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Un detalle que lleva a la gloria

Todo es normal y muy lógico hasta que Zvjáginsev aprovecha un pormenor para ganar la inmortalidad

Leontxo García

"Las cosas pequeñas causan las grandes”. Esa frase del legendario entrenador de baloncesto estadounidense John Wooden tiene una gran aplicación en el ajedrez. Siempre fue así, desde su invención hace más de 1.500 años, pero más aún ahora cuando, por la gran influencia del entrenamiento con computadoras, la precisión y el juego concreto presiden las partidas de élite.

 Esta se jugó en vísperas de que los mejores ajedrecistas del mundo fueran inhumanos, lo que aumenta el gran mérito del ganador, Vadim Zvjáginsev, frente a Roberto Cifuentes en el famoso festival anual del pueblo neerlandés de Wijk aan Zee, en 1995. El juego del chileno-español es impecable hasta que comete una pequeña inexactitud, casi imperceptible. Y el ruso crea entonces la gran obra de arte que le hará inmortal.

Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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