Roberto Leal: “Venía de pueblo y me dijeron que limase mi acento, pero de ahí a quitármelo...”
Este año encadenó las campanadas con otra edición ('interruptus') de 'Operación Triunfo' y un salto a Antena 3 para tomar el timón de 'Pasapalabra'. Pero solo ha cambiado de cadena, jamás de actitud ni de acento
A 2020 aún le queda casi media vida con muchas incertidumbres para todo el mundo, pero a Roberto Leal (Alcalá de Guadaíra, Sevilla, 1979) ya no puede darle más sorpresas. Tras presentar las Campanadas en TVE cinco días después de la muerte de su padre (“llevaba un tiempo enfermo pero todo se precipitó”, recuerda), el presentador se encontró con una pandemia que paralizó las emisiones de un Operación Triunfo ya herido de muerte. Cuando estaba confinado, le llegó una oferta de Atresmedia para mudarse de cadena.
“En momentos así te replanteas muchas cosas, porque por muy buenas que sean las ofertas nunca sabes cómo van a salir. Al final fue como decirle por teléfono a tu pareja que la dejas”, admite. Aunque en los últimos dos años haya vivido un boom gracias a Operación Triunfo y ahora Pasapalabra, la carrera de este periodista sevillano comenzó hace 20 años como corresponsal de Informativos Telecinco en Sevilla. “Nunca he tenido prisa por nada, sobre todo porque presentar puede ser peligroso, es complicado volver a ser redactor. Tengo muchos compañeros que han presentado durante un tiempo y ahora están en su casa. La exposición que conlleva puede llevar a una gran inestabilidad posterior, y eso a veces no se tiene en cuenta”.
"Mi padre era albañil. Yo he trabajado mucho con él en la obra, de joven. ¿Sabes la de camiones de sacos de cemento que he descargado?"
En su caso, sin embargo, lo único que se quemó (por segunda vez) ha sido el formato que terminó de lanzarlo. “Cuando volví a TVE para las últimas galas de OT grabando ya en Antena 3, no me veía con fuerzas para preguntar qué iba a pasar con ellos, pero entiendo que el programa va a parar un tiempo. Necesita un descanso, el tema es cuánto. No te puedes enamorar de 16 chavales al año, porque eso no sale de verdad. Y lo nuestro lo era tanto que perdura en el tiempo. El mes pasado, mismamente, cené con diez de mi primera edición”.
En Pasapalabra, Leal ya no está pendiente de la audiencia semanal, sino de la diaria (“el que te diga que no las mira miente”, asegura) y, en su afán por la autenticidad, mantiene su acento andaluz, que formó parte de la bienvenida que le dio Pablo Motos en televisión y le granjeó tantas críticas a este como aplausos al sevillano por su respuesta elegante pero clara y directa.
“Es que el tema me aburre. No me siento un Conan el Bárbaro del acento, pero cuando sale el tema me sorprendo diciendo: ‘¿Otra vez?’. Cuando empecé a trabajar venía del pueblo, me dijeron de limarlo un poco y obviamente eso siempre entendí que debía ser así. Pero de ahí a quitármelo... Nada tiene que ver dicción y acento, a mí se me entiende perfectamente. Lo poco o mucho que conecte es por ser como soy. Si tengo que pensar en cómo digo algo más que en lo que tengo que decir, mal vamos”.
Aún recuerda su llegada a Madrid. Tenía 24 años y se vino para trabajar con María Teresa Campos en Cada día, de A3. “Me vine solo y me recuerdo en aquel Ford Escort, cargado hasta arriba, con dinero en el bolsillo para aguantar hasta el primer sueldo y llorando desde que, a partir de Córdoba, fui consciente de lo que dejaba atrás. Había dejado a mi madre, mi hermana, mis amigos, las chirigotas... Tomé la decisión inconscientemente, algo en mí tenía claro que tenía que hacerlo y que no iba a ser para poco tiempo”.
El presentador asegura que siempre ha tenido la misma actitud a la hora de trabajar. “Soy un afortunado. Si estoy cansado, me tomo un multivitamínico y al carajo. Me gusta ponerlo todo muy en perspectiva... Mira, mi padre era albañil. Yo he trabajado mucho con él en la obra, de joven. El otro día me recogió un conductor para ir a grabar Pasapalabra y me dice: ‘Puf, Roberto, esta semana grabas tres días y luego tienes otra cosa, ¿no?’. Pero, claro, ¿sabes la de camiones de sacos de cemento que he descargado? Cuando me equivocaba en algo ya me lo decía él: ‘Estudia, hijo, estudia’. Y por él lo hice”.
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