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La larga marcha hacia los inmuebles verdes

Más de un tercio de las emisiones proceden de los edificios en los que se vive y trabaja; por lo que su rehabilitación es crucial para mejorar el medio ambiente

Thiago Ferrer Morini

Cuando la pandemia les obligó (y, en algunos casos, les continúa obligando) a pasar semanas seguidas en sus viviendas, los españoles miraron a su alrededor y, en muchos casos, lo que vieron no les gustó. Defectos que eran tolerables cuando la casa es prácticamente un lugar solo para dormir se convierten en insufribles cuando hay que vivir, comer, estudiar y trabajar un día tras otro entre cuatro paredes. "Creo que todos nos hemos dado cuenta en estos tiempos de pandemia que nuestras casas son incómodas. No tanto insalubres, pero incómodas", señala Óscar del Río, director general de Knauf Insulation Iberia. Normal que, cuando al fin se suavizaron las restricciones, los que se lo pudieron permitir cambiaron lo que no les gustaba. "En julio, nuestra demanda fue un 50% superior a la del mismo mes del año pasado", explica Isabel Alonso de Armas, directora de Alianzas Estratégicas de Habitissimo.

Pero una puerta que cruje o incluso un horno que necesita cambiarse no son los principales problemas de las viviendas españolas. Estos son mucho más profundos y tienen que ver con su edad y con la calidad de su construcción. Y dado que más de un tercio del dióxido de carbono que expulsa España a la atmósfera procede de la necesidad de hacer habitables sus edificios, hacerlos más eficientes y ecológicos es imprescindible para que el país pueda cumplir con sus objetivos de descarbonización. Y de todos los retos a los que se enfrenta este proceso, acordado globalmente e impulsado por la Unión Europea, este es posiblemente el más peliagudo de resolver. La iniciativa de debates Proyecto Zero, organizada por EL PAÍS e Iberdrola, no podía dejar de discutir acerca de los retos que presenta la modernización del parque edificado español, y, a través de videoconferencia (restricciones obligan) convocó a varios expertos para intentar mostrar las sendas que se abren para resolverlos.

La escala del problema abruma. "El 97% de los edificios en Europa son inadecuados", considera Cristina Gamboa, consejera delegada del World Green Building Council. "Y el continente se está dando cuenta de que tiene un stock inadecuado e ineficiente que incluso está afectando a la salud de las personas". Pero más que su tamaño, lo que preocupa a los expertos sobre la ineficiencia energética de los edificios es lo poco que se ha hecho todavía. "La necesidad de calor de los edificios prácticamente equivale a las emisiones de todo el sector eléctrico", explica Patxi Calleja, director de Regulación de Iberdrola España. "Y mientras el sector eléctrico ha hecho grandes esfuerzos para descarbonizarse, aquí todavía vamos muy atrasados: un 70% del calor de los edificios sigue siendo de origen fósil".

Una vía para financiar el cambio

La Comisión Europea calcula que para cumplir con sus objetivos de descarbonización, la inversión en rehabilitación y renovación de edificios deberá aumentar en 275.000 millones de euros más cada año. Eso implica prácticamente triplicar lo que se invierte actualmente.

Es cierto que no es un gasto, porque el dinero puesto se recupera con creces. Según un estudio del World Green Building Council, por cada millón de euros destinado a la rehabilitación, se crean 18 empleos, y por cada euro invertido en España se recuperan 60 céntimos, sobre todo en impuestos, durante los 12 meses siguientes.

Pero alguien tiene que poner el dinero por delante. "El coste tendrá que ser soportado por toda la sociedad", considera Adrian Joyce, director de Renovate Europe Campaign. "Es, por lo tanto, una responsabilidad colectiva". En el país de las derramas dramáticas, el sector está buscando soluciones creativas para ablandar las reticencias de las comunidades de propietarios. "Ya se están creando consorcios de servicios energéticos, que deberán ofrecer el menor pago posible por parte del cliente inicial a cambio de un pago cubierto en la factura durante un tiempo", explica Patxi Calleja, de Iberdrola.

Pero todos los expertos presentes coinciden en que la gran oportunidad reside en los fondos europeos, tanto los del nuevo acuerdo medioambiental presentado por la Comisión Europea como las inversiones extraordinarias para reactivar la economía del continente tras la pandemia de covid-19.

No es que no se haya hecho nada. "Como ciudadanos, llevamos años haciendo eficiencia energética", apunta Yago García de Gasalla, director global de Eficiencia Energética en Iberdrola. "Hemos pasado de las bombillas de filamento a las LED, los electrodomésticos son cada vez más eficientes, se están instalando cada vez más placas solares". También hay factores favorables: "La descarbonización tiene el impulso del auge de las renovables, sabemos que están en precios mínimos históricos y eso está ayudando un montón", considera Gamboa.

Esto es lo que hay

Sobre todo, el problema reside en las casas construidas en el período entre 1950 y 1980, en una Europa que se recuperaba de las guerras mundiales (en el caso español, de la civil) y debía absorber un gigantesco éxodo rural. En casi todos los casos, estas viviendas fueron edificadas apresuradamente y sin ningún estándar de eficiencia energética, ni mucho menos medioambiental. Y no es algo que se pueda borrar y empezar de nuevo: "Más del 90% de las casas en 2030 están construidas o construyéndose", apunta Alonso de Armas.

Eso obliga a actuar ya y con el parque ya existente. "No podemos lograr el objetivo de una neutralidad de carbono para entonces sin reconocer el enorme potencial del entorno construido en ser parte propositiva de la solución", considera Gamboa. "La sostenibilidad nunca se resuelve con una única solución", explica Bruno Sauer, director general de Green Building España. "Si queremos descarbonizar un sector entero, deberíamos buscar soluciones muy diferentes, para cada sitio y para cada caso". "Ahora hay que dar un paso de gigante y ser mucho más agresivos, y hay que enfrentarse al reto del calor", explica García de Gasalla. "El calor son palabras mayores: no es instalar una bombilla de la tienda de abajo".

Invertir en la eficiencia energética y la sostenibilidad de la vivienda es un proyecto a largo plazo. El que tres de cada cuatro españoles residan en una vivienda de su propiedad (la mayor proporción en Europa occidental) es una ayuda, pero el que un 64% ocupen apartamentos (una tasa solo por detrás de Letonia) complica la toma de decisiones y el reparto de los costes. "Todos estamos haciendo reformas; cocinas, baños", apunta Del Río. "Pero no se están haciendo cambios en la envolvente, porque la mayoría vivimos en edificios multifamiliares y todos los vecinos han de ponerse de acuerdo".

Porque el primer paso está en convencer a los españoles de que hacer más eficiente su vivienda no solo les ahorra dinero (a largo plazo), sino que también la hace más valiosa. "Si para nosotros es difícil entender la descarbonización, para la gente en la calle es diez veces más difícil. Hace falta vincularlo con otras ventajas y necesidades", considera Sauer. "Si queremos realmente descarbonizar el sector deberíamos crear una gran demanda que cree valor añadido, si solo es una imposición política desde Europa dudo que vayamos a tener lo que hace falta". "Los consumidores deben entender que una casa sin emisiones netas es asequible de operar, que reduce la pobreza energética, y sobre todo son entornos saludables para vivir, trabajar y jugar", indica Gamboa. "Reformar la envolvente puede llegar a aumentar hasta un 20% el valor del edificio", opina Del Río. "Es una obra cara, sí, pero también hemos calculado que puede considerarse un plan de pensiones, hemos calculado que es más rentable, es verdad que es a largo plazo, va a ser una dinamización para el empleo".

Los técnicos deben ayudar

Pero no es solo el consumidor el que tiene que cambiar el chip. "Los profesionales manejamos un lenguaje muy diferente", apunta Alonso de Armas. "Se ha convertido en un oficio que se ha dejado en manos de empresas especialistas en lograr subvenciones", considera Bruno Gutiérrez Cuevas, presidente de la Plataforma de Edificación Passivhaus. "Y que quizás hagan sustitución de carpintería y nada más, no vaya a ser que la propiedad se asuste y abandone la intervención". "Nos faltan técnicos formados", apunta Calleja. "Hay casos en los que los propios instaladores te recomiendan otras soluciones que no son las mejores porque es lo que saben instalar".

Sobre todo, hace falta un importante apoyo público, tanto regulatorio como de financiación. Pero no es bastante. "Si queremos rehabilitar a gran escala, la subvención no lo va a resolver", considera Sauer. "Por cada euro invertido por la Administración hace falta cinco en el sector privado. Y para activar ese dinero hace falta mostrar que en su ciclo de vida mantiene su valor y ese retorno es a medio y largo plazo".

Las resistencias de un sector continuista

Cualquiera que haya pensado en comprar un coche nuevo en los últimos años sabe que los coches nuevos baratos ya no son tan baratos como eran antaño. Porque tanto los consumidores como la regulación exigen vehículos más modernos, más seguros y, cada vez más, más respetuosos con el medio ambiente. Si el consumidor ha aceptado esto (y continúa comprando coches), ¿por qué no va a hacer lo mismo con las viviendas? Es lo que se preguntan los ponentes del debate Construir y rehabilitar un futuro descarbonizado, parte de la serie de conversaciones Proyecto Zero organizadas por EL PAÍS e Iberdrola.

"Al primero que debemos convencer es al promotor: debe tener conciencia de que una vivienda sostenible y descarbonizada es lo óptimo, y esto todavía está reñido con el precio en el mercado", considera Julio Touza, fundador de Touza Arquitectos. "Es, todavía, algo más costoso, y al ser algo más costoso el precio es mayor y más difícil de vender, sobre todo si hablamos de vivienda social de precio limitado".

Una dificultad reforzada por la propia naturaleza del mercado de la promoción inmobiliaria y la construcción en España: muchas empresas muy pequeñas, muy fragmentadas y muy dependientes de la subcontratación. "De alguna manera es una industria conservadora", apunta Cristina Gamboa, consejera delegada del World Green Building Council. "Lleva muchos años en una tendencia de baja productividad y de baja innovación".

Una cosa que desde la industria se defiende es que una construcción eficiente ha de ser concienzuda y de buena calidad. "Es determinante tener una conciencia clara acerca de qué materiales hay que utilizar, sobre todo los que son materiales pasivos", considera Óscar del Río, director general de Knauf Insulation Iberia. "Un aislamiento no es un papel de pared o una pintura que se pueda cambiar: se instalan una vez en la vida útil de un edificio. Yo pediría que las normativas fuesen más exigentes; el Código Técnico de la Edificación se ha quedado un poco corto".

No es la única regulación problemática. "Todo el mundo sabe que queremos vivienda que tengan terraza", continúa Touza. "Pues en ciudades como Madrid las terrazas desde el punto de vista normativo computan como edificabilidad. Si para lograr la sostenibilidad hacemos que la gente pague más, sobre todo en vivienda social, estamos haciendo un pan como unas tortas". "Habría que preguntarse si se debe seguir permitiendo la construcción de viviendas con calefacción fósil", afirma Patxi Calleja, director de Regulación de Iberdrola España. "El 70% de las viviendas que se construyen hoy en día utilizan aerotermia. ¿Vamos a obligar a quien se compre una casa de aquí a 2050 a cambiar su sistema de calefacción?"

Touza también lamenta la falta de formación de los arquitectos acerca del impacto energético y ambiental de lo que hacen. "Se les enseña a ser grandes maestros del diseño, pero no les enseñan a construir, a concebir, a orientar..."Pero el fundador de Touza Arquitectos apunta que sin un cliente concienciado acerca de las bondades de la sostenibilidad, nada es posible.

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