
    3En estas zonas rurales del litoral, la población es extremadamente pobre, sin apenas recursos económicos, acceso a electricidad o agua potable. En Guinea-Bisáu, un 64,4% sufre carencias básicas como agua, saneamiento, educación, alimentos o una vivienda digna, y un 68,4% sobrevive con menos de 1,90 dólares (1,64 euros) al día, según recoge el último informe sobre pobreza multidimensional del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
  • Sin apenas sombras disponibles, el sol y el calor anestesian. Con las técnicas tradicionales de extracción de sal, las mujeres son capaces de producir 50 kilogramos a la semana que venden por unos 5.000 francos africanos (7,60 euros).
    4Sin apenas sombras disponibles, el sol y el calor anestesian. Con las técnicas tradicionales de extracción de sal, las mujeres son capaces de producir 50 kilogramos a la semana que venden por unos 5.000 francos africanos (7,60 euros).
  • El primer paso es cortar y cargar leña para el fuego. Una tarea que se hace muy temprano, desde las cinco de la mañana, porque una vez comienza la cadena de producción, no pueden parar. Como no tienen una carretilla, ni un ahorro para adquirir una, cargan la madera en la cabeza.
    5El primer paso es cortar y cargar leña para el fuego. Una tarea que se hace muy temprano, desde las cinco de la mañana, porque una vez comienza la cadena de producción, no pueden parar. Como no tienen una carretilla, ni un ahorro para adquirir una, cargan la madera en la cabeza.
  • El barro de los estuarios se mezcla con agua para luego someterlo a un proceso de filtrado. Todo el procedimiento, una vez iniciado, no se puede interrumpir y se realiza de manera tradicional con herramientas rudimentarias.
    6El barro de los estuarios se mezcla con agua para luego someterlo a un proceso de filtrado. Todo el procedimiento, una vez iniciado, no se puede interrumpir y se realiza de manera tradicional con herramientas rudimentarias.
  • María Eusebia Zamora, de 48 años: “Nos cansamos mucho y no ganamos nada. Hacemos sal para pagar la escuela a nuestros hijos, alimentarnos y comprar ropa. Cargamos sacos de 50 kilos en la cabeza para guardarla en casa porque la lluvia puede estropearla y no tenemos carretillas".
    7María Eusebia Zamora, de 48 años: “Nos cansamos mucho y no ganamos nada. Hacemos sal para pagar la escuela a nuestros hijos, alimentarnos y comprar ropa. Cargamos sacos de 50 kilos en la cabeza para guardarla en casa porque la lluvia puede estropearla y no tenemos carretillas".
  • Las mujeres viven en una sociedad que las relega a un segundo plano tanto en la esfera pública como privada. Su formación académica es menos importante que la de los varones: el 47,7% de los hombres de 15 a 49 años es analfabeto, frente al 67,4% de la población femenina. Las chicas son educadas para ser buenas esposas, servir y tener hijos. Pero muchas de ellas, solas al frente de sus familias, trabajan casi siempre en la informalidad, para salir adelante.
    8Las mujeres viven en una sociedad que las relega a un segundo plano tanto en la esfera pública como privada. Su formación académica es menos importante que la de los varones: el 47,7% de los hombres de 15 a 49 años es analfabeto, frente al 67,4% de la población femenina. Las chicas son educadas para ser buenas esposas, servir y tener hijos. Pero muchas de ellas, solas al frente de sus familias, trabajan casi siempre en la informalidad, para salir adelante.
  • Las vecinas de Ponta Cabral trabajan bajo un sol que anestesia, esperando a que el agua mezclada con la arena se filtre a un bidón.
    9Las vecinas de Ponta Cabral trabajan bajo un sol que anestesia, esperando a que el agua mezclada con la arena se filtre a un bidón.
  • Salomé Dos Santos, diputada nacional por la región de Biombo, ha convertido en una causa personal ayudar a estas mujeres y no desaprovecha cualquier ocasión para atraer la atención de la prensa hacia ellas, ya sea para que un portal de noticias africanas cuente su historia con motivo del Día Internacional de la Mujer el pasado 8 de marzo o porque se ha enterado de que periodistas españoles andan por el país.
    10Salomé Dos Santos, diputada nacional por la región de Biombo, ha convertido en una causa personal ayudar a estas mujeres y no desaprovecha cualquier ocasión para atraer la atención de la prensa hacia ellas, ya sea para que un portal de noticias africanas cuente su historia con motivo del Día Internacional de la Mujer el pasado 8 de marzo o porque se ha enterado de que periodistas españoles andan por el país.
  • El agua filtrada se deposita en unas bandejas de metal sobre la lumbre. Por evaporación, en unas horas, quedará la sal.
    11El agua filtrada se deposita en unas bandejas de metal sobre la lumbre. Por evaporación, en unas horas, quedará la sal.
  • Las vecinas del área de Quinhamel no se resignan, tienen un plan para prosperar con la producción de sal, pero claman auxilio. “Es duro. Las mujeres estamos expuestas a humos, calor, sol. Y hemos conocido un proceso nuevo con energía solar. La llaman la sal solar, que tiene menos riesgos para la salud y se consigue más rendimiento”, detalla Beatriz Suárez Dagama, presidenta de la Asociación Mers-Dodjar (casa de labradoras), una agrupación rural para el desarrollo de actividades socioeconómicas en la región de Biombo.
    12Las vecinas del área de Quinhamel no se resignan, tienen un plan para prosperar con la producción de sal, pero claman auxilio. “Es duro. Las mujeres estamos expuestas a humos, calor, sol. Y hemos conocido un proceso nuevo con energía solar. La llaman la sal solar, que tiene menos riesgos para la salud y se consigue más rendimiento”, detalla Beatriz Suárez Dagama, presidenta de la Asociación Mers-Dodjar (casa de labradoras), una agrupación rural para el desarrollo de actividades socioeconómicas en la región de Biombo.
  • En Quinhamel y las comunidades alrededor como Ponta Cabral y la aún más remota Ponta Zé Henrique, las historias que cuentan son comunes: se las tienen que apañar prácticamente solas. Han sido abandonadas por maridos con demasiadas esposas como para preocuparse por todas, o se han ido a trabajar lejos. Los hay que están y se dedican a la agricultura, pero ellas no ven un céntimo. O han fallecido.
    13En Quinhamel y las comunidades alrededor como Ponta Cabral y la aún más remota Ponta Zé Henrique, las historias que cuentan son comunes: se las tienen que apañar prácticamente solas. Han sido abandonadas por maridos con demasiadas esposas como para preocuparse por todas, o se han ido a trabajar lejos. Los hay que están y se dedican a la agricultura, pero ellas no ven un céntimo. O han fallecido.
  • El calor hace lo que conseguirían con un sistema solar de la obtención de sal, evaporar el agua y hacer emerger la sal. Pero necesitan algo de inversión para las lonas, cercados y mecanismos de colecta que les harían falta.
    14El calor hace lo que conseguirían con un sistema solar de la obtención de sal, evaporar el agua y hacer emerger la sal. Pero necesitan algo de inversión para las lonas, cercados y mecanismos de colecta que les harían falta.
  • Las mujeres tampoco cuentan con vehículos o carretillas para transportar el producto. Salomé Dos Santos busca apoyos para construir un almacén en el mercado de Quinhamel o incluso Bissau, donde las mujeres puedan almacenar el producto.
    15Las mujeres tampoco cuentan con vehículos o carretillas para transportar el producto. Salomé Dos Santos busca apoyos para construir un almacén en el mercado de Quinhamel o incluso Bissau, donde las mujeres puedan almacenar el producto.
  • Mientras buscan el modo de materializar los planes de mejora de obtención, transporte y almacenamiento de la sal, las mujeres preservan el producto cerca de sus casas, protegido por lonas y telas. Dangi Nhaga, que no recuerda su edad, aprendió a extraer sal de una tía con la que se crio. Viuda y con una nieta de ocho años a su cargo, se siente cansada de sobrevivir de esta actividad tan exigente físicamente, pero lo hace para poder costear la escuela de la niña. “No quiero que tenga mi vida”, zanja la abuela.
    16Mientras buscan el modo de materializar los planes de mejora de obtención, transporte y almacenamiento de la sal, las mujeres preservan el producto cerca de sus casas, protegido por lonas y telas. Dangi Nhaga, que no recuerda su edad, aprendió a extraer sal de una tía con la que se crio. Viuda y con una nieta de ocho años a su cargo, se siente cansada de sobrevivir de esta actividad tan exigente físicamente, pero lo hace para poder costear la escuela de la niña. “No quiero que tenga mi vida”, zanja la abuela.
  • "Con apoyo y ayudas podríamos incluso exportar. Aquí todo es natural, es agua de mar, sin productos químicos; la Unión Europea está interesada", asegura la diputada Dos Santos, abogada de formación.
    17"Con apoyo y ayudas podríamos incluso exportar. Aquí todo es natural, es agua de mar, sin productos químicos; la Unión Europea está interesada", asegura la diputada Dos Santos, abogada de formación.
  • Desde las aldeas, las mujeres transportan todo sobre sus cabezas pues difícilmente llegan vehículos al lugar. Una vez acabada la jornada de extracción de sal, la llevan a sus casas para el almacenamiento y de ahí harán lo mismo para acudir al mercado.
    18Desde las aldeas, las mujeres transportan todo sobre sus cabezas pues difícilmente llegan vehículos al lugar. Una vez acabada la jornada de extracción de sal, la llevan a sus casas para el almacenamiento y de ahí harán lo mismo para acudir al mercado.